Religiosas brasileñas se unen contra el tráfico de mujeres

Unas 80.000 compatriotas son explotadas sexualmente hoy en Europa, sobre todo en Italia, España y Portugal

(Graziela Cruz– Brasil) El tráfico de seres humanos es una de las acciones criminales más rentables del mundo. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el contrabando de personas mueve de siete a nueve billones de dólares anualmente, produciendo unas ganancias aproximadas de 30 billones de dólares. Un informe de Naciones Unidas desvela, asimismo, que dicha actividad se sitúa por detrás, pero a no mucha distancia, del tráfico de drogas y del contrabando de armas. Por lo que se refiere a Brasil, se estima que hoy en día hay cerca de 80.000 mujeres en régimen de esclavitud que están siendo explotadas sexualmente en Europa. Y lo que es más grave: cada vez es mayor el número de menores con los que se trafica para su explotación sexual.

Este alarmante panorama ha llevado a la vida religiosa de inserción a organizarse en torno a la red ‘Un grito por la vida’, que agrupa a 25 congregaciones de Brasil. Desde que fuera creada en 2002, a instancias de la Unión de Superiores Generales (USG), han sido varios los encuentros organizados por esta red. En 2006, se formó a un grupo de 30 religiosas en este campo, intensificando la lucha por la Erradicación del Tráfico de Seres Humanos (ETSH). En mayo de este año, religiosas de 14 estados brasileños presentes en cinco regiones y de la Conferencia de Religiosos de Brasil (CRB) se reunieron en São Paulo con ocasión del IV Encuentro para la Erradicación del Tráfico de Seres Humanos. Y en varios estados hay religiosas implicadas en este gran desafío.

La reunión más reciente tuvo lugar semanas atrás en Teresina (Piauí), cuando se convocó el I Seminario sobre Erradicación del Tráfico de Seres Humanos, en el auditorio de la Policía de Tráfico Federal, órgano que colabora en la búsqueda de salidas al problema.

Según la hermana Reginalda Mendes Barbosa, de la comunidad de Marcos Parente (Piauí), las religiosas aún están en el nivel de reflexión, no de acción, pero “estamos estableciendo relaciones de forma bastante discreta con casas religiosas de otros países donde sabemos que existen víctimas del tráfico de seres humanos, como España, Portugal e Italia. Queremos poner a nuestras congregaciones en contacto con esas casas en el exterior”, revela la hermana Reginalda.

El seminario celebrado en Piauí reunió a religiosas de diversas congregaciones con el objetivo de capacitar responsables para acciones educativas de prevención y asistencia, intensificar la lucha por lograr políticas que afronten el problema, y compartir informaciones sobre la realidad actual del tráfico de seres humanos en ese Estado. Piauí es el tercer mayor abastecedor de personas para el trabajo esclavo. La situación más grave se registra en el Estado de Pará, situación denunciada por la Iglesia y cuyo resultado son las constantes amenazas de muerte que reciben obispos, religiosos y agentes de pastoral de aquel Estado.

Detalles del proceso

Durante el seminario que tuvo lugar en Teresina, los participantes fueron informados sobre algunos detalles en el proceso del tráfico de mujeres y de adolescentes. La captación se produce por la promesa de empleo y de mejoras en las condiciones de vida. Las personas salen del país de forma ilegal y clandestina. Las mujeres son, entre tanto, explotadas sexualmente y esclavizadas para pagar sus deudas, generalmente derivadas de los pasajes, alimentos, ropas, etc.

En cuanto al perfil, se trata en la mayoría de casos de mujeres de entre 18 y 40 años, reclutadas en áreas rurales y periféricas (favelas) de las ciudades. La mayor incidencia de salida de mujeres de Brasil se da en ciudades del litoral, principalmente Río de Janeiro, Vitória, Salvador, Recife y Fortaleza, y los destinos preferentes son Italia, España y Portugal.

Pero el tráfico de seres humanos tiene otros destinos, además de la explotación sexual de mujeres y menores: el trabajo esclavo, de adultos y niños, en la agricultura del noreste, sureste y centro-oeste del país; la extracción y tráfico de órganos; y la adopción ilegal.

Según el doctor Urbeval Pereira Nascimento, de la Delegación Regional de Trabajo de Piauí, el trabajo esclavo es más frecuente en las carboneras, canteras y serrerías. Sólo en este Estado se han registrado 98.000 menores trabajando en régimen de esclavitud, cifra que alcanza los tres millones en el conjunto del país.

Está previsto que el próximo encuentro para la Erradicación del Tráfico de Seres Humanos se celebre en el primer semestre de 2009, y a él acudirán religiosas de todos los estados del nordeste brasileño.

En el nº 2.638 de Vida Nueva.

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