“Él nunca nos deja de su mano”

La religiosa herida en la R. D. del Congo, modelo para los consagrados

(Marina de Miguel) “Y a Él me confié. Eso me daba fuerza, confianza, y yo creo que alejaba el miedo. Le doy infinitas gracias porque no me ha abandonado, como yo sabía, y me permite seguir viviendo para dar testimonio de que es un Dios Providente que nunca nos deja de su mano”. Las fervorosas palabras con las que la misionera burgalesa Mª Presentación López Vivar narra el terrible atentado que sufrió el 28 de octubre en la R. D. del Congo, en el que perdió ambas piernas, son un ejemplo para todos los consagrados. Por esa razón, ha sido elegida su imagen y testimonio para ilustrar el cartel y los materiales de cara a la celebración, el 2 de febrero, de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada: Si tu vida es Cristo, manifiéstalo. Los consagrados, testigos del amor de Dios en el Mundo.

Transmite con mucha fuerza dos cosas esenciales en la vida consagrada: su condición de testigo que vive en primera línea su compromiso misionero. Y, en segundo lugar, la imagen de una vida consagrada encarnada en medio de las pobrezas y al servicio de la misión de la Iglesia”, explica a Vida Nueva Alejandro Fernández Barrajón, presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER). 

Junto a ella, Pablo de Tarso, con motivo de su año jubilar, es otro referente de entrega total al Señor. “Fue fulgurante aquel inesperado e inmerecido encuentro, y al fulgor de su excesiva luz, sus ojos cambiaron de dueño: no serán ya para la persecución, sino para la adoración de Dios y para el celo misionero”, escribe Jesús Sanz Montes, ofm, presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, en su mensaje para esta festividad, donde resalta la intensidad con la que comenzó a “sembrar la Palabra de Dios en toda aquella inmensa tierra que sus pies viajeros pisaron”.

Bajo el título, San Pablo: saber de quién nos fiamos, el obispo de Huesca y de Jaca se detiene en la pasión con la que el apóstol no paró de viajar “para decir a todos de quién se había fiado, el tesoro que había encontrado en el Señor, y cómo Dios se hizo para él cercano como un abrazo, tierno como el mismo amor, humilde como la entrega de la vida”.

Pablo, el paradigma

Aunque no fundó ninguna congregación de vida consagrada, contribuyó, según el prelado, a que surgieran comunidades cristianas, “a las que se dirigía con la espada de su voz y el ardor del misionero que llevaba dentro”. 

En esta jornada dedicada precisamente a la Vida Consagrada -añade-, encontramos en san Pablo ese perfil de alguien que ha volcado su tiempo, sus espacios, su amor y su vida entera al Señor”. A pesar de los límites propios del ser humano, se entregó totalmente con tal de ganar la única riqueza verdadera: Cristo. Así, señala Sanz, “hasta en los momentos más duros, los más incomprendidos, los de mayor acoso y algún derribo, sacará fuerzas precisamente de su indigencia: cuando él era débil, entonces paradójicamente tenía fortaleza, por fiarse una y otra vez del Señor que en todo le confortaba”.

Estas características, junto “al amor apasionado por Cristo, el celo misionero de llegar a las gentes, y su inquebrantable fidelidad a la Iglesia” le convierten en “un paradigma en el seguimiento del Señor a través de los diversos carismas”. 

UNA ESPIRITUALIDAD ENCARNADA

La celebración de esta jornada significa para los consagrados, a juicio del mercedario Fernández Barrajón, “poner en el candelero” tres palabras. “Agradecimiento”, por el don que supone este estilo de vida en bien de la Iglesia y la sociedad. “La vida consagrada quiere ser paradigma del seguimiento de Jesús en radicalidad y gozo”, añade al respecto.

“Oración” porque, como explica, “sabemos que todo es gracia y no somos nosotros los artífices de nuestra vocación, sino Dios mismo, que siempre se adelanta a nuestros cálculos”. Finalmente, el presidente de CONFER habla de “misión”, puesto que los consagrados “se sienten enviados a ser testigos de Dios y a mantener viva la pregunta sobre Él en medio de nuestro pueblo”.

Sin embargo, este día tan especial también mira a la sociedad, pues busca acercar a todos la “originalidad de la vida consagrada, su aportación a la Iglesia, su compromiso con los más pobres y alejados y, al mismo tiempo, reafirmar su deseo de seguir siendo presencia viva de Dios en la vida”.

“La vida consagrada no es sólo una propuesta de tipo espiritual, ni sólo de tipo social, sino propuesta de una espiritualidad encarnada y comprometida con la sociedad, testigos del Dios amor que vive en nuestra historia”, según declara el religioso a Vida Nueva.

En el nº 2.645 de Vida Nueva.

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