¿Qué son 50 años?: aliento para los consagrados

frailes-leyendo(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Con el vértigo de nuestro tiempo, 50 años son como un ayer, pero también como una eternidad… porque todo cabe y las dos interpretaciones son posibles. Si pensamos en aquellos consagrados de entonces y los comparamos con los de hoy… nos ocurre exactamente igual: estamos hablando de realidades muy diferentes… o quizá no tanto. Todo es posible.

Al borde de los años 60, las consecuencias de una terrible guerra de dimensiones hasta entonces no conocidas, exigían en todos los ámbitos la necesidad de la paz. La vida consagrada -entonces estado de perfección- estaba muy poblada, aparentemente muy uniformada y con un pensamiento unívoco. Sólo aparentemente. Examinando un poco el interior de las congregaciones, órdenes y sociedades de vida apostólica se descubren grupos humanos muy ricos y jóvenes… con tensión evangelizadora y teológica. Las instituciones religiosas están planificando la gran expansión… Muchos cruzan los mares y, así, empiezan a configurar un modo de pertenencia nueva. Las comunidades de misión traen frescura a los grandes claustros y éstos aportan sostenimiento y renovación constante de evangelizadores. Vida Nueva capta el momento y desde aquel “mirador privilegiado” del Colegio Español lee la realidad y su necesidad… Al borde de los 60 Vida Nueva estaba allí, lo vivió y nos lo contó.

Superar lo anticuado

El magisterio de Pío XII es especialmente claro para la Vida Consagrada. Muchos logros que atribuimos al Concilio estaban madurados unos años antes. Fernando Sebastián Aguilar, cmf., uno de los mejores teólogos del momento, decía con claridad que “en el Concilio no se inventó apenas nada (…) su labor fue hacer balance (…) para superar lo ya anticuado y potenciar lo que traía un aliento de vida y de creatividad frente a las nuevas circunstancias…”. Reconoce Sebastián que si nos “pilló desprevenidos” no es porque el Concilio no tuviese unos antecedentes, sino que estábamos poco informados. Y ahí está una de las claves para entender la historia: la falta de información. Nada que ver con la velocidad, la pluralidad y fluidez de la información de nuestros días.

Sirva sólo de ejemplo para corroborar lo dicho que lo que fue el Congreso Internacional de los Estados de Perfección de 1950, se aceptó como título del gran Decreto Conciliar para la vida consagrada Perfectae Caritatis… En aquel lejano congreso se habló de la necesidad y los criterios de una renovación adecuada de la vida religiosa.

religiosa-en-penumbraLa década siguiente sorprende, sin duda, por la riqueza en todos los órdenes. Los años 60 traen preguntas. Aquellos teologados y juniorados tan numerosos eran auténticos “hervideros”… Los aires de renovación no iban a llegar… estaban allí. Los responsables de la formación de aquel tiempo relatan “con pasión” cómo cada día suponía un esfuerzo notable por acompasar tanta inquietud de las generaciones más jóvenes con los ritmos y modos de la institución. Años de ingenio y esperanza, de lucidez y frescura, sin duda. Thomas Kuhn, Martin Luther King, el movimiento estudiantil… no son acontecimientos aislados. Responden a los grandes interrogantes del momento. El Concilio Vaticano II es la eclosión de mucha novedad que estaba en el ambiente. Teólogos como el jesuita Carpentier, el dominico Tillard o los claretianos Andrés Ortega y Sebastián contribuyeron decisivamente a la preparación de la doctrina conciliar sobre la vida religiosa. Estos teólogos pusieron de relieve la dimensión teológica, cristológica, pneumática y eclesial de la vida religiosa, como sostiene Severino María Alonso, cmf. 

Nueva significación

El magisterio de Juan XXIII y Pablo VI, con sus acentos no tan distintos, supo entrever que se abrían tiempos de nueva significación para los consagrados. La década de los 70 son años importantes para toda la Iglesia. Los consagrados, de manera especial, reciben del Concilio Vaticano II un nuevo impulso expresado en la Evangelica Testificatio. Es un tiempo no fácil, aunque, sin lugar a dudas, de una transcendencia todavía no agotada. En ningún ámbito el crecimiento brota sin “poda” y ésta es dolorosa.

aquilino-bocosAquilino Bocos, cmf., ha resumido en diez signos la novedad hecha vida en los consagrados a partir del Concilio. Se trata de diez grandes núcleos que siguen siendo puntos de encuentro de todos los consagrados y que podríamos sintetizar de la siguiente manera: llamada común a la santidad de todo el Pueblo de Dios; la consagración enraizada en la configuración con Cristo; la eclesialidad confesada y ejercida; el interés por todo lo humano y lo creado; la revalorización de la persona y, en particular, de la mujer; el carisma de los fundadores acentuando el valor de la comunidad de personas animadas por un mismo espíritu; la búsqueda de la comunión haciéndola girar en torno a la fraternidad más que a la autoridad; la misión evangelizadora como esencia de la consagración porque no hay distancia entre el ser y el hacer; la responsabilidad ética y el cambio de lenguaje optando por una línea más creativa, incisiva e inclusiva. Sin duda, Vida Nueva estuvo, lo vivió y lo contó y alentó.

religiosos-rezandoLas décadas siguientes, con el pontificado de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, están suponiendo para los consagrados tiempo de consolidación en las convicciones conciliares. El desgaste ha sido notorio, pero la reflexión y el camino de las distintas congregaciones muy significativo. Desde la gran pregunta por la misión, los consagrados comenzamos a reflexionar sobre la persona, la espiritualidad y la renovación. Este itinerario, casi exacto, viene guiado por el discernimiento en la comunión eclesial, el conocimiento intenso de los procesos humanos -muchas veces desconcertantes- pero siempre signos exactos de lo que Dios quiere y la fidelidad a la intuición original que nació de la escucha de la Palabra. 

Hay, cómo no, algunos “hitos” en este caminar: Vita Consecrata, Caminar desde Cristo, Vida fraterna en comunidad, el Congreso de Vida Consagrada y, últimamente la Instrucción sobre la Autoridad y la Obediencia. Todos profundamente marcados por la autenticidad de la consagración que es, a la vez, la mayor reivindicación de la humanidad. Los consagrados no han podido encontrar mejor definición: “buscadores de Dios” con todo el pueblo creyente.

Plural creatividad

felicisimo-martinezSería injusto no aludir algunas obras y personas con resonancia en estas etapas. Sabiendo que me dejo muchos, considero que atinaron en sus intuiciones sobre la peculiar lectura del momento. Citaré algunos de diferentes congregaciones: García Paredes, cmf., y la propuesta sistemática de la consagración desde la misión; Felicísimo Martínez, OP., y la capacidad de la vida religiosa para dialogar con una realidad nueva; José Antonio García, SJ., que sintetizó las claves en las que debe crecer la comunidad en misión y Joan Chittister, OSB., que, en su particular lectura de la consagración como mujer, supo infundir esperanza en un momento de “empequeñecimiento”. Todos ellos, y otros muchos imposibles de mencionar aquí, son signo de la plural creatividad en la que se encuentra la vida consagrada. No se trata de una teología narrativa en la que cada cual exprese lo que quiera, sino que es muestra imborrable del diálogo que, desde siempre, la vida de consagración ha mantenido con la realidad y así formula la esencia del seguimiento con signos y lenguaje comprensibles para cada época.

El cambio de siglo, con sus profundos cambios estructurales, está marcando nuestra reflexión y la capacidad para ofrecer respuestas. Es innegable el esfuerzo constante de la vida consagrada por entender el momento y amarlo. De nuestros fundadores hemos recibido ese impulso. Por otra parte, todo indica que recibieron tal inspiración de Jesús.

VN ha sabido estar también en las etapas posmodernas, leves y fragmentadas. Ha contemplado muchos procesos, algunos giros y está colaborando para armonizar una comunión deseada en la que caben matices y colores siempre que se cuide la vinculación fundamental: pertenecientes a un Pueblo de Dios en discernimiento y fidelidad.

Algunos guiándose por apariencias pueden llegar a afirmar que la vida consagrada no está en el mejor momento. Otros pueden tener nostalgia y no ver en el consagrado y consagrada de hoy muestras de fidelidad. Deberían saber que nadie como los consagrados somos conscientes de la fragilidad en cuanto a posibilidades, fuerzas y edad. Pero con la misma claridad, deben conocer que nunca como hoy hemos entendido que no lo podemos todo, que lo nuestro es ser signo y que nuestra felicidad está en el trabajo de comunión que, como Iglesia que peregrina unida, podemos ofrecer.

MIRADA CON LUPA

monja-rezando50 años de ‘Vida Nueva’ es una oportunidad no sólo para el recuerdo, sino para la proyección. La mirada atrás no garantiza el impulso y la vida consagrada está dispuesta hacia el futuro. La clave no está en unos centímetros más de hábito, ¡si fuera tan fácil! La clave está en la comunión.

Este aniversario permite agradecer la riqueza de la pluralidad. Así es como Dios quiere a su Iglesia: rica, plural y en comunión. En este tiempo no todo se ha hecho bien. Han quedado muchas historias en el camino y muchas experiencias se han truncado… Como en toda la historia de la salvación, gracia y pecado marchan unidos. Es nuestra condición. Pero quizá los consagrados estemos necesitando oír aquellas palabras de la ‘Evangelii Nuntiandi’ cuando decía que “los religiosos son emprendedores y su apostolado está frecuentemente marcado por una originalidad y una imaginación que suscitan admiración. Son generosos”. Los tiempos son recios y las dificultades objetivas. Quizá un poco de aliento avive tantas ganas de compromiso y verdad, aunque nos falten las fuerzas de ayer. Porque quien te cree, te crea.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.652 de Vida Nueva (especial 50º aniversario).

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