La fuerza imparable de la Pascua

semana-vida-religiosa(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Pablo es expresión nítida del significado de la fuerza de la resurrección en el corazón humano. La limitación y el miedo se tornan en valentía por mérito del que venció el mal. Toda la teología paulina es manifestación de este misterio: Dios y hombre haciendo camino unidos.

Para la 38º Semana de Vida Consagrada (www.itvr.org), que se celebra en Madrid del 14 al 18 de abril, se intentará seguir el itinerario del Apóstol, justamente porque se intuye que puede faltar cierto impulso evangelizador, sobrar algún miedo y puede venir bien recobrar la fuerza más allá de las “estrategias a ras de suelo”

Equilibrio de exégesis y actualización: mística y profecía

La propuesta no es volver literalmente a san Pablo, sino traerlo a este siglo XXI. Para ello se cuenta con una combinación equilibrada de exégesis y actualización, mística y profecía, de modo que se logre aquel ambiente que proporcione a la vida consagrada el aliento y la solidez que tanto busca. Si hacemos un recorrido por las biografías de los ponentes, descubrimos enseguida que no están todos, pero los que están, sí son. Se ha buscado y encontrado un grupo de personas que no sólo tengan algo que decir, sino que lo digan desde la responsabilidad de la propia vida y la comunión eclesial. La pasión por la misión y la urgencia de los nuevos “areópagos” están insistiendo en el fortalecimiento de la comunión. Después de la lúcida intervención del papa Benedicto XVI en el reciente Sínodo de la Palabra, hemos entendido, con más caridad, la urgente necesidad de escuchar y servir la Palabra y, además, hacerlo desde las claves y contextos en los cuales crece la comunión.

Carmen Bernabé, profesora de Sagrada Escritura en la Universidad de Deusto; Antonieta Bruscato, Superiora General de las Hijas de San Pablo; Elisa Estévez, profesora de la Universidad Comillas; y Megan McKenna, escritora y teóloga norteamericana, nos ofrecerán las claves de actualización paulina con voz y rostro de mujer. Son cuatro mujeres en la Iglesia. Sin duda cuatro tonos. Matices y orientaciones diversas, signo de la riqueza y pluralidad para la vida consagrada hoy.

Por parte de los varones, nombres como Antonio S. Orantos, Severiano Blanco, Jesús Mª Lecea, Aquilino Bocos y Toni Catalá vienen a enriquecer esta reflexión novedosa que se ofrece a toda la vida consagrada. A ellos hay que sumar la cercanía y compromiso de los pastores españoles con los consagrados en las personas de Manuel Sánchez, obispo de Mondoñedo-Ferrol, y de Manuel Monteiro de Castro, nuncio apostólico.

En este proceso imparable de actualización y reorganización que están viviendo los institutos, esta XXXVIII Semana va a suponer un impulso notable. Se ofrecerá una adaptación de los núcleos de la teología paulina en texto y con- texto congregacional de manera que los materiales ofrecidos en la Semana sirvan al día a día de cada comunidad y al acontecimiento especial de cada institución en su próximo capítulo.

La carta de san Pablo a la vida consagrada

El exceso de convocatorias y la sustitución de la formación por la información fragmentada es un reto. Las mismas personas participando en tantos  foros dificultan la incidencia en el día a día. Esta Semana Nacional para los Institutos de Vida Consagrada puede ser la gran convocatoria. Los casi 800 participantes van a llevar a sus casas el empuje y la osadía de Pablo, con unos materiales cuidados que ofrecerán una formación continua atrayente para saborear la misión, hacer de la Palabra vida y de la vida anuncio de la Palabra. El texto elaborado por un equipo de teólogos y pastoralistas para complementar las ponencias es muy adecuado y, diría, casi imprescindible para poner a las comunidades de consagrados en disposición de fidelidad a la misión. Un viaje con Pablo puede provocar el movimiento necesario en las comunidades y sus personas, sobre todo, si han percibido signos de parálisis misionera.

MIRADA CON LUPA

No nos salvan los encuentros, ni el acumular novedades. La carta de san Pablo a la vida consagrada vendrá a recordarnos la necesidad del éxodo y la claridad; la libertad y apertura; la fidelidad y la firmeza en clave personal. El Apóstol Pablo, sin pelos en la lengua, nos enseñará a poner nombres a las situaciones que nos paralizan. Nos invitará a cansarnos por el Reino y poner las fuerzas a trabajar. Y, además, hacerlo sin reproches, lamentos y tantos cuidados que adormecen el empuje misionero. La Pascua nos dice que llegó el momento de llenar nuestra vida y mensajes de ardor y ética evangélica, aunque nos falte la estética que gusta aplaudir a algunos areópagos.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.656 de Vida Nueva.

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