El mundo defiende en Brasil un nuevo estilo de desarrollo

La ciudad amazónica de Belém do Pará acogió días atrás la novena edición del Foro Social Mundial (FSM)

(Graziela Cruz– Brasil) Una multitud pluricultural de más de 133.000 personas procedentes de 142 países se reunió en Belém, capital del estado de Pará, para participar en el IX Foro Social Mundial (FSM). Del 27 de enero al 1 de febrero, la Amazonía brasileña fue testigo de 2.400 actividades, en las que -entre otros temas- se debatió sobre la construcción de un mundo de paz, justicia y ética; la democratización y la descolonización del conocimiento; el acceso universal a los bienes comunes; la liberación del capital, de las multinacionales, de la dominación imperialista; la dignidad y la garantía de igualdad de género; la garantía de derechos económicos, sociales, humanos, culturales y ambientales; la construcción de un orden mundial basado en la soberanía; la economía democratizada, sostenible y solidaria; las estructuras políticas participativas; y la defensa de la naturaleza.

En la jornada de clausura, una “asamblea de asambleas” presentó los resultados debatidos y la agenda de movilizaciones para este 2009: un acto por los derechos de las mujeres (8 de marzo), una semana de protestas contra la guerra y el capitalismo (28 de marzo-6 de abril), y una acción en defensa del medio ambiente y de los indígenas (12 de octubre).

Un momento importante de la cita tuvo lugar el 28 de enero con el V Foro Panamazónico, cuyo objetivo fue demostrar la fuerza de estos pueblos y reclamar políticas públicas que generen un desarrollo sostenible para las comunidades de una región que abarca nueve países (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guayana, Perú, Surinam, Venezuela y la Guayana Francesa) y frecuentemente amenazada por modelos de desarrollo que dispersan a las comunidades, aumentan el índice de pobreza y fomentan la pérdida de las tradiciones de los pueblos originarios.

El representante del Foro de la Amazonía Oriental (FAO), Matheus Otterloo, recordó que “el Foro quiere inspirar al mundo en la búsqueda de alternativas, de nuevas propuestas para la región”, porque hoy “los pueblos están amenazados por la industria de la soja, por las empresas hidroeléctricas…”. Aun así, “hay resistencia”, reconoció. Lo sabe bien el obispo de la prelatura de Marajó, el agustino recoleto español José Luis Azcona, que en el propio FSM denunció la lentitud de la investigación sobre las amenazas de muerte a seis religiosos de la zona, entre ellos él mismo, por parte de propietarios de tierra. “Soy obispo y no quiero canonizarme a mí mismo. Si estoy amenazado por defender a niños y jóvenes de la explotación de grupos poderosos, eso es un estímulo para continuar mi lucha”, declaró el prelado, que siente “la muerte de cerca” y piensa mucho en ella, pero “no tengo miedo de arriesgar, incluso de morir, por la defensa de los derechos de las personas”.

El tercer día del Foro reunió en una misma mesa a representantes de movimientos sociales y a los mandatarios de cuatro países: Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador) y Fernando Lugo (Paraguay). Correa, que resaltó la oportunidad de unirse a esos movimientos con el objetivo común de construir una América Latina más justa y digna, criticó el modelo neoliberal y apostó por la integración como salida a la crisis actual. Lugo, por su parte, defendió la lucha de las mujeres, los campesinos y los indígenas porque “es la lucha de los grupos sociales la que cambia el escenario de América Latina”. Lucha que también elogió el boliviano Morales y que, a juicio de Chávez, resulta decisiva para “la revolución bolivariana que ya se instaló” en el continente.

TEOLOGÍA EN DEFENSA DE LA ECOLOGÍA

Días antes del FSM, Belém acogió también el Foro Mundial de Teología y Liberación, donde cientos de teólogos y teólogas reflexionaron sobre la ecología como dimensión que debe ser incorporada a las grandes cuestiones de la teología que quiere liberación y justicia.

En rueda de prensa, Leonardo Boff denunció que actualmente todos estamos “oprimidos por un paradigma que nos obliga a consumir, a producir y a oprimir a los demás”; y que, frente a esta cultura del consumo desenfrenado, “la Teología de la Liberación tiene el rol fundamental de sensibilizar a las personas para generar cambios de comportamientos capaces de contener la falta de respeto por el medio ambiente”. “Desde los años 80 -lamentó el teólogo brasileño-, quedó claro para muchos teólogos que no sólo los pueblos gritan, el agua también grita, los aires están contaminados. El planeta es agredido de todas las maneras”.

Entre las soluciones ofrecidas por los teólogos, una de ellas retoma la Carta de la Tierra (2000) y su triple ‘R’: Reducir, Reutilizar y Reciclar.

En el nº 2.647 de Vida Nueva.

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