Antonio López pintará una Virgen en el Pilar

(J. C. Rodríguez) Antonio López también tendrá su cúpula. O para ser más exacto: el Pilar tendrá también una cúpula de Antonio López. Como la Regina Martyrum de Goya, como pudo haberla tenido Dalí. El arte contemporáneo, el pulcro realismo de Antonio López, estará presente en la gran basílica zaragozana. Junto al arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, acaba de presentar el proyecto, uno de los grandes retos que sólo un pintor hiperexpresionista de la talla de Antonio López puede afrontar hoy. No sin riesgos, sin duda.

Se titulará Regina Aragonensium (Reina de los aragoneses), y es mucho más que el rostro de la Virgen que el pintor fijará directamente como un fresco en la cúpula -técnicamente usará un derivado denominado a base de silicatos- y que representará “el mundo espiritual”. Es mucho más porque ha querido reforzarla, acompañarla, por un grupo de cuatro a seis esculturas de bronce, aún por definir, que desde el suelo “representará a los fieles, al pueblo; jóvenes, mayores, mujeres” y alzarán armónicamente su mirada hacia el cielo, hacia esa Virgen Reina que se alzará en el luneto, casi plano, frente a la capilla de san Braulio, junto al coro mayor, y muy cercana a la puerta alta de la plaza, que es lugar elegido por el Cabildo para que el arte español del siglo XXI entre en el templo barroco. Un espacio deliberadamente discreto, según el maestro, quien nunca hasta ahora se había enfrentado con el rostro de la Virgen. Será, según explica, “un rostro de mujer joven que tenga que ver con la sencillez y que nos acerque de forma humana a lo religioso”. De tal modo, que “en la cara de la Virgen estará incluido el mundo. Tiene que ser algo que corresponda a nosotros y a nuestra época”. Una obra que será, sin duda, extraordinaria en un horizonte artístico en el que “casi no hay espacio para lo religioso”, pero que quiere romper “con fe” y con la colaboración de los escultores Francisco y Julio López, además del pintor Antonio Castillo Meler. “El arte religioso está en un momento de decadencia terrorífica -asumió-. Si uno lo estudia con atención, encuentra que todo el siglo XX apenas ha generado obras de arte religioso de verdadera envergadura. El arte religioso de otras épocas era totalmente distinto al de ahora; en realidad, podría decirse que casi ha desaparecido”.

Una obra que, sin duda, será de una expectación universal -el alcalde de Zaragoza propone como financiación que se pueda pagar un euro por seguir el proceso creativo in situ- y que renace ahora, después de que en 1992 hubiera rechazado una propuesta del Cabildo: “La verdad es que no lo vi. Me asusté mucho y por muchas vueltas que le daba no encontraba qué podía hacer en una cúpula”. Hace un par de años, sin embargo, lo vislumbró, “así que hablé con alguna persona para que hiciera llegar mi ofrecimiento”, narra. Y después de muchas cavilaciones, por fin, se hará realidad con la colaboración de la Fundación Arte y Gastronomía y el Cabildo Metropolitano del Pilar. Dos años y dos millones de euros, su mayor inconveniente aunque se prevé que sean recaudados por suscripción popular, será necesario para que se haga realidad. “A mí el Pilar me impresiona -cuenta-. Me ha impresionado siempre, por su significado, que no tiene ninguna otra catedral en España. La Virgen del Pilar ha tenido una presencia enorme en la vida nacional, no hay otra con tanta presencia, y en la gente de mi generación es algo que pesa mucho”. 

En el nº 2.646 de Vida Nueva.

Compartir