Curas asturianos proponen al nuncio las características del nuevo arzobispo de Oviedo

(M. de Miguel) “Que tenga como primera preocupación el restañar la unidad y fraternidad del presbiterio diocesano, valorando a todos, tratándoles como hermanos y colaboradores, escuchando y haciéndoles partícipes de las iniciativas pastorales, respetando y acogiendo su diversidad, estando atento a sus necesidades, abierto al diálogo franco y sincero”. Ésta una de las sugerencias que los curas del Foro Gaspar García Laviana, compuesto por un grupo de veintiséis sacerdotes asturianos, han dirigido en una carta abierta al nuncio apostólico del Papa en España, Manuel Monteiro de Castro, ante el inminente nombramiento de un nuevo arzobispo para Oviedo. 

Sin entrar a analizar las causas, en el texto reconocen que “está muy debilitada la unidad del presbiterio diocesano” y el paralizante “desinterés por la falta de iniciativas pastorales que respondan a la situación eclesial que se está viviendo”. Así, apuntan a la necesidad de una honda reflexión y un mayor compromiso en el testimonio de la fe y en buscar nuevos modos de transmitirla a la nueva cultura. “Contra lo que se pueda insinuar -añaden-, el clero de Asturias es noble, trabajador, sacrificado, con amor a la Iglesia; y valora la misión del obispo y acoge a su persona, si se manifiesta como pastor cercano y hermano de verdad”.

Otro de los aspectos que tendría que poseer el pastor ideal es “entusiasmo y deseos de conocer antes la diócesis, el trabajo pastoral que se venía realizando; que llame a la participación y la valore y la tenga en cuenta”. Una mirada más puesta en el futuro que en el pasado, la creencia en un trabajo paciente, en vez de en uno basado en eventos espectaculares y la animación a buscar nuevos caminos de evangelización y transmisión de la fe complementarían, a juicio de los firmantes, esta cualidad.

Finalmente, le piden que manifieste “sensibilidad social”: atento a la vida real, conocedor de la Doctrina Social de la Iglesia, independiente de cualquier poder, capaz de mostrar con realismo la “levadura humanizadora del Evangelio”, y que se pronuncie en nombre de la Iglesia cuando lo requiera la situación social. “Que entienda que la Iglesia de Asturias tiene esta característica en los genes de su historia. Una persona ajena o con miedo a esta sensibilidad, sería vista como extraña y lejana a esta diócesis”, apostillan. Por esa razón, la carta, escrita “con la conciencia y el deseo de prestar una colaboración leal y responsable a la Iglesia, a nuestra diócesis y a su persona”, enumera algunos de los problemas más graves que vive la sociedad asturiana, como el desmantelamiento industrial, la alta tasa de desempleo o el descenso de la natalidad. “Sí podemos manifestarle que ha sido una característica de esta Iglesia el tomar parte en la clarificación de estas situaciones, que afectan a la vida y a la fe de las personas, con los valores del Evangelio y aportando su doctrina social”.

Pese a esto, asumen también que últimamente se ha prestado escasa atención a la crisis actual, a la pastoral obrera -con la desaparición del Secretariado Social y de la Escuela Social- y a la alarmante situación de las misiones diocesanas, que tanta vitalidad han aportado y podrían seguir aportando a la diócesis.

En el nº 2.659 de Vida Nueva.

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