El CELAM se muestra preocupado y solidario ante la crisis actual

Mensaje de la Directiva Episcopal en tan difícil situación

(J. L. C.) Preocupación y solidaridad. Es lo que siente el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ante la grave crisis actual. En un mensaje difundido tras su última reunión en Bogotá, su Presidencia “llama la atención sobre la responsabilidad que tenemos todos en promover la humanización de las estructuras políticas, económicas y de desarrollo, para que estén al servicio del bien común”. “Queremos recorrer juntos este camino de amenazas y oportunidades, apostando a los valores de la democracia, la participación y el diálogo”, añade la nota.

En su opinión, como ya ha recordado Benedicto XVI, “esta crisis pone a prueba el futuro de la globalización”, por lo que, siguiendo el llamamiento papal, se sienten doblemente interpelados: por un lado, se comprometen a “expresar nuestra solidaridad en acciones y obras concretas, que facilite la búsqueda de soluciones a los problemas del desempleo, el hambre, la migración forzosa, el deterioro de la salud y la pérdida de calidad de vida de los pobres, que como siempre son las víctimas más afectadas de las crisis”; y, por otra parte, admiten que la situación actual “estimula a empeñar los mejores esfuerzos de las universidades e institutos católicos, y de investigadores y agentes de pastoral social, para contribuir a un nuevo modelo de desarrollo para América Latina y El Caribe…”.

A la luz del Documento de Aparecida, los responsables del CELAM urgen a una globalización regida por la ética y al servicio de la persona, porque “la crisis financiera ha puesto de manifiesto el afán excesivo de lucro por encima de la valoración del trabajo y del empleo, convirtiéndolo en un fin en sí mismo”. Una “inversión de valores” que, dicen, “pervierte las relaciones humanas sustituyéndolas por las transacciones financieras”.

Así las cosas, el texto concluye reivindicando “la necesidad de establecer las bases para un nuevo orden internacional, fundado en nuevas reglas de juego, que también tengan en cuenta los valores del Evangelio y la enseñanza social de la Iglesia, para promover una globalización marcada por la solidaridad y la racionalidad”. 

En el nº 2.649 de Vida Nueva.

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