Ramón del Hoyo: “La aportación misionera a América sigue siendo un referente”

Obispo responsable de Misiones

ramon-del-hoyo(Miguel Ángel Malavia) El domingo 1 de marzo se celebra el Día de Hispanoamérica, una jornada que organiza la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, que preside Ramón del Hoyo, obispo de Jaén.

Uniéndonos con los pueblos de aquellas latitudes con un pasado y una historia comunes, parece lógico que sea España la referencia misional allí, estando un 70% de nuestros misioneros en América Latina… 

Es natural que la convivencia fraterna entre pueblos y culturas haya sido el ámbito más adecuado para el anuncio del Evangelio. La relación y vinculación cultural e histórica entre el continente americano y España ha sido, y sigue siendo, el ámbito natural para hacer realidad la evangelización. Esta situación ha favorecido que los misioneros y misioneras españoles hayan partido en mayor número al continente americano, pero no de forma exclusiva y, menos aún, excluyente. Dicho esto, es justo reconocer que la aportación misionera de España sigue siendo un referente, no sólo para América, sino también para la Iglesia universal. 

¿De qué modo puede ser España un “puente” para poner al continente americano en “estado de misión”, como apelaba el Congreso Americano Misionero celebrado en Quito el pasado verano? 

La Misión Continental en la que se ha embarcado la Iglesia en América es fruto de la madurez de fe de aquellas Iglesias, que han asumido el compromiso de ser evangelizadoras sin tener que estar pendientes de la cooperación personal que venga de fuera. Tenga en cuenta que el número de católicos en América se ha incrementado en los últimos 25 años en el 50%. Actualmente, la mitad de los católicos se encuentran en este continente. España se hace presente no tanto como puente, sino como instrumento que se suma a los evangelizadores de aquellas Iglesias para anunciar en comunión de fe la Buena Noticia. 

Algunos cuestionan que, siendo Europa el continente en el que más está incidiendo la falta de vocaciones, pueda insuflar el suficiente soplo misionero para ayudar de un modo real a sus hermanos americanos a impulsar la Misión Continental.  

La misión ad gentes y la cooperación entre las Iglesias no es fruto de estrategias operativas y trasvases de fuerzas. Es respuesta de las comunidades cristianas que dan de sí lo mejor para que otros puedan conocer, celebrar y vivir la fe del Evangelio. En el Congreso Americano Misionero había más de un centenar de misioneros españoles que no estaban allí representando a la Iglesia en España, sino enviados por las comunidades donde trabajan como misioneros. Es verdad que en Europa ha bajado el número de vocaciones, pero a estas carencias se ha sumado la revitalización de otras comunidades con vocaciones que salen de América para poder evangelizar en otros ám- bitos geográficos. 

En España ya contamos con sacerdotes hispanoamericanos. ¿Qué cree que pueden aportar a nuestras comunidades?

Estamos asistiendo a un fenómeno que evidencia la universalidad de la Iglesia. Mientras parten de España a América cerca de un centenar de misioneros cada año, de allí vienen otros con la misma intención. Aportan a nuestras comunidades el testimonio universal de la fe y la cooperación entre las Iglesias. Es un don comprobar cómo los presbiterios diocesanos se van enriqueciendo con la presencia de otros sacerdotes, culturalmente diversos, que se implican en el mismo proyecto evangelizador. Ni los que parten para allá tratan de “imponer” las formas pastorales y evangelizadoras de aquí, ni los que vienen pretenden aplicar los recursos que allá son los más adecuados. Dentro de esta diversidad, emerge la unidad y comunión de fe.

¿Cómo son acogidos estos sacerdotes por los fieles de las parroquias? ¿Prestan ellos una atención especial a los inmigrantes llegados de sus mismas latitudes? 

Es natural que, inicialmente, se les reciba con sorpresa. Hay un tiempo de adaptación por parte de todos, de la comunidad parroquial y también del mismo sacerdote. Es verdad que no siempre se logra la conjunción deseada, pero, en general, tanto la acogida como la inserción son satisfactorias. Los sacerdotes que llegan se insertan dentro de un equipo sacerdotal que trata de llevar a cabo una pastoral de conjunto. Por otra parte, es razonable pensar que estos sacerdotes que acuden del continente americano tengan más capacidad para ayudar a los inmigrantes; más aún, algunos de ellos son enviados por sus respectivos países para acompañar en España a los que vienen, pero evitando cualquier pastoral segregada tanto de la comunidad como de la diócesis. Lo que realmente se intenta es que los inmigrantes procedentes de América -en general, fieles católicos- se inserten en la comunidad cristiana que les acoge.

En el nº 2.650 de Vida Nueva.

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