“La Iglesia es la que más puede decir algo sobre el sida”

el-papa-en-africa(A. Pelayo) Desde las cuatro de la tarde del martes 17 de marzo, Joseph Ratzinger pisa suelo africano: lo ha hecho por vez primera como Papa, en el aeropuerto internacional Nsimalen de Yaoundé, capital de Camerún, el primero de los dos países previstos en su itinerario (el segundo es Angola, desde donde regresará a Roma el lunes 23).

El Pontífice viaja acompañado de sus más inmediatos colaboradores: el cardenal Tarcisio Bertone y monseñor Fernando Filoni, secretario de Estado y sustituto de la Secretaría, respectivamente, así como los especialistas de la Secretaría de Estado en el continente negro; el cardenal nigeriano Francis Arinze, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino; el maestro de las Ceremonias Pontificias, monseñor Guido Marini; y monseñor Nikola Eterovic, secretario general del Sínodo de los Obispos, cuya presencia se explica porque el Pontífice entregará a los presidentes de las conferencias episcopales africanas el Instrumentum Laboris, documento de trabajo de la II Asamblea Extraordinaria para África del Sínodo, toda ella centrada en “la reconciliación, la justicia y la paz” del continente, que se celebrará el próximo mes de octubre.

Durante el vuelo que le conducía a su destino desde Roma, el grupo de periodistas que le acompañaba pudo plantearle algunas preguntas. La primera, obvia, sobre su pretendida soledad. “A decir verdad -respondió con franca sonrisa-, me hace reír un poco este mito de mi soledad. Recibo todos los días a mis colaboradores, a los jefes de los dicasterios de la Curia, a los obispos en la visita ad limina, a mis compañeros de seminario que han venido estos días para hablar conmigo, entre otras muchas personas. De ninguna manera me siento solo, y doy gracias por ello”.

La siguiente pregunta -también ésta de una obviedad apabullante- versó sobre el sida y el uso del preservativo. “El sida -contestó- no se combate con preservativos, que incluso agravan el problema. Hoy, la Iglesia, en vez de ser acusada de utilizar recursos ineficaces, es la que puede decir algo sobre cómo combatir este terrible contagio… Por un lado es necesario humanizar la sexualidad, es decir, renovar los modos de comportarse con el propio cuerpo y el cuerpo de los otros, y por otra parte, demostrar una verdadera amistad a las personas enfermas. La Iglesia hace esto todos los días y ofrece por lo tanto una contribución importante”.

En el nº 2.653 de Vida Nueva.

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