¿Suprimir la Cuaresma?

zapatero-y-rajoy(José Ignacio González Faus) Es una medida pastoral que la Iglesia debería considerar muy seriamente, por las razones que ahora intentaré decir. No es que la penitencia no sea buena, pero un exceso de penitencia, decía san Ignacio que puede “corromper al sujeto”. Y temo que los sufridos ciudadanos experimentemos demasiadas cuaresmas cada vez que hay una campaña electoral, que son bastantes. Son varios días seguidos de ayuno de verdad y abstinencia de educación; y la verdad es que tamañas privaciones tan seguidas dejan muy maltrecho al sujeto democrático.

A ellas se añade una ristra de humillaciones y malos tratos cada vez que los políticos se dirigen a nosotros y nos dan a entender que nos consideran absolutamente idiotas y cómplices de sus mentiras o sus fantasías eróticas de poder (recuerdo una vez que tuve que asistir a una pobre chica víctima de una agresión sexual y acabó diciéndome llorosa: “Lo que más me duele es esa seguridad de mi aceptación que parecía tener el muy canalla”. Pues algo de eso nos pasa a los ciudadanos en cada campaña electoral de fotos retocadas y eslóganes vacíos).

Además, estamos cansados de ver que esas “cuaresmas electorales” se parecen a la cuaresma litúrgica en otro punto fundamental: ¡siempre terminan en una pascua! Pues, sea cual sea el resultado, sabemos que todos nos dirán sonrientes que ellos son los que han ganado. Y uno acaba preguntándose: si al final van a ganar todos pase lo que pase ¿vale la pena tirar tanto dinero en tiempo de crisis para una victoria asegurada?

Si la Iglesia no quisiera suprimir la Cuaresma, quedaría la solución de que nuestros partidos -tan laicos ellos- dejasen de creerse iglesias, depositarias de nuestra salvación y se limitaran a decirnos que son pobres hombres, iguales a nosotros y tan necesitados de redención como nosotros… Porque si no, me temo que -después de una transición tan ejemplar- no hayamos hecho más que pasar de aquel “por el imperio hacia Dios, saludo a Franco” a un “por la mentira hacia el voto, saludo a la democracia”. ¡Y hombre! Aunque nadie duda de que esto sea mejor que aquéllo, la verdad es que tampoco hemos avanzado mucho…

Y lo peor de todo es que, de esto, ya no tiene la culpa el Dictador, sino nosotros solitos…

En el nº 2.663 de Vida Nueva.

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