Director nacional de Cáritas en la R.D. del Congo
(Texto: Victoria Lara– Foto: Cáritas Española) “¿Saben que a 8 horas de vuelo de España hay 5 millones de personas que han muerto? ¿Saben que en este mismo lugar, cada año, desde hace 13, hay 1.200.000 personas que tienen que huir a la selva y son desplazadas de su entorno?”. El lugar al que se refiere Bruno Miteyo Nyenge frente a un grupo de periodistas españoles es el este de la República Democrática del Congo, en concreto la región de Kivu Norte, donde, de manera cíclica desde el año 1996, el pueblo padece una crisis de seguridad pública y humanitaria que se ha intensificado en los últimos meses provocando 1,5 millones de desplazados. Miteyo es el director nacional de Cáritas en la R. D. del Congo y ha visitado recientemente España con una reivindicación muy clara: “Hace dos años estuve aquí para alertarles sobre el drama de cuatro millones de muertos en mi país a causa de la violencia. Ahora regreso para confirmarles que las víctimas mortales suman ya cinco millones. No desearía tener que volver dentro de poco para decirles que los muertos siguen aumentando”.
Llamamiento
Casado y padre de cuatro hijos, Miteyo estudió Tecnología Agrícola y Medicina Veterinaria, pero desde hace más de 20 años está dedicado a labores de cooperación y desarrollo. En 1997 fue nombrado director de Cáritas-Développement de la diócesis de Uvira y desde entonces ha ostentado varios cargos dentro de la organización, compatibilizando actualmente su labor al frente de Cáritas en la R. D. del Congo con la vicepresidencia de Cáritas África (desde 2007).
Bruno Miteyo tiene muy claro que los gobiernos occidentales conocen bien la situación de esta zona y que tienen algo que decir al respecto: “Saben muy bien de dónde viene el dinero que está pagando las armas que hay en nuestro país y también saben cómo se están utilizando los recursos naturales”. Por ello, considera que estas naciones no se deben limitar a ocuparse de articular mecanismos de cooperación, sino que deben actuar sobre los verdaderos problemas de fondo que existen en la zona, y que son “la guerra y la pobreza”.
En lo que se refiere a la Misión que realiza Naciones Unidas (MONUC) en la zona, el director de Cáritas R.D. Congo remite a lo que ha dicho la Conferencia Episcopal de su país: “Los obispos han denunciado que muchas de las violaciones de los derechos humanos ocurren a menos de 200 metros de donde se encuentran desplegados los cascos azules, sin que éstos hagan nada para evitarlo”.
El llamamiento de Bruno Miteyo es un llamamiento casi desesperado por su pueblo, por los desplazados que quieren volver a sus casas y trabajar en su medio de vida, pero que no pueden “porque van a ir a matarlos o a cometer contra ellos actos de violencia sexual”. Pide, por tanto, la colaboración del Gobierno español para acabar con esta situación de violencia e inseguridad: “España es un país soberano que ha firmado acuerdos de paz a nivel externo y debe saber cómo actuar para hacerlos cumplir a nivel internacional”. Asimismo, reclama la atención de los medios de comunicación para que estas reivindicaciones duren en el tiempo. Cáritas Española colabora con el Congo desde 1994, cuando se desató el genocidio de Rwanda, y gracias a esa cooperación fue posible crear un programa integral para salvar las vidas de muchos ciudadanos y reconstruir las de cientos de refugiados: “No hay que crear ninguna estructura, tenemos las redes y las personas; lo que hay que hacer es aprovecharlas”.
En los últimos meses, la Cáritas congoleña ha lanzado a la red internacional de Cáritas un total de cuatro llamamientos urgentes de ayuda de emergencia para auxiliar a los desplazados por un valor total de 8 millones de euros. Miteyo se ha mostrado muy agradecido con Cáritas Española, pues una cuarta parte de esos fondos han sido cubiertos por la organización, pero es necesario que la población siga colaborando, para lo que se ha habilitado un teléfono de donaciones (902 33 99 99) y se han abierto cuentas en las principales entidades bancarias, como La Caixa, BBVA, Santander, Popular, Sabadell-Atlántico y en las cuentas de las Cáritas diocesanas.
En esencia
Una película: Mon ami Gailor.
Un libro: Gestión y liderazgo.
Una canción: Tu es, Seigneur, le lot de mon coeur.
Un rincón del mundo: Ngandanjika (R.D. Congo).
Un deseo frustrado: ayudar a mi país a salir de la pobreza.
Un recuerdo de la infancia: la insistencia de mis padres para que estuviese siempre bien limpio y aseado.
Una aspiración: que el Congo se transforme en un país con un pueblo fuerte.
Una persona: mi padre.
La última alegría: haber reforzado la colaboración entre las Cáritas de España y del Congo.
La mayor tristeza: la guerra permanente en la R.D Congo.
Un sueño: eliminar la injusticia en mi país.
Un valor: la solidaridad.
Que me recuerden por: mi trabajo a favor de la paz en el Congo.
En el nº 2.659 de Vida Nueva.