La vida sin complejos

Bella

(J. L. Celada) No abundan en este negocio las producciones que nacen de dentro, que son fruto del convencimiento y de los principios. Lo habitual es el encargo, el proyecto ambicioso, un considerable presupuesto, la satisfacción de aquel sueño largamente perseguido… Por eso, cuando dos tipos como los mexicanos Alejandro Gómez Monteverde y Eduardo Verástegui -director y protagonista de Bella, respectivamente- irrumpen casi de puntillas entre los grandes estrenos con su humilde creación, se impone la sorpresa, incluso el desconcierto. Y surgen las preguntas: ¿qué buscan?, ¿hasta dónde podrán llegar?…

En otras circunstancias, las respuestas vendrían solas (posiblemente, hubiera estado de más el interrogarse): dinero, y hasta que los mecanismos exprimidores de la industria lo permitan. En este caso, sin embargo, el propósito parece otro, y el recorrido se antoja más largo de lo previsto (el reclamo del boca-oreja ya se está notando).

Frente a una sociedad más pendiente de los valores bursátiles que de los que realmente nos humanizan, esta cinta apuesta sin complejos  por aquello en lo que cree: la capacidad redentora de los sentimientos sinceros, el calor del hogar contra los zarandeos de la fatalidad y la fuerza irrefrenable de la vida. Convicciones encarnadas aquí en un hombre preso de su pasado y una mujer asustada ante su futuro, que tratan de purificar sus culpas y sus miedos en una Nueva York mestiza y ruidosa.

A través de los ojos y las palabras de Verástegui (otrora latin lover, convertido hoy al catolicismo y firme impulsor del movimiento pro-vida), Gómez Monteverde proyecta una mirada limpia y positiva a su alrededor que reivindica las bondades de una existencia plena en familia. Incluso se atreve a apuntar modelos de ésta que se apartan del tradicional.

Sea como fuere, lo cierto es que Bella lo es por dentro (en su mensaje, como espíritu libre…), pero no así por fuera. Toda la naturalidad de sus diálogos y silencios pierde buena parte de su interés y atractivo por culpa de una realización más propia de un culebrón televisivo latinoamericano. Lastrada por un ritmo narrativo sincopado, lo nuclear acaba por presentarse como convencional, y lo deseable como previsible. Tampoco le beneficia su declarado alejamiento de una de las normas no escritas de este arte: más vale sugerir que mostrar.

Como contrapartida, cabe decir que esta película -honesta, valiente y decididamente optimista- no trata de ocultar nada. Y ése es su gran valor. Tendrá detractores (en nombre del buen cine, o de la libertad de conciencia, o…), pero no necesita defensores, sólo espectadores que sepan apreciarla en su justa medida.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Bella

DIRECCIÓN: Alejandro Gómez Monteverde

GUIÓN: Alejandro Gómez Monteverde, Patrick Million y Leo Severino

FOTOGRAFÍA: Andrew Cadelago

MÚSICA: Stephan Altman

PRODUCCIÓN: Sean Wolfington, Alejandro Gómez Monteverde, Eduardo Verástegui, Leo Severino, Jason Jones, Denise Pinckley

INTÉRPRETES: Eduardo Verástegui, Tammy Blanchard, Manny Pérez, Ali Landry, Angélica Aragón, Jaime Tirelli, Ramón Rodríguez, Lukas Behnken

En el nº 2.637 de Vida Nueva.

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