Aunque reconoce dificultades, dice que hay voluntad de apertura y de que la razón se imponga a las armas
(Gustavo Vélez– Bogotá) El cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, aunque residente en Roma, ha declarado que, en recientes diálogos telefónicos con miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), descubrió en estos grupos guerrilleros “una actitud de apertura en busca de un acuerdo de paz con el Gobierno”.
El purpurado ha manifestado ante los medios de comunicación: “Hemos hablado como colombianos y como cristianos. A pesar de todas las dificultades, a pesar de estar todavía en acciones de guerra, hay también una voluntad de apertura, la misma que he encontrado en el señor presidente Uribe“. Castrillón admitió que siempre habrá “acciones que no entendemos, acciones muchas que deploramos, que inclusive desde la moral de la fe católica rechazamos. Pero esas acciones no oscurecen totalmente el panorama de la esperanza y el horizonte de la paz”. En este sentido, expresó su confianza en que se logre avanzar hacia un diálogo sincero, verdadero y concreto, porque “llegó el momento para que la razón esté por encima de las armas”.
Mientras tanto, el Gobierno ha reconocido en diversos foros que está listo para acoger a todos los alzados en armas que se desmovilicen, ofreciéndoles programas de reinserción en la vida civil, cuyos beneficios ya han comprobado unos 50.000 violentos. No en vano, cada semana, en diversas zonas del país, grupos de cinco o seis guerrilleros se entregan a las autoridades.
Hace algunas semanas, el presidente Uribe anunció que si las guerrillas acallan las armas por un espacio de cuatro meses, de inmediato él iniciará acciones rápidas y eficaces para salir a su encuentro y tenderles la mano. Sin embargo, los cabecillas continúan en su lucha armada, desde la selva colombiana o refugiados en naciones vecinas.
El Gobierno, que no ha aceptado la mediación de la senadora Piedad Córdoba en las liberaciones que las FARC han prometido recientemente, sí avala como mediadores oficiales a la Cruz Roja Internacional y a la Iglesia católica. Sin embargo, a última hora, esta guerrilla ha dicho que espera que el Gobierno de los Estados Unidos interceda también en estas liberaciones y en un futuro diálogo con su homólogo colombiano. “No permitiremos que todo se convierta en un show político que no lleva a ninguna parte”, ha terciado Uribe.
Todo esto ocurría mientras en el Senado de la República se debatía una ley -respaldada por cinco millones de firmas- que dé luz verde a un referéndum por el cual se permita una segunda reelección del actual presidente. Al cierre de estas páginas, todo parecía indicar que dicha ley sería aprobada en unos pocos días o incluso en apenas unas horas. Su tramitación definitiva permitirá a Álvaro Uribe Vélez la posibilidad de un tercer mandato de cuatro años. Si bien él no ha expresado en ningún momento que sea su deseo, tampoco lo ha rechazado, argumento que esgrimen las fuerzas opositoras para comparar al mandatario colombiano con el venezolano Hugo Chávez y el ecuatoriano Rafael Correa, quienes buscan a toda costa perpetuarse en el poder.
En el nº 2.660 de Vida Nueva.
