La Generalitat tiende puentes con la Iglesia catalana

El presidente Montilla destaca los valores de la sociedad que tienen su raíz en el cristianismo

(Jordi Llisterri– Barcelona) La clausura del Jubileo de san Fructuoso, celebrada pasado domingo en Tarragona, sirvió para escenificar la voluntad del gobierno catalán de reforzar la relación institucional y tender puentes con la Iglesia católica. El presidente de la Generalitat, José Montilla, regaló a los obispos catalanes unas declaraciones donde destacaba que hay “valores compartidos ampliamente por la sociedad catalana que tienen sus raíces en la Iglesia, como la libertad, la justicia, el esfuerzo y la solidaridad”, valores más necesarios aún “en tiempos de crisis”.

Sin esconder sus discrepancias, la relación entre la jerarquía catalana y el gobierno autonómico tradicionalmente se ha caracterizado por una fluida relación institucional que Montilla quiso destacar. El dirigente socialista afirmó que “los gobiernos tienen la obligación de mantener relaciones fluidas con la religión mayoritaria de nuestra sociedad”. Un vez más, insistió en el mensaje de su discurso de febrero pasado ante el nuncio y los obispos catalanes, en el que reconocía las raíces cristianas de Cataluña. 

Montilla encabezó la lista de autoridades que asistieron a la eucaristía de clausura. Al mediodía mantuvo una reunión con el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, el nuncio Manuel Monteiro y el delegado papal para presidir los actos del Jubileo, el cardenal Julián Herranz. Después, compartieron mantel con el resto de obispos catalanes y otros representantes institucionales.   

Montilla también quiso valorar el “papel creciente de la Iglesia catalana” y, en este sentido, destacó que Benedicto XVI hubiera enviado un legado pontificio para presidir esa clausura. Este gesto pontificio se amplificó con la carta personal que el papa dirigió al arzobispo Pujol.  

Los actos de clausura también han ofrecido otras imágenes, como la eucaristía en el anfiteatro romano de Tarragona, escenario del martirio de san Fructuoso, a la que convocaron los obispos catalanes. Los prelados dirigieron un mensaje a los sacerdotes en el que les recordaban que su apostolado es “un servicio a las personas y al bien común de nuestra sociedad, tanto si nos lo reconocen como si no”. Y para lograrlo, pidieron una Iglesia “situada en una sana laicidad positiva, con un gran respeto a la justa libertad religiosa de todas las personas e instituciones religiosas y con un renovado impulso ecuménico”.

Por otra parte, el Jubileo también se quiera acercar a Roma. El presidente del Pontificio Instituto de Música Sacra, Valentí Miserachs, prepara la representación en San Pablo Extramuros de su nuevo oratorio Pablo y Fructuoso, compuesto para el Año Jubilar y que tuvo un exitoso estreno esta semana en Tarragona.

En el nº 2.646 de Vida Nueva.

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