Sri Lanka: lo difícil viene ahora

Terminada la guerra, las ONG se vuelcan en la atención a los 300.000 desplazados

sri-lanka-1(María Gómez) Puede que los combates en Sri Lanka se hayan terminado, que el ejército ceilandés ya no bombardee las zonas controladas por los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) y que éstos se hayan quedado definitivamente desarmados. El pasado 18 de mayo, el Gobierno de Colombo anunciaba que el histórico líder tamil Vellupilai Prabahkaran había sido asesinado, y después de difundir las imágenes de su cadáver por todo el planeta, la población salía a la calle a festejarlo. Puede que, verdaderamente, éste sea el principio del fin a 26 años de conflicto entre dos etnias de un mismo país. Pero la victoria tiene fuertes tintes amargos.

sri-lanka-2El Gobierno ceilandés no puede vanagloriarse; ha sido mucho lo ganado, pero mucho lo perdido. En lo que a vidas humanas se refiere, las décadas de violencia arrojan un balance de 70.000 muertos y más de un millón y medio de refugiados.

rajapaksaVida Nueva ha podido acceder a un cooperante humanitario que ha estado muchos años en el país, viviendo en primera persona los enfrentamientos. Prefiere permanecer en el anonimato, pero expresa su testimonio con la convicción de que debe hacerlo: “Yo me marché de allí a finales de marzo, con lo que no he conocido la ofensiva final. Pero durante mis últimas semanas allí, aquello fue increíble: por un lado, los ataques de los militares, usando armas de todo tipo, incluso ilegales según la ley internacional. Fue especialmente duro, pues había 300.000 personas viviendo en 25 km2; faltaba alimentación y medicinas. Y la situación se agravaba porque, como el Gobierno decía que había tan sólo 70.000 personas, la ayuda humanitaria que llegaba apenas era para cubrir las necesidades de esas 70.000. Al principio del conflicto morían cientos de personas cada día, y al final de la guerra ya eran miles los que fallecían diariamente. Por un lado estaban los ataques de los militares dentro de la ‘zona segura’, y por otro, los ataques de los rebeldes que presionaban a la población para que se uniera a ellos a cambio de protegerles”.

sri-lanka-3Hay un dato estremecedor: el número de víctimas durante la última etapa de la guerra, la más cruenta, es tres veces superior a la cifra oficial. Según una investigación de The Times apoyada en documentos confidenciales de la ONU (incluidos testimonios y fotografías), el diario británico asegura que a finales de abril murieron 7.000 personas durante los ataques, y desde entonces la cifra se fue incrementando a razón de 1.000 diarios hasta el 19 de mayo. El ejército insiste en que dejó de usar armamento pesado el 27 de abril y acusa a los guerrilleros de usar a los civiles como escudos humanos.

sri-lanka-4Finalizada la ofensiva, hoy hay dos problemas esenciales en Sri Lanka. El primero es tan complicado como urgente: ¿qué hacer con las aproximadamente 300.000 personas que malviven en los campos de internamiento militar establecidos por el Gobierno? Según los datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), los desplazados están alojados actualmente en 40 centros en los distritos de Vavuniya, Jaffna y Trincomalee, hasta el momento se han levantado unos 8.800 alojamientos de emergencia y más de 14.000 tiendas de campaña, y las autoridades se apresuran a erigir nuevos campamentos según se va despejando el terreno. Diversas ONG colaboran en la distribución de ayuda de emergencia, entre ellas, Cáritas: “Muchas personas carecen de alimentos y medicinas y de unas mínimas condiciones de seguridad. Y aunque Cáritas tiene capacidad suficiente para proporcionar ayuda a todos ellos, nos hace falta poder operar con mayor libertad”, pedía el director de Cáritas Sri Lanka, fray Damien Fernando. La organización católica sufrió la violencia en carne propia, llegando a perder a uno de sus trabajadores (‘Raj’ Anthonipillai Uthayaraj, que falleció en Mullivaikal el 11 de mayo) y viendo heridos de gravedad a otros dos (el 22 de abril, James Pathinathan, miembro de la Comisión Nacional para la Justicia, la Paz y el Desarrollo; al día siguiente fue alcanzado también el director de Cáritas Vanni, T.R. Vasanthaseelan, al que le fueron amputadas las piernas).

sri-lanka-5Sobre su petición de “operar con mayor libertad”, nuestro anónimo cooperante es un poco más explícito: “Hay tres prioridades fundamentales para con los desplazados: recuperarse psicológicamente después de todo lo que han sufrido durante el conflicto, cubrir sus necesidades básicas y volver a sus casas. Lo que piden las organizaciones humanitarias es que el Gobierno no las bloquee y las deje llegar allí donde se encuentran los desplazados”.

Verdad y justicia

sri-lanka-6El segundo factor que determinará el futuro del país es algo incluso más complejo: ¿cómo se va a construir la unidad entre la población, cómo se van a curar las heridas de la gente y evitar que se reavive el conflicto? “No hay solución sin la verdad y la justicia”, opina Peter Balleis, SJ, director internacional del Servicio Jesuita al Refugiado (JRS). “Éste es un problema que se arrastra desde hace 50 o 60 años, y no es posible una reconciliación rápida, porque eso no erradicará el problema que hay de fondo -contesta a VN-. No hay que olvidar que la culpa de esta situación es de todos, de los dos bandos, no hay uno bueno y otro malo. Si la guerra se ha hecho de tal manera que no se han respetado los derechos de los civiles, eso muestra que no hay mucha voluntad política para superarlo. Por eso apelamos a la verdad de las víctimas”.

sri-lanka-7El JRS está presente en Sri Lanka prestando ayuda humanitaria y desarrollando una importante labor en favor de la educación, con escuelas que permiten “darle a la gente unos valores concretos para defender sus derechos”, señala Balleis. Ahora priorizan el acompañamiento a los 300.000 desplazados, pero, mirando más allá, el jesuita reflexiona: “Lo que complica la situación y las posibles soluciones es el juego político y étnico de todas las partes durante tantos años, y el riesgo a ser manipulado es muy grande. Por eso, como cristianos, nos aferramos al crucificado, que son las víctimas, y las hay en todos los bandos. Ellas ya no quieren sufrir más, sino que quieren verdad, justicia, una nueva vida. Creo que la solución está en todas ellas, más que en los políticos”.

A corto plazo hay que asegurar las necesidades inmediatas de los desplazados -concluye la fuente anónima, que a estas alturas ya está de vuelta en Sri Lanka- . A medio y largo plazo esperamos la reconstrucción de la parte este del país para que la gente pueda volver a sus casas”.

Construir la unidad: un reto complejo

sri-lanka-8“Podríamos decir que hemos ganado la batalla, pero la guerra no ha acabado. La guerra terminará sólo el día que crezcamos como nación que reconozca que somos todos una población en un solo país con iguales derechos. Tenemos que reconocer el hecho de que somos una comunidad multiétnica, multirreligiosa y multicultural”. Así se expresaba el arzobispo de Colombo, Oswald Gomis, una vez hecho oficial el fin de la guerra, revelando la raíz de la cuestión.

sri-lanka-9De los 21 millones de habitantes de Sri Lanka, el 74% son ceilandeses (de religión budista), el 18% tamiles (de origen indio e hinduistas), el 7% musulmanes y un 1% veda y otros grupos. Los tamiles se establecieron en el país en la época del dominio británico (s. XIX), como importante minoría querida por los dominadores y odiada por los ceilandeses. Cuando Ceilán se independizó en 1948, se inició una política nacionalista que dio lugar, en la década de los 70, a movimientos clandestinos: en 1976 nace el grupo armado LTTE y en los años 80 el enfrentamiento se vuelve guerra abierta.

Los mensajes de apoyo de distintas organizaciones o de Benedicto XVI nos animan mucho -apunta a Vida Nueva un cooperante humanitario de la región-, pero tengo unas palabras para la comunidad internacional: ellos han estado permitiendo la guerra y no han hecho nada para ponerle fin”.

En el nº 2.664 de Vida Nueva.

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