Carlos Osoro: “No podemos ser catastrofistas”

Nuevo arzobispo de Valencia

(Juan Rubio– Fotos: Mara Villamuza) Carlos Osoro será el nuevo arzobispo de Valencia desde el próximo 18 de abril. El Papa ha elegido a este santanderino de 63 años que, tras su paso por Orense y Oviedo, recalará en esta diócesis metropolitana. El trabajo con el clero y con el laicado ha marcado su trayectoria espiritual en las diversas responsabilidades que la Iglesia le ha encomendado en estos años. Hombre marcado por el posconcilio y con una trayectoria académica ligada a la Universidad Pontificia de Salamanca, el nuevo arzobispo de Valencia recibía antes de su nombramiento a Vida Nueva manifestando su optimismo por la situación actual del clero, que, “tras haber pasado su crisis de identidad, busca un sitio propio en la vida de la Iglesia y el mundo”.

¿Cuál es la situación hoy del clero en España? 

Creo que estamos en una situación positiva. Hemos pasado momentos de crisis de identidad, pero ahora, a través de fecundos ejercicios espirituales, buenos libros… se ha ayudado a que el sacerdote vea que tiene un sitio propio. Es cierto que nos faltan vocaciones, clero más joven. Debemos olvidarnos de nosotros mismos y mirar a san Pablo y su pasión por transmitir el mensaje de Jesucristo. Nuestra cultura actual presenta dificultades para esta misión, pero necesitamos hombres apasionados, como san Pablo o el Padre Poveda, por el que siento una gran admiración. En momentos de dificultades, que siempre los ha habido en la historia de la Iglesia, es en los que han aparecido estos personajes creativos, repletos de ilusión, oxigenantes. En la medida en que seamos así, conseguiremos atraer a la gente. 

¿Y los jóvenes? 

Siempre les he prestado una atención especial. Desde hace doce años, escribo una carta mensual dirigida a ellos, abordando temáticas determinadas que a ellos les interesan. Me reúno con ellos habitualmente. Y lo hago con convicción, planteándoles retos y problemas a desarrollar. En cuanto a los niños, invito a sus padres a que les lleven a visitar espacios religiosos, a que recen juntos el Rosario en casa… Lo que hago con los niños, también lo hago con los jóvenes, porque son lo que el Señor más quería. Cristo encomendó al joven san Juan lo que más quería, su Madre, la Virgen. Los jóvenes, por serlo, tienen muchas posibilidades en la vida. Debemos acompañarles y prestarles la atención que merecen. 

La problemática social es una cuestión fundamental para usted…

Creo que la Doctrina Social de la Iglesia es necesaria, pues implica una manera de entender la vida, así como las relaciones entre los hombres, basándose en un compromiso respecto al otro. Lo social es necesario, pero hemos de interiorizar su sentido místico. Yo lo he comprobado en mi propia experiencia vital, tanto como sacerdote como anteriormente. 

¿Cómo valora la presencia de lo religioso en la vida pública? 

La Iglesia no puede esconderse. El misterio de la Encarnación es el que nos muestra cómo ha de ser nuestra presencia en la vida pública. Cristo quiso revelarse a los hombres, no se escondió. La Iglesia no puede estar dentro de las sacristías, sino que ha de situarse en medio del mundo, ofreciendo una Luz original, propia, especial, fuerte… Es la Luz de Cristo. Los cristianos hemos de serlo en todos los sitios donde estemos. El profesor cristiano, por ejemplo, ha de tener como primer sustantivo el de cristiano. Aunque a veces sea difícil, no podemos escondernos, pues Dios no lo hizo con nosotros. 

En cuanto a su forma de expresarse públicamente, nunca le he oído hablar de calamidades… 

Quien cree en el Evangelio no se deja llevar por las calamidades, pues sabe que siempre hay una Luz que lleva fuerza y que es la Luz de Dios. Llevamos un tesoro dentro, no podemos ser catastrofistas. Yo siempre he sido positivo. Sé que hay dificultades, pero debemos ser apasionados por anunciar a Cristo. 

DE TODOS Y PARA TODOS

El mismo jueves 8 de enero, poco después de hacerse oficial su nombramiento como nuevo arzobispo de Valencia, Carlos Osoro dirigió dos emotivas cartas. La primera, de despedida, a los que han sido sus fieles en Oviedo: “Vine a dar mi vida y a morir en Asturias queriendo ser fiel a Jesucristo y a este pueblo entrañable que ha captado mi corazón, mi vida (…) Os he querido mucho (…) Os aseguro que desde el mes de febrero de 2002 que llegué hasta hoy puse toda mi vida a vuestro servicio, nada he guardado para mí mismo”. Con los valencianos adoptó el mismo tono de cercanía: “Acepto como una bendición de Dios, de las muchas que a través de mi vida me ha regalado, este nombramiento y ya desde ahora me pongo a vuestra disposición. Sé que mi vida no es para mí, sino para vosotros (…) Quiero ser de todos y para todos”.

En el nº 2.644 de Vida Nueva.

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