Francisco Güeto: “La voz de la Iglesia debería oírse más a favor de los empobrecidos”

Presidente de la HOAC

francisco-gueto(José Lorenzo) La actual crisis económica no es una novedad para Francisco Güeto, presidente de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Militante desde muy joven en ambientes obreros, sabe que la precariedad acompaña a los trabajadores incluso en épocas de bonanza, pero está convencido de que con el testimonio se puede cambiar el rostro de un sistema que soslaya a la persona. Anclado a las Bienaventuranzas y a la Doctrina Social, cree que la Iglesia tiene en el Evangelio las mejores recetas contra la desesperanza actual.

¿Cómo ve la HOAC la crisis?

La crisis, para el mundo del trabajo, no es una novedad: la hemos sufrido ya en tiempos de “vacas gordas”. Ya entonces, un sector de los trabajadores lo pasaba bastante mal, viviendo una situación de precariedad, como luego nos ha confirmado el Informe Foessa al señalar que gran parte de la pobreza y la exclusión social viene de las condiciones laborales. Es verdad que la situación se ha vuelto mucho más grave. Debido a la especulación y al ansia de usura, el sistema no ha podido aguantarse a sí mismo. Pero no hay una crisis, sino tres: la financiera, la de las materias primas y la de los alimentos. Y a ésta nadie le echa cuentas, a pesar de que hay millones de personas en peligro de morir de hambre, y no porque no haya alimentos suficientes. Es, simplemente, por la usura. 

Vamos, que la crisis es una consecuencia y el problema es el sistema…

La crisis viene provocada porque no se ha puesto a la persona en el centro de toda la organización social. Ahí está uno de los grandes problemas de esta crisis, junto con la cultura que ha generado este sistema cuyo valor principal es el dinero: una forma de vivir, de pensar y de actuar en la que ha entrado toda la sociedad, incluso nosotros como Iglesia, una cultura de que la felicidad está en el consumo, que antepone el individualismo a lo colectivo. Y en tanto que la Iglesia forma parte de la sociedad, sus pecados acabamos por vivirlos como normal. Pero no es normal que haya personas que lo estén pasando mal, que nuestros hijos no puedan formar una familia…

¿La Iglesia se ha dejado llevar entonces por el sistema?

En determinados momentos, ha denunciado esta situación, pero cuando se viven la cosas con esa normalidad absoluta, aunque no quieras, te arrastra. De todas formas, siempre ha habido sectores de la Iglesia que han llamado la atención sobre esta cuestión, por supuesto.

¿Qué propuestas ofrecería la HOAC para este momento?

Estamos preparando la XII Asamblea General y haciendo una reflexión sobre el contexto social y eclesial en el que vivimos. Creemos que, ante esta sociedad de producción y consumo, que incluso ha creado una nueva antropología, los cristianos tenemos un papel muy importante para transformar esa realidad: una nueva forma de vivir, pensar y actuar desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y, sobre todo, del Evangelio. Si somos capaces de ir viviendo de otra manera, creando otra cultura y ofreciéndola a la sociedad, podremos hacer que, por lo menos, nuestro mundo alrededor se vaya transformando. Puede parecer utópico, pero el mundo se ha ido transformando gracias a personas que han ido creado pensamiento y han ido transformando la sociedad poco a poco. Y desde ahí, y en estos momentos de crisis donde vemos el sufrimiento de tantas personas, hemos que darnos cuenta de que no podemos seguir viviendo de esta forma, explotando todos los recursos naturales y asentándonos sólo en la economía. La sociedad tiene que ir cambiando la forma de ver la realidad, poniendo en el centro a la persona y pensando en el bien común. Los grandes beneficios, si no sirven para mejorar la vida de las personas, no tienen razón de ser.

francisco-gueto-2Es decir, que la crisis puede ser también una oportunidad para que la Iglesia refuerce su testimonio evangélico.

Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia ya serían un ideario para la transformación de la realidad social en que vivimos, empezando por la dignidad de la persona, que no puede ser pisoteada ni explotada. Sus reflexiones nos proponen que la sociedad tiene que actuar de otra manera. No nos dice qué sistema ha de ser, pero sí que la persona ha de estar en el centro. Es una propuesta, de hecho, que la Iglesia está haciendo.

¿Y dan los cristianos suficiente testimonio de ese ideario?

Si todos los cristianos diésemos ese testimonio real… Dentro de la Iglesia hay sectores que están realizando una labor encomiable, fundamental, y que todo el mundo respeta. Y de hecho, cuando en algunas encuestas se pregunta sobre la Iglesia, se hace una división. Si se piensa en las labores sociales, hay una aceptación fuerte, pero cuando se piensa en la Iglesia como jerarquía, la valoración deja que desear. Los cristianos no estamos dando el ejemplo que tenemos que dar, eso está claro. Tenemos que tener unas formas de vivir, de pensar y de actuar en clave más desde el Evangelio, sobre todo de las Bienaventuranzas, que han de ser el horizonte de todo cristiano. Si intentáramos vivir desde ahí, le ofreceríamos a la sociedad un proyecto de felicidad muy diferente del que se le propone ahora -también a los que estamos dentro de la Iglesia-, que es ganar, gastar y gozar. Por mucho que prediquemos, si no somos referencia de gente que vive en plena felicidad con lo que cree, difícilmente otros se plantearán el seguimiento de Jesucristo.

¿Es el actual un momento especialmente apropiado para el testimonio?

Siempre lo es, pero en éste de tanta dificultad para las familias, es el momento de estar cercanos a ellos e ir encarnándonos en esa sociedad. Mientras los cristianos no nos encarnemos en la realidad de los que están sufriendo las grandes penurias en este momento de la crisis, difícilmente daremos testimonio ni seremos auténti- camente evangelizadores.

francisco-gueto-3El testimonio también se da mediante gestos. Hay obispos que ya han ofrecido el 10% de sus sueldos a Cáritas para ayudar a los que más sufren esta crisis. ¿Sería conveniente un gesto de toda la CEE, una palabra común para esta hora?

Sí, es el momento de estos testimonios, porque animan y ayudan a los cristianos a situarnos en estos tiempos de dificultad, que es donde nos tenemos que situar en conciencia, al lado de la gente que lo está pasando mal, y también para ir practicando lo esencial del cristianismo, que es la comunión, que es poner todo en común de todos, porque todos los cristianos tenemos que ser comunión, desde los bienes, la vida y las actuaciones en común. Cuando seamos capaces de vivir esa triple comunión, los cristianos volveremos a ser un testimonio para los no creyentes y ellos se preguntarán entonces si seguir a Jesucristo merece la pena.

Con respecto a esa palabra común del Episcopado, algo se está haciendo en pastoral de las migraciones, pastoral obrera, pastoral social… El problema, muchas veces, es que las cosas de palacio suelen ir despacio y cuando se coordinan es casi tarde y es muy difícil realizar cosas conjuntas. En eso tendríamos que avanzar en la Iglesia, estar más al día. Sería importante que la voz de la Iglesia saliera más a menudo a favor de los más empobrecidos.

La HOAC celebra el 25º aniversario de la muerte de Tomás Malagón. ¿Qué nos dice hoy su figura?

Este sacerdote dedicó su vida al mundo del trabajo y a su evangelización. Muy preocupado por la formación los seglares, creía profundamente en su papel dentro de la Iglesia, por lo que se volcó en la formación de militantes obreros cristianos para que pudiesen ser fermento dentro de la masa. Por tanto, Malagón es de una actualidad plena.

En el nº 2.656 de Vida Nueva.

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