Santiago Chivite Navascués: “La Cope no puede desaparecer”

Autor del libro ‘COPE: una cadena de radio en busca de su identidad’

(Victoria Lara- Foto: Luis Medina) “La COPE es una empresa como cualquier otra, acude al mercado publicitario, tiene que acudir al mundo de los grandes líderes mediáticos… pero la COPE nació para evangelizar, lo dice su artículo segundo; para dar una lectura del mundo desde la religión católica. Y esos dos aspectos están siempre pugnando”. Esto es lo que más ha llamado la atención al periodista Santiago Chivite Navascués tras concluir una tesis doctoral sobre la cadena de la Conferencia Episcopal. Y precisamente esa continua “lucha” entre lo comercial y lo ideológico es lo que haría que la COPE sea Una cadena de radio en busca de su identidad (Editorial Fragua, 2008), tal es el título del libro que Chivite ha publicado recientemente con los resultados de su estudio.

Este periodista de 62 años nunca ha trabajado en la radio -tan sólo ha hecho pequeñas colaboraciones-, pero el de las ondas es un mundo que conoce muy bien y que le apasiona. “He disfrutado mucho haciendo esto”, asegura, al referirse a la investigación que le ha permitido bucear en los entresijos de la cadena de la Conferencia Episcopal. “La gente, lo que conoce, es lo que dicen sus líderes mediáticos y lo identifica con la emisora: ‘Esto es lo que dice la COPE‘, afirman, pero eso no es así, eso se dice ‘en’ la COPE. Lo que dice COPE está en su Línea Editorial”. Y es que la cadena es la única emisora de radio en España que posee una línea editorial propia, que se emite tres veces al día. 

Aunque buena parte de su carrera periodística la ha desarrollado en departamentos de comunicación -entre ellos la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española-, Santiago Chivite afirma que, al ser creyente, “siempre he tenido una sensibilidad católica bastante fuerte”, lo que le ha llevado a trabajar en varios medios católicos, como el diario Ya, en el que fue redactor, o la revista Reinado Social (hoy 21RS), de la que fue director. Admite que “los medios católicos hoy no tienen fuerza en España, no influyen para nada (…) El único medio potente de la Iglesia es la COPE y no puede desaparecer”. 

De su paso por la CEE, en la que estuvo sólo un año, guarda buenos recuerdos, y puede presumir de haber sido el primer seglar que entró en una Plenaria de los obispos. “Me hicieron salir la primera vez cuando me vieron, porque no iba con clergyman“, recuerda con una sonrisa. Allí trató de profesionalizar todo lo posible el departamento: “Les decía que los periodistas no eran seminaristas, que tenían que vender la ‘burra’ de la información religiosa a sus redactores jefe y que, por tanto, tenían que darles la información atractiva. Así, les enseñaba algunas técnicas de comunicación”. Chivite fue el artífice de que se instalaran tomas de sonido directo para los medios en la sala de prensa de la CEE y de que se colocara tras el atril el cartel de la Conferencia Episcopal (que todavía sigue).

Pero aunque disfruta mucho haciendo su trabajo, asegura que lo más importante para él es su vida personal, en la que ocupan un lugar primordial su familia y sus amigos. Casado desde hace 37 años con una profesora de conservatorio, asegura que su mujer es “sin duda” la persona más importante de su vida, con la que ha tenido dos hijos, que ya están casados y tienen su propia familia. El menor, que ha heredado su vocación periodística, ya le ha dado dos nietos, con los que tiene la oportunidad, con bastante frecuencia, de ejercer de abuelo: “Les escucho, les explico las cosas, les escenifico los cuentos, les llevo a la ópera…”. Al hablar de ellos, Santiago recuerda también a sus propios padres, que ya no están, y a los que adoraba, pues los veía bastante poco, ya que desde muy joven tuvo que abandonar su pueblo, Cintruénigo (Navarra), para estudiar. 

Ya hace planes para cuando esté jubilado y sospecha que no va a tener tiempo para aburrirse: “Viajar, leer mucho, disfrutar de la música, ordenar fotos en casa, hablar con amigos, pasear, escribir otro libro, seguir aprendiendo a ser abuelo…”. El futuro no le inquieta; lo que tenga que hacer “se hará sin amargura”, pues uno de sus lemas es que “nada necesita menos esfuerzo que estar triste”.

En esencia

Una película: Lo que queda del día, de James Ivory.

Un libro: dos, La Regenta, de Leopoldo Alas ‘Clarín’ y Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez.

Una canción: Hoy canto solamente por cantar, de Nidia Caro.

Un rincón del mundo: los valles navarros.

Un deseo frustrado: ser cantante de ópera.

Un recuerdo de la infancia: los ratos que pasaba junto a mi abuelo Mateo en el campo.

Una aspiración: la paz y la verdad.

Una persona: mi mujer.

La última alegría: ver a uno de mis nietos dormido sobre mis rodillas mientras dirigía el coro en la parroquia.

La mayor tristeza: cualquier sufrimiento.

Un sueño: que todo el mundo dijera la verdad.

Un regalo: un buen libro o un disco.

Un valor: la amistad.

Me gustaría que me recordasen: porque no molesté mucho.

En el nº 2.646 de Vida Nueva.

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