La Santa Sede y Brasil firman el acuerdo de colaboración

También en el ámbito de las relaciones internacionales, Benedicto XVI y Obama ya han hablado por teléfono

(Antonio Pelayo– Roma) A la Santa Sede la elección de Barack Huseim Obama para la presidencia de los Estados Unidos no le ha sorprendido. Todos los informes de que aquí se disponía -y eran muchos, incluido uno sobre el voto mayoritario de los católicos a favor del candidato demócrata- coincidían en valorar como la más probable esta hipótesis.

Una vez oficializado el resultado de las urnas, partió el mensaje del Papa felicitando al candidato y asegurándole oraciones por su nueva responsabilidad. La respuesta no se hizo esperar: el día 11, Obama telefoneó desde Chicago a Benedicto XVI para agradecerle su gesto amistoso y asegurarle su voluntad de mantener con Roma unas relaciones de mutuo respeto y colaboración. Los portavoces del presidente electo no añadieron ningún otro detalle sobre el coloquio. Por su parte, el P. Federico Lombardi aclaró que “no se habían tratado temas relacionados con la investigación sobre las células estaminales”.

La aclaración estaba justificada, porque ese mismo día el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, había hecho unas declaraciones que la prensa italiana había presentado como una crítica al nuevo inquilino de la Casa Blanca. Presentando ante la prensa la 23ª Conferencia Internacional sobre La pastoral en el tratamiento de los niños enfermos, la corresponsal en Roma del Washington Post le preguntó si el Vaticano estaba preocupado por la anunciada posición de Obama sobre la investigación de las células estaminales (que Bush ha frenado). La respuesta de Lozano Barragán fue: “Las disposiciones sobre las células estaminales embrionarias deben ser consideradas de acuerdo con los progresos de la ciencia. En un primer momento se las consideraba una panacea para todo, y sin embargo ahora los científicos afirman que las estaminales embrionarias no sirven para nada y que no han conseguido nunca una curación. Estudios recientes dan, sin embargo, un valor positivo a las células adultas o extraídas del cordón umbilical”.

Tras la conferencia de prensa, el cardenal precisó: “He reafirmado lo que defendemos desde siempre sin referirme exclusivamente al nuevo presidente de los Estados Unidos, cuyas posturas en la materia no conozco a fondo. Si alienta la investigación sobre las estaminales adultas le aplaudiremos, pero si quiere volver a hablar sobre los embriones no estaremos con él”.

Al margen de este “incidente” -que no ha sido considerado tal ni en Washington ni en Roma-, tanto la Santa Sede como el Episcopado estadounidense nutren alguna inquietud sobre los anunciados propósitos de Barack Obama en temas “éticamente sensibles”: mayores facilidades para el aborto, apertura a la investigación sobre las células embrionarias, uniones civiles -no matrimonios- para las parejas gays con posibilidad de adoptar, etc. Pero por ahora prevalece la actitud de no precipitarse en hacer juicios antes de comprobar las reales intenciones del nuevo presidente. En Roma piensan también que corresponde primero al Episcopado de EE.UU. la tarea de manifestar claro y alto la posición de la Iglesia católica en esas materias y de dialogar con la nueva clase dirigente para exponer otros puntos de vista sobre cuestiones complejas y sobre las que la sociedad norteamericana está muy dividida.

No es un privilegio

Representando, por el contrario, una sociedad cada vez más cohesionada y que avanza hacia la igualdad social, Luiz Inazio ‘Lula’ da Silva fue recibido en audiencia privada por Benedicto XVI el jueves 13. El presidente brasileño venía con un séquito que incluía a su esposa Marisa Leticia y a cuatro ministros, entre ellos, el de Asuntos Exteriores, Celso Amorim, y el de Defensa, Nelson Jobim. La visita transcurrió en un clima muy cordial y sirvió para tratar algunos aspectos de la nación brasileña, “en concreto, las políticas sociales destinadas a mejorar las condiciones de vida de tantas personas que viven todavía en la estrechez y en la marginación, y a favorecer el papel fundamental de la familia en la lucha contra la violencia y en el deterioro social”.

En el contexto de la visita se firmó un acuerdo entre Brasil y la Santa Sede sobre el estatuto jurídico de la Iglesia católica en el país, según los principios de la Constitución, aprobada en 1988. “Se asegura así por una parte -dijo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados- la sana laicidad del Estado, y por otra se garantiza el libre ejercicio de las actividades de la Iglesia en todos los ámbitos de su misión”.

En su discurso, el titular brasileño de Exteriores reconoció “la importancia de la dimensión religiosa del individuo”, así como “el papel de gran relevancia que jugó la Iglesia en la democratización de Brasil, especialmente en la protección y promoción de los derechos humanos, incluso acogiendo a personas que eran víctimas de la persecución política”.

El acuerdo regula importantes materias: el estatuto jurídico de la Iglesia católica en Brasil, el reconocimiento de los títulos de estudio, la enseñanza de la religión en la escuela pública, el matrimonio canónico y el régimen fiscal. “Quisiera subrayar -indicó Mamberti- que estaría fuera de lugar hablar de ‘privilegio’, porque no es un privilegio el reconocimiento de una realidad social de tan gran relieve histórico y actual como es la Iglesia católica en Brasil, sin que eso suponga privar de cuanto en una sociedad pluralista es debido a los ciudadanos de otras religiones y de diversa convicción ideológica”.

Esa misma mañana, Benedicto XVI tuvo ocasión de volver sobre el concepto de “sana laicidad” al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de la República de San Marino ante la Santa Sede, el doctor en Medicina -como su predecesor, Giovanni Galassi, durante años decano del Cuerpo Diplomático- Sante Canducci. “Separar totalmente la vida pública -proclama el discurso del Papa- de todos los valores de la tradición significaría introducirse en un callejón oscuro y sin salida. Por eso es necesario redefinir el sentido de una laicidad que subraye la verdadera diferencia y autonomía entre los diversos componentes de la sociedad, pero que conserve también las específicas competencias en el contexto de una responsabilidad común. Ciertamente, esta ‘sana’ laicidad del Estado lleva consigo que toda realidad temporal se rija según las propias normas, las cuales, sin embargo, no deben dar de lado las fundamentales instancias éticas, cuyo fundamento reside en la misma naturaleza del hombre y que por eso se remiten en ultima instancia al Creador”.

Paz para el Líbano

Si para todos los países las relaciones con la Santa Sede tienen un valor particular, en el caso del Líbano es una de las prioridades de su diplomacia y su política exterior. A lo largo de su historia moderna, la independencia del Líbano ha tenido en el Papa y el Vaticano un soporte esencial. Ante el nuevo embajador, Georges Chakib El Khoury, quien presentó sus cartas credenciales el día 17, el Santo Padre ha reiterado que la paz duradera, “aspiración profunda de todos los libaneses, es posible en la medida en que prevalezca en todos una auténtica voluntad de vivir juntos en la misma tierra y de considerar la justicia, la reconciliación y el diálogo como el marco propicio a la resolución de los problemas entre personas y grupos”.

EUTANASIA DE HECHO Y DE DERECHO

La sentencia del Tribunal Supremo italiano que ha confirmado que Eluana Englaro -la joven que lleva en coma 17 años, víctima de un accidente de circulación- puede ser privada de alimentación e hidratación, provocando así su muerte, ha sido una vez más condenada por la Iglesia. “Que Dios les perdone por lo que están haciendo, pero esto es eutanasia de hecho y de derecho”, ha sido el triste comentario de Rino Fisichella, presidente de la Pontificia Academia de la Vida.

En el nº 2.637 de Vida Nueva.

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