San Pablo, modelo misionero de la Iglesia dominicana

Carta Pastoral en la festividad de la patrona del país

(José Luis Celada) Un año más, el pasado 21 de enero, coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de la Altagracia, protectora y patrona de la República Dominicana, nuevamente los obispos del país caribeño han querido transmitir “a todo el pueblo de Dios un mensaje de esperanza tan necesario en este tiempo de tanta incertidumbre”.

Así, uniéndose también a la celebración del Año Paulino, los prelados han dado a conocer una carta pastoral de casi una veintena de páginas que, bajo el título Pablo, modelo de discípulo misionero, invita a “escucharlo y aprender ahora de él, como nuestro maestro en la fe y la verdad”. Todo ello en el marco de preparación al lanzamiento de la Misión Continental que tendría lugar pocos días más tarde (25 de enero).

Y es que la Iglesia dominicana está hoy comprometida en su III Plan Nacional de Pastoral con un lema muy claro: Con Cristo en el corazón, evangelicemos la nación. Un desafío que la figura de san Pablo puede iluminar como “modelo de formador de discípulos, maestro de vida interior y evangelizador insigne”. El Episcopado reconoce que el ejemplo del Apóstol de los gentiles debe suscitar imitadores de Cristo “capaces de crear una sociedad nueva en la que los valores culturales sean eficazmente iluminados por el Evangelio”. Para ello, reclama de los cristianos “una evangelización que sea más audaz y capaz de poner en alto los valores culturales dominicanos, de modo que puedan redescubrir sus raíces”. 

En un país con muchos ambientes todavía por evangelizar, por “hacer un claro y definido anuncio de un Cristo vivo, con un mensaje capaz de ofrecer esperanza al mundo”, la Misión Continental viene a recordar que “la Iglesia es esencialmente misionera y está llamada a procurar que nuestros países latinoamericanos tengan vida en Cristo, por lo que es necesario una Iglesia en estado permanente de misión”. 

El texto episcopal concluye subrayando la misión de la Iglesia, que es “comunicar la vida que recibe de su Cabeza, que es Cristo, Camino, Verdad y Vida”, y agradeciendo la labor de los misioneros y misioneras que llevan adelante el citado Plan de Pastoral, para que la intercesión de la Virgen de la Altagracia “nos ayude a encontrar siempre el camino de la vida”.

En el nº 2.646 de Vida Nueva.

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