El Papa pide a los países el fin de la discriminación y el racismo

Mientras se celebra ‘Durban II’, el Vaticano lamenta la protesta formal de Bélgica por los preservativos

papa-durban-ii(Antonio Pelayo– Roma) Que la Santa Sede concede la debida importancia a cuanto hace y decide la Organización de las Naciones Unidas lo demuestra que el 19 de abril Benedicto XVI decidiera dedicar una parte sustancial de sus palabras, en Castelgandolfo después del Regina Coeli, a la conocida como ‘Durban II’, es decir, la Conferencia de la ONU sobre el racismo (20-24 de abril en Ginebra) para examinar la Declaración de Durban contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia, de 2001.

Es necesaria -afirmó el Papa- una acción firme y concreta a nivel nacional e internacional para prevenir y eliminar toda forma de discriminación y de intolerancia. Es necesaria, sobre todo, una vasta obra de educación que exalte la dignidad de la persona y tutele sus derechos fundamentales. La Iglesia, por su parte, ratifica que sólo el reconocimiento de la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, puede constituir una referencia segura para este compromiso. De este común origen, efectivamente, nace un destino común para toda la humanidad que debería suscitar en todos y cada uno un fuerte sentido de solidaridad y de responsabilidad”.

Formulo -añadió Joseph Ratzinger– mis más sinceros votos para que los delegados presentes en la Conferencia de Ginebra trabajen juntos con espíritu de diálogo y de mutua acogida para poner fin a toda forma de racismo, discriminación e intolerancia, marcando así un paso fundamental hacia la afirmación del valor universal de la dignidad del hombre y de sus derechos, en un horizonte de respeto y de justicia para todas las personas y pueblos”.

Estas palabras del Papa justifican la presencia y participación de la Santa Sede en una conferencia multilateral en la que han desertado países tan importantes como Alemania, EE.UU., Australia, Canadá, Holanda, Italia y, por supuesto, Israel, que ya consideró la primera Conferencia, celebrada en la ciudad sudafricana en 2001, como plataforma y altavoz del antisemitismo militante. La diplomacia vaticana -como recordó el portavoz, Federico Lombardi– estima que es preferible estar presentes, ya que se puede trabajar en la mejora de las resoluciones que salgan de la Conferencia. Por cierto, el martes 21 la Oficina de Información vaticana emitía un comunicado criticando que el presidente de Irán calificara a Israel de racista, y deplorando “el uso de este foro de la ONU para asumir posiciones políticas extremistas y ofensivas contra cualquier Estado”.

Sociedad integradora

protesta-antes-durbanEl Papa, en su alocución apenas citada, recordó que la Declaración de Durban reconoce que “todos los pueblos y las personas forman una familia humana rica en su diversidad. Han contribuido al progreso de la civilización y de las culturas que constituyen el patrimonio común de la humanidad (…). La promoción de la tolerancia, del pluralismo y del respeto puede conducir a una sociedad más integradora”. Además de subrayar con aplausos estas palabras del Papa, la multitud agolpada en el patio de la residencia de Castelgandolfo felicitó a Benedicto XVI por el cuarto aniversario de su elección como sucesor de Juan Pablo II. Algo parecido pero más intenso sucedió el jueves 16 en la Plaza de San Pedro, cuando decenas de miles de personas tributaron un cálido homenaje a Ratzinger en su 82º cumpleaños. A estas manifestaciones populares se han añadido los numerosos mensajes oficiales y privados llegados de todo el mundo en la doble efeméride. En el terreno más personal, el Papa lo celebró en la intimidad, disfrutando de su hermano Georg y de sus colaboradores más cercanos.

En esas mismas fechas, la Santa Sede reaccionó con una firmeza inusitada a lo que muchos observadores han calificado como un intento de intimidar al Papa por parte del Parlamento y el Gobierno belgas, hecho sin precedentes en la historia diplomática de los países democráticos. Para comprender mejor este incidente hay remontarse a las declaraciones que sobre la epidemia del sida hizo Benedicto XVI en su viaje a África el 17 de marzo y que, ya dijimos, habían sido objeto de una lamentable manipulación informativa. Exponentes de diversos Gobiernos -el francés, el alemán y el español, entre otros- manifestaron de diversos modos su desacuerdo con lo que supuestamente había dicho el Pontífice, sin que los desmentidos vaticanos lograsen cambiar sus reacciones.

La Cámara belga de Representantes -no lo olvidemos, país mayoritariamente católico aunque sometido a fuertes corrientes laicistas- fue aún mas allá, y el 3 de abril aprobó una condena de cuanto, siempre supuestamente, había dicho Benedicto XVI, y, en consecuencia, otra resolución en la que obligaba a su Gobierno a presentar una protesta formal ante la Santa Sede por “las opiniones inaceptables del Papa durante su viaje a África”. El Gobierno se ha tomado su tiempo antes de dar un paso que, desde el rey Alberto II hacia abajo, muchos consideraban un auténtico gafe diplomático. El 15 de abril, por la fuerza del sistema político parlamentario, el embajador ante la Santa Sede, Frank E. de Coninck, hizo entrega a Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, de la protesta de los parlamentarios belgas. Dos días más tarde, la Secretaría de Estado hizo pública una nota en la que lamentaba “este paso inhabitual en las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Bélgica”. “Deplora -se añadía- que una Asamblea Parlamentaria haya considerado oportuno criticar al Santo Padre sobre la base del extracto de una entrevista cortado y sacado de contexto y que ha sido utilizado por diversos grupos con una clara intención intimidatoria para disuadir al Papa de expresarse sobre ciertos temas cuyas implicaciones morales son, por otra parte, evidentes, y de enseñar la doctrina de la Iglesia”.

Según el comunicado vaticano, mientras en varios países europeos se había desencadenado “una campaña mediática sin precedentes sobre el valor preponderante, por no decir exclusivo, de cierto profiláctico para luchar contra el sida”, las afirmaciones del Papa habían sido aprobadas por muchos africanos y por los verdaderos amigos de África, “así como por algunos miembros de la comunidad científica”.

El no-veto al embajador

lozano-barragan-y-zimowskiLa pretensión de adjudicar al Papa o a la Santa Sede intenciones que no son suyas ha vuelto a demostrarse con la leyenda del veto vaticano a Caroline Kennedy -hija del difunto presidente- como posible embajadora de EE.UU. ante la Santa Sede. Washington no ha hecho ninguna gestión, ni oficial ni oficiosa, en ese sentido; a lo más -se nos ha dicho en fuente muy solvente-, habrá habido algún sondeo exploratorio a título personal. Por lo tanto, la diplomacia vaticana no ha abierto la boca en una cuestión que no le ha sido planteada de ningún modo. Siendo la cosa tan clara, sorprende que algunos medios informativos -sobre todo españoles- hayan dedicado tanto espacio y tiempo para exponer toda una serie de teorías sobre las posibles razones de un veto que, sencillamente, no ha existido. Ganas de enredar.

Relevo

El Papa ha aceptado la renuncia, por edad, del cardenal mexicano Javier Lozano Barragán como presidente del Pontificio Consejo para la Salud, nombrando como sustituto al polaco Zygmunt Zimowski.

En el nº 2.657 de Vida Nueva.

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