Con los ojos del alma

Los mundos de Coraline

coraline(J. L. Celada) Ojos o botones. Ésta es la ingeniosa y metafórica diferencia que aparentemente separa los dos escenarios donde transcurre la vida de la pequeña protagonista de Los mundos de Coraline, una aventura animada en 3-D cuya apuesta estética y argumental encandila durante algo más de hora y media incluso a los espectadores menos familiarizados con el género. Un généro -dicho sea de paso- cada vez más adulto en todos los sentidos: en la sofisticación de sus medios (el sistema stop motion o filmación fotograma a fotograma, que aparenta el movimiento de objetos estáticos capturando fotografías, nos regala aquí auténticas obras de arte a cada momento) y en el público al que va dirigido.

coraline-2Y es que el último trabajo de Henry Selick se aleja de la candidez habitual de tantos títulos infantiles para adentrarse en el turbulento y sombrío universo de los deseos tentadores y los peligros latentes. Los que acechan, eso sí, a una niña de corta edad, pero con un arrojo y una determinación que para sí quisieran sus mayores.

Como a la Alicia de Lewis Carroll, también una pequeña puerta le conduce a Coraline al pasadizo -ora mullido y multicolor, ora amenazante y poblado de telarañas- que da acceso al reino de la fantasía. Pero aquel país de las maravillas adopta en esta ocasión el aspecto sensiblemente mejorado de la propia casa donde se desarrollan los hechos. A modo de reverso del espejo, el espacio se desdobla y superpone como lo hacen realidad y ficción, sueño y vigilia…, hasta alcanzar la fuerza narrativa y visual de las grandes creaciones.

coraline-3En la mejor tradición literaria y cinematográfica de esas historias a caballo entre lo vivido y lo imaginado, el padre de Pesadilla antes de Navidad se sirve de un puñado de excéntricos personajes -con nuestra joven heroína a la cabeza- para trazar los límites del mágico y, a ratos, sobrecogedor ambiente familiar y vecinal. Allí donde Coraline irá descubriendo que, del otro lado, no todo es lo que parece; que no es suficiente anhelar intensamente algo para que se cumpla; que los fantasmas sólo recuperarán su alma cuando alguien les devuelva la vista y, con ella, la capacidad de mirar con ojos nuevos (y no con botones inertes)…

Al compás que marca la brillante aunque agitada banda sonora de Bruno Coulais (perfecta caja de resonancia de los miedos y pesadillas de la niñez), Los mundos de Coraline acaba dejándonos la placentera sensación de haber asistido a un auténtico banquete para los sentidos. Su minucioso diseño, la belleza de sus imágenes y una nada desdeñable carga de profundidad en las situaciones que plantea (la búsqueda de la felicidad lejos del hogar, el necesario cariño de los padres sin precio ni condiciones…) hacen de esta película una delicia. ¡Disfrútenla!… con gafas especiales para 3-D. O no. A cualquier alma sensible le bastará con abrir bien los ojos.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Coraline

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Henry Selick, sobre la novela Coraline de Neil Gaiman

FOTOGRAFÍA: Pete Kozachick

MÚSICA: Bruno Coulais

PRODUCCIÓN: Henry Selick, Bill Mechanic, Claire Jennings y Mary Sandell

En el nº 2.664 de Vida Nueva.

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