Entre los gestos de esperanza y la violencia de la realidad

Al concluir su Asamblea, los obispos colombianos invitan a construir “todos unidos el país que soñamos”

protesta-contra-farc(Gustavo Vélez– Bogotá) Al término de su LXXXVI Asamblea Plenaria, los obispos colombianos, presididos por el arzobispo de Barranquilla, Rubén Salazar, expresaron su preocupación frente a la actual situación que vive el país. Sin embargo, en su mensaje final, también descubren en ese panorama nacional motivos para la esperanza. Entre estos factores positivos, los prelados destacan la solidaridad mostrada con los actos organizados en contra de la violencia y la corrupción, el acceso de las generaciones jóvenes a puestos de mando en el área empresarial y en la política, o la generosidad de tantos compatriotas con las diversas obras en favor de los necesitados. Igualmente, ponen de manifiesto la superación de los odios propiamente políticos que tanto mal hicieron al país en pasadas décadas. “Todos unidos -se lee al final del texto- podemos construir el país que soñamos”.

El último día de trabajo, invitado por los pastores, se hizo presente en la Asamblea el presidente de la República. Allí, Álvaro Uribe volvió a acoger la reiterada petición episcopal de que propicie un diálogo constructivo con los violentos, en busca de la liberación de los secuestrados. El mandatario escuchó sus palabras y agradeció a los obispos su gran tarea a favor del país, en especial su servicio a los más pobres. Sin embargo, explicó que el “intercambio humanitario” no es algo simple frente a la mala fe de los alzados en armas, financiados por el secuestro y el narcotráfico. “La única posibilidad de acuerdo con las FARC -recordó reafirmando lo expresado en otros ámbitos- es la libertad de todos los secuestrados”.

Masacre ‘Awá’

Y fue la guerrilla de las FARC, justamente, quien se declaró responsable de la reciente muerte de varios índigenas ‘Awá’, “por ser informadores del ejército y haber traicionado por dinero las tradiciones pacíficas de su tribu”, desvela una nota divulgada el día 17 por Internet.

Portavoces indígenas confirmaron que los guerrilleros asesinaron a unos 27 indígenas de la etnia ‘Awá’, entre ellos tres menores, aunque las autoridades no habían recuperado aún sus cuerpos. Las autoridades de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), que reúne al centenar de etnias del país y que suman más de un millón de indígenas, denunciaron semanas antes que las FARC habían asesinado al menos a ocho indios ‘Awá’ a las afueras de Barbacoas, en el departamento de Nariño, a unos 550 kilómetros al suroeste de Bogotá.

Tras conocerse la noticia, el obispo de Tumaco (sur del país), Gustavo Girón, expresó a los medios su pena y angustia ante la situación que vive en su diócesis la comunidad ‘Awá’, “un pueblo bastante desprotegido, que durante los últimos cinco años ha estado recibiendo un continuo acoso por parte de los grupos armados”. “El pueblo ‘Awá’ “es pacífico, quiere el respeto a su organización y busca recuperar sus tradiciones, y los hemos venido acompañando en este proceso”, añadió el prelado con dolor. 

Según datos de la ONIC, los ‘Awá’ conforman un grupo de unas 25.000 personas, repartidas en al menos 26 reductos, principalmente en Nariño, y son acusados indistintamente por las guerrillas de colaborar con el Estado. Mientras, el Gobierno ha declarado su firme voluntad de aclarar los hechos y proteger a todos los ciudadanos, sin distingos de credo, raza o lengua. Declaración respaldada por varios jerarcas de la Iglesia católica.

SACERDOTE ASESINADO EN MEDELLÍN

El arzobispo de Medellín, Alberto Giraldo, ha lamentado la muerte violenta, el día 22, del sacerdote Juan Gonzalo Aristizabal, párroco de San Juan Apóstol. En una breve nota, Giraldo destaca el “espíritu de caridad con los más necesitados, entrega pastoral, inteligencia, entrega a los demás” del asesinado y, como Iglesia, “rechazamos rotundamente esta clase de actos que van contra la vida humana, el mejoramiento de la sociedad y la labor evangelizadora de un sacerdote que diariamente procura el bien a los demás”. Finalmente, el prelado llama a la oración por su eterno descanso y “por los responsables del magnicidio para que el Señor transforme sus corazones”.

En el nº 2.650 de Vida Nueva.

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