Los indígenas de Brasil sufren violencia, muerte y suicidios

El Consejo Indigenista Misionero, vinculado al Episcopado del país, presentó su informe de 2008

indigena-brasil(Graziela Cruz– Brasil) Más de 500 años después de la llegada de los colonizadores portugueses al continente americano, los indígenas brasileños siguen siendo víctimas de la falta de respeto a su cultura, a su tierra y a sus derechos más básicos como seres humanos. En este mes de mayo, el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), organismo vinculado a la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), divulgó el informe Violencia contra los pueblos indígenas en Brasil 2008, que contiene datos sobre las diferentes formas de violencia practicadas contra los indígenas y sobre las violaciones a los derechos de estos pueblos. Solamente el año pasado, el CIMI registró 60 asesinatos de indígenas en todo Brasil. Aunque la cifra es elevada, el número de casos es menor que el del año 2007, cuando se produjeron 92 muertes.

El documento apunta otro grave problema: el suicidio entre los indígenas, que ha experimentado un aumento en 2008, con el registro de 34 casos, todos entre la etnia Guaraní-Kaiwowá, en el estado de Mato Grosso do Sul. Este dato supone un aumento del 50% en relación a 2007. “Son números que asustan. Más gente, sin perspectiva de vida o futuro, ha cometido suicidio”, lamentó a la agencia Reuters el vicepresidente del CIMI, Roberto Liebgott. El citado grupo indígena sufrió también la mayor parte de los asesinatos, con un total de 42.

El secretario adjunto del CIMI, Saulo Feitosa, por su parte, considera que esta realidad está directamente relacionada con la cuestión de la tierra. “Además de los asesinatos, los indígenas sufren también delitos contra el patrimonio, como los conflictos territoriales y los daños ambientales”, explica. “Los elevados números -añade el secretario adjunto- predominan en la región de Mato Grosso do Sul, porque es el estado donde hay más demanda de tierras”.

Un dato que llama la atención es que la mayoría de los asesinatos entre los Guaraní-Kaiwowá fueron cometidos por los propios indígenas. En opinión de Saulo Feitosa, tal autodestrucción de esta etnia también está relacionada con los problemas que trae consigo el fuerte agronegocio, que hace que los indígenas vivan una realidad de “confinamiento”.

Mientras en la Amazonía hay grupos indígenas que viven en grandes reservas, en Mato Grosso do Sul las condiciones se asemejan más a los guetos. Los guaranís buscan preservar su estilo de vida tradicional, aunque valoran la educación, el empleo y los hospitales, que son resultado de su integración en la sociedad moderna. El informe del CIMI revela, asimismo, que varios indios acaban siendo víctimas de las drogas y la prostitución.

Después de Mato Grosso do Sul, el pueblo que más acciones violentas sufrió fue el Guajajara (Maranhão). A diferencia de los Guaraní-Kaiowá, la mayoría de actos violentos fueron cometidos por no indígenas que viven en regiones cercanas a las tierras de los Guajajara. 

Víctimas de prejuicios

La violencia contra los pueblos indígenas, sin embargo, no puede  medirse sólo por el número de muertes. Los indios brasileños son todavía víctimas de prejuicios, de procesos de criminalización y de la omisión del Estado. El Gobierno del presidente Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva promete parcelar más tierras indígenas, pero se enfrenta a poderosos lobbies. En los últimos años, se produjo un fuerte aumento en el número de reivindicaciones por parte de los indios de las tierras ancestrales, ahora ocupadas por haciendas. En algunos casos, los dueños de estas haciendas contratan gente para matar a los indios. 

En su informe de 2008, el CIMI denuncia también el caos en la atención sanitaria, y afirma que, el pasado año, 68 indios murieron a consecuencia de la “falta de asistencia sanitaria, principalmente en los estados de Acre, Amazonas, Rondônia, Tocantins, Goiás, Mato Grosso do Sul y Maranhão. Entre los principales problemas apuntados por los indígenas, se destacan: la falta de médicos en las aldeas y puestos de salud; la ausencia de medicamentos y transporte para médicos y pacientes; la escasez de personal cualificado; y la inexistencia de instalaciones adecuadas. 

Según la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), organismo del Gobierno Federal, hoy día viven un millón de indios en ciudades o reservas en todo Brasil. Ello significa que hubo un crecimiento significativo de este colectivo en los últimos 30 años, dado que, en la década de 1970 la población indígena llegó a su cifra más baja con unas 200.000 personas.

gaparecida@vidanueva.es 

En el nº 2.662 de Vida Nueva.

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