El Episcopado mexicano apuesta por una renovación parroquial

Concluye una asamblea Plenaria marcada por el clima de violencia que genera el narcotráfico en el país

jose-leopoldo-gonzalez(Pablo Romo Cedano– México DF) La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) celebró entre los días 20 y 23 de abril su LXXXVII Asamblea Plenaria, con aires de renovada esperanza e importantes novedades respecto a la última cita de noviembre de 2008. Así, su presidente, Carlos Aguiar Retes, hace apenas unas semanas que tomó posesión de su arquidiócesis en Tlalnepantla; y el 2 de abril hizo lo propio en Puebla Víctor Sánchez Espinosa. Durante este tiempo, se produjeron, asimismo, otros hitos importantes, como el VI Encuentro Mundial de las Familias (Ciudad de México, enero de 2009), y se elaboraron varios documentos de un gran eco mediático, como el dado a conocer en el contexto del 60º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.

Esta nueva Asamblea  Plenaria abordó temas de primer orden para el país, como el notable incremento de la situación de violencia en los últimos meses, y cuestiones internas de la Iglesia como el fortalecimiento de las parroquias, “centros de evangelización fundamental”; la operatividad de los planes diocesanos de pastoral; la situación de los sacerdotes en riesgo por las amenazas del crimen organizado; el impulso de Aparecida en el contexto mexicano…

Con el Documento de Aparecida en el horizonte y la parroquia como eje de los debates, los prelados admitieron que no ignoran ni pasan por alto “las luces y las sombras que caracterizan a esta institución tan importante en la vida pastoral de la Iglesia”. Por ello, consideran urgente reflexionar sobre la situación parroquial en el país, invitando a todos a “una verdadera renovación partiendo del principio fundamental de que las parroquias tienen que seguir siendo primariamente comunidades eucarísticas, células vivas de la Iglesia, una casa y escuela de la comunión”.

Respuesta inculturada

Los obispos identificaron los retos particulares de las parroquias, “que no pueden quedarse al margen del sufrimiento de los pobres”, y que exigen de las mismas “una respuesta pastoral inculturada”. Con cierto espíritu autocrítico, reconocen que las estructuras actuales de las parroquias en muchas zonas urbanas “ya resultan inadecuadas” y que se ha reducido notablemente la eficacia. “¿Qué hacer para que estas parroquias sean más sensibles a las condiciones históricas, culturales y sociales de su entorno e irradien los principios de la Doctrina Social de la Iglesia?”, se preguntan los pastores. Y la respuesta la encuentran en el citado Documento de Aparecida: “Emprender una valiente acción renovadora de nuestras parroquias para que sean de verdad espacios de una auténtica iniciación cristiana”. De ahí que el mensaje final de la Asamblea exhorte a obispos y sacerdotes a que impulsen dicha renovación en sus respectivas parroquias.

Al concluir la Plenaria, el secretario de la CEM, José Leopoldo González González, presentó ante la prensa los resultados de la misma y aprovechó para desmentir que la “Iglesia sea inmune ante los casos de pedofilia en los que está involucrado algún sacerdote”. Además, reafirmó el compromiso de la jerarquía de colaborar con las autoridades para combatir el crimen, e insistió, en la línea de todo el encuentro, en que, “si renovamos las parroquias, renovamos a los feligreses y a la sociedad para vivir con mayor armonía, paz, justicia y solidaridad”.

ACLARACIÓN DEL ARZOBISPO DE DURANGO

En el transcurso de la Asamblea Plenaria, seguía coleando la polémica desatada por las declaraciones del arzobispo de Durango, Héctor González, que identificó la región donde habita uno de los principales capos del narcotráfico mexicano (VN, nº 2.657). 

En respuesta a las palabras del arzobispo y enrareciendo aún más el clima reinante, el crimen organizado asesinó a dos tenientes de infantería en labores de inteligencia en la región apuntada por el arzobispo. Los cadáveres de ambos militares lucían unos carteles con el aviso: “Ni los curas ni el Gobierno nos detendrán”, en una clara afrenta a las autoridades.

Ante estos crímenes, y como respuesta a la opinión pública, Héctor González emitió un comunicado aclarando que “el sustento de mi expresión se basa en lo que es del dominio público, de lo que el pueblo habla y de lo que yo escucho de feligreses y ciudadanos en los recorridos por ciudades, pueblos y comunidades del Estado, que hablan desde su experiencia de sufrimiento e impotencia de superar la inseguridad y la violencia; también según su experiencia de oportunidades, la gente afirma que él estuvo aquí, allá o acullá. 

Este conocimiento puede parecer ingenuo, acrítico o fantasioso; pero es conocimiento de contacto pastoral directo. De todas maneras, me disculpo ante quien se haya escandalizado con una frase escueta basada sobre todo en el sentir de la gente que habla con su pastor”.

promo@vidanueva.es 

En el nº 2.658 de Vida Nueva.

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