Juan José García Sánchez: “La Vida Religiosa necesita más mensajes de confianza”

Claretiano, presidente de la CONFER de Andalucía

juan-jose-garcia(María Gómez– Fotos: Luis Medina) En la última Asamblea General de CONFER (noviembre de 2008), las religiosas y religiosos españoles aprobaron la renovación de los estatutos de este organismo, que acaba de cumplir 50 años. Se trata de un paso muy importante por lo que supone de balance de estas décadas, pero especialmente por la actitud con la que quieren mirar al futuro. Juan José García Sánchez, cmf, presidente de la CONFER de Andalucía (o URPA-Unión Regional de Provinciales de Andalucía) y provincial de los misioneros claretianos de la Bética, opina que con los nuevos estatutos (que esperan la autorización definitiva por parte de Roma) se ha buscado una estructura más ágil y operativa, algo clave para una Vida Religiosa, la española, que “está bastante bien” pero que necesita “más palabras de apoyo”.

¿Por qué era necesario renovar los estatutos de CONFER?

El tema surgió al pensar en la celebración de los 50 años de CONFER, porque, lógicamente, al mirar al pasado, hay que mirar al futuro también. Se pidió a la Junta Directiva un proceso de renovación que afectaría a muchos aspectos, entre ellos, a los estatutos. El proceso se llamó ‘Pensar CONFER’ y se desarrolló a través de una serie de comisiones de trabajo (jurídica, económica, etc.). En la última Asamblea, se dio la aprobación a unos nuevos estatutos que contemplan, por ejemplo, la reducción de instancias en un esquema más ágil, más sencillo, más operativo, más actualizado, así como un nuevo modelo económico. Esto es mirar al futuro. La VR va cambiando, va envejeciendo, va disminuyendo, y es curioso: tenemos la sensación de que somos menos y más mayores, pero se realizan las mismas actividades que antes, o más. 

Durante su intervención en esa Asamblea, el cardenal Amigo apuntó que hay que querer a la VR “tal y como es hoy”. ¿Cómo es hoy la VR en España?

No es muy distinta a cualquier otro sector de la Iglesia. Creo que está afectada, igual que lo diocesano o los seglares, por esta sociedad en la que vivimos. Hoy escuchamos mucho dos calificativos: que la VR está secularizada y que no construye la comunión. Son imágenes muy genéricas con parte de verdad y con parte que hay que matizar mucho. Yo creo que la VR está bastante bien, y estaría estupendamente si tuviera más vocaciones, pero no despistada, ni desorientada, ni secularizada. Remitiéndonos a esa conferencia de Amigo, creo que fue un bálsamo para la Asamblea, porque don Carlos, desde la fraternidad y la cercanía -él es franciscano-, se puede permitir decir cosas que son muy bien acogidas, cosa que no siempre es así en nuestros pastores. Una de las frases que más se me quedaron, no por nueva, sino por evidente, fue cuando respondió a las acusaciones de que los religiosos no construimos la comunión y hasta la rompemos. La comunión solamente la rompe el pecado mortal, así que ¿de qué estamos hablando? Creo que el problema de la VR en España es que quizá se focaliza mucho la atención en ella en síntomas que están afectando a toda la Iglesia. Como siempre hemos sido muy significativos (por la labor que hemos hecho, el número que hemos sido o la formación que hemos recibido), quizá ahora se nos está pidiendo un plus de identidad, testimonio, espiritualidad, compromiso… Y yo creo que lo aceptamos. Pero lo que más nos desorienta es la desconfianza, y no digo de la sociedad. La VR, en estas circunstancias, necesita más mensajes de aliento, apoyo y confianza. Creo que si todos tenemos que caminar unidos, hace falta hablar, unir fuerzas, escucharnos, corregirnos, y si somos evangélicos, corregirnos mutuamente, porque casi siempre la corrección es unidireccional.

¿A la VR le pesa la responsabilidad de ser a veces la ‘cara amable’ de la Iglesia ante una sociedad que rechaza ciertos discursos de la jerarquía, pero que valora a los misioneros, a los religiosos que trabajan con los más pobres, etc.?

La única responsabilidad que sentimos es la de ser fieles a nuestra vocación en la Iglesia. Sí agrada un cierto reconocimiento, pero por eso no está una comunidad religiosa en un barrio marginal, o no por eso tengo yo compañeros en Zimbabwe jugándose la vida. Ciertamente, la imagen de Iglesia que se da es la de aquellos líderes que más salen en televisión, radio o prensa; después, en torno a octubre con el Domund, o febrero con la Campaña de Manos Unidas, o cuando muere algún misionero, o cuando una religiosa pierde las piernas, la gente se acuerda de nosotros… Pero el pan nuestro de la VR es estar expandidos en todo el mundo y en todas la realidades, colegios, hospitales, centros para enfermos de sida, drogodependientes, etc. Sí tenemos la responsabilidad de pensar que si antes éramos 70.000 y ahora somos 60.000, y de ésos, 10.000 son mayores, ¿esto cómo se va a seguir haciendo?

Ante la falta de vocaciones

juan-jose-garcia-2Y ahí entra el problema del notable descenso de las vocaciones…

Es un tema muy complicado. Primero, creo que venimos de una situación anormal: en España en los años 50-60, había una vocación en cada familia. Ahora quizá hemos pegado el pendulazo, y hoy hay congregaciones de 1.000 o 2.000 miembros con diez vocaciones en toda España. Ciertamente, hay una escasez seria que se aborda de muchas maneras; muchas congregaciones tienen cierto temor, pero la VR seguirá funcionando en la medida de sus posibilidades. El día que supongamos que desaparezca, seguro que surge algo nuevo, a lo mejor no con las mismas formas, pero algo tiene que surgir. Pero sí, nos preocupa mucho el tema vocacional. A la hora de que un joven responda a una vocación sacerdotal o consagrada, hay muchos más inconvenientes por parte de la sociedad; además, hay otras modalidades de vivir el compromiso cristiano, y está el descenso de la natalidad… Muchas congregaciones reciben vocaciones y presencia de otros continentes. Está bien, aunque no creo que sea la solución definitiva; a lo mejor la solución está en los hijos de los inmigrantes que ya están aquí.

La VR tiene un papel fundamental en la formación de los laicos, que a su vez prestan un gran servicio a la VR. ¿Hay que apostar por esta colaboración?

Sí, el futuro va por ahí, es más, el presente va por ahí. Vamos aprendiendo que trabajar en misión compartida con los laicos es un desafío, hay que hacerlo bien, evitar vicios o deformaciones mutuas. Los religiosos sacerdotes tenemos tendencias al clericalismo, a controlar las cosas siempre “porque el colegio es mío”, pero la misión compartida significa dar espacios de responsabilidad. También los laicos han de superar ciertas deformaciones, como protagonismos más allá de lo necesario… Un punto clave es la formación, que tengamos los mismos criterios y vayamos hacia los mismos objetivos, sabiendo que cualquier obra en la que trabajamos es de la Iglesia. La Iglesia de comunión exige, por parte de todos, mucha humildad, escucha, diálogo, renunciar a veces a espacios que teníamos conquistados… Quizá uno de los temas en los que más deberíamos reflexionar en nuestra Iglesia española de hoy es qué significa ‘Iglesia de comunión’.

En noviembre tendrá lugar la renovación de algunos cargos en CONFER. ¿Darán la sorpresa eligiendo a una mujer como presidenta?

(Risas) ¿Sorpresa? ¡CONFER mayoritariamente es femenina [294 congregaciones femeninas y 104 masculinas]! Quizá es que no lo ha sido nunca hasta ahora, pero no sería ninguna sorpresa. Se tiende a elegir hombres quizá porque hay una dimensión institucional y representativa en la que el tema del orden sacerdotal facilita ciertas cosas. Pero en las CONFER regionales es un tema superado; yo sustituí en la presidencia de la URPA a una religiosa, y antes de ella había otra. Si CONFER lo ve, yo lo vería con mucha normalidad, y no sólo porque hay religiosas y consagradas capacitadísimas para hacerlo. Con todo este proceso de ‘Pensar CONFER’ quizá sea el momento.

En el nº 2.654 de Vida Nueva.

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