Asesinan en la selva colombiana a dos misioneros redentoristas

Según un nota del episcopado del país, todavía se desconocen las causas y los autores del crimen

asesinato-redentoristas(Gustavo Vélez– Bogotá) El asesinato de dos religiosos redentoristas, Gabriel Fernando Montoya y Jesús Ariel Jiménez, ocurrido en la noche del 16 de marzo, no tardó en ser confirmado por el Vicariato de Puerto Carreño, en el departamento oriental de Vichada -cerca de la frontera con Venezuela-, al que pertenecían. El hecho ha conmocionado a la población de esta zona selvática, pues ambos misioneros (de 41 y 44 años, respectivamente) eran muy apreciados, al tener a su cargo un internado indígena donde atendían a los niños y jóvenes. 

Tal y como precisa la nota de prensa del Episcopado colombiano, “todavía no son claros los móviles ni los responsables del hecho”. Ahora bien, aunque se desconoce la identidad de los autores del crimen, no así su número ni su modo de actuación. Como reveló a los medios el superior provincial de la comunidad redentorista en Bogotá, Luis Carlos Jaime, “entraron dos desconocidos en el internado y les asesinaron. Ellos estaban en sus habitaciones, e incluso estaban conectados a Internet”. A continuación, “se dio aviso a la policía y se iniciaron los operativos, pero no sabemos si los culpables pertenecen a la delincuencia común, a la guerrilla o son paramilitares”, añadió el superior.

En el terreno ya de las especulaciones, a falta del conocimiento de las primeras indagaciones policiales, otras fuentes cercanas al internado señalaron que se trató de “algunos vecinos” o, incluso, “ex alumnos” del centro. En cuanto a su intención, ésta habría sido “el robo” y, “para lograrlo, asesinaron a los misioneros”.

El presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Rubén Salazar, expresó “el dolor de la Iglesia colombiana ante el crimen contra dos abnegados misioneros que dedicaban su vida a las clases más desfavorecidas del país, como son los indígenas”. El prelado concluyó su mensaje de pésame dirigiendo “sus sentimientos de solidaridad” al provicario apostólico de Puerto Carreño, Francisco Antonio Ceballos, así como a los familiares de las víctimas y a la comunidad de los misioneros redentoristas.

El colaborador de Vida Nueva Luis Alberto Gonzalo-Díez, de visita en Colombia, asitió el “emotivo” funeral, celebrado el 22 de marzo y televisado para todo el país. Del mismo destaca este significativo extracto de la homilía del superior provincial de los redentoristas en Colombia, Rafael Prada: “La voz profética de algunos miembros de la Iglesia, que no de todos, es fastidiosa y molesta en un cuadro social como éste [el del país]. Y esa voz hay que hacerla desaparecer sea como sea. (…) En Colombia disminuiremos los índices de violencia cuando el Estado tome conciencia de su compromiso de servicio a los ciudadanos y no de intereses particulares, mezquinos y corruptos. Cuando la Iglesia deje su clericalismo de creerse más inteligente o santa que el simple mortal y se dé cuenta de que también es pecadora y sujeto de conversión. Cuando en la sociedad civil se respeten las diferencias y se construya el diálogo como puente privilegiado de comunicación y búsqueda de la verdad. (…) Cuando cada uno de nosotros se acepte tal cual es, con sus cualidades y defectos, con sus instintos y tendencias, sus ideales y aspiraciones. Cuando valga más la belleza del árbol o el canto del pájaro o la limpidez del oxígeno, o la claridad del agua, que la construcción impúdica de inmensos centros comerciales, catedrales del consumismo, donde nos sentimos protegidos por los guardias y compramos con los ojos lo que no podemos con nuestros bolsillos”.

LAS FARC LIBERAN AL ÚNICO EXTRANJERO QUE PERMANECÍA SECUESTRADO

Con la liberación del sueco Erik Roland Larsson, el pasado 16 de marzo, se cerró la lista de extranjeros secuestrados por la guerrilla en Colombia. Este ingeniero forestal de 69 años permanecía en poder de las FARC desde mayo de 2007. El día del secuestro, Larsson se encontraba en su finca, ubicada en Las Flores, área del municipio de Tierralta. Los secuestradores también se llevaron a su esposa, Diana Peña Algarín, quien logró escapar dos días después.

Su liberación se logró en las inmediaciones del río Esmeralda, zona rural de Tierralta (Córdoba), al norte de Colombia, después de que el Gobierno de su país realizara gestiones ante la guerrilla, con la anuencia del Ejecutivo colombiano. Un vídeo que revelaba las condiciones de salud del ingeniero -sufría afecciones cardiacas y parálisis de medio cuerpo- fue determinante para que desde su país de origen se aceleraran las gestiones para su liberación. Aunque las FARC exigían cinco millones de dólares, el Gobierno colombiano ha afirmado que no se pagó por su libertad.

En el nº 2.654 de Vida Nueva.

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