La Cumbre de Chipre termina con un llamamiento al diálogo

Líderes de varias religiones se reúnen en el encuentro anual convocado por la Comunidad de San Egidio

(María Gómez) Desde que se celebrara la Jornada Mundial de Oración por la Paz, aquella histórica cita convocada por Juan Pablo II en Asís, el 27 de octubre de 1986, la Comunidad de San Egidio ha venido reuniendo a personas de religiones y culturas diferentes en una vía de encuentro, diálogo y oración por la paz. Entre el 15 y el 18 de noviembre, el “espíritu de Asís” ha recalado en Chipre, donde varios cientos de personalidades religiosas y laicas, jefes de Estado de Europa, África y América Central, cardenales católicos y líderes de otras confesiones cristianas se han dado cita para testimoniar el empeño común por construir La civilización de la paz: religiones y culturas en diálogo, tal y como enunciaba el lema del 22º Encuentro “Hombres y Religiones”.

En la ceremonia final, proclamaron un Manifiesto de Paz. “Estamos en un momento difícil de la historia -comienza el Llamamiento-. Muchas seguridades han sido afectadas por la crisis económica que atenaza el mundo. Muchos son pesimistas sobre el futuro. Los países más ricos concentran su atención en la tutela de sus conciudadanos. Pero un gran mundo de pobres pagará un caro precio en esta crisis”. Lamentando que son muchos los que sufren guerras, pobreza y violencia y que “no se puede ser feliz en un mundo lleno de sufrimientos”, los líderes religiosos, no obstante, aseguran: “Éste no es el momento de encerrarse en el pesimismo”, y proponen “escuchar el dolor de muchos y de trabajar para fundar un nuevo orden mundial de paz”, contando con la justicia, el diálogo, el respeto por los más débiles y, ante todo, “más espíritu y más sentido de humanidad”.

El Llamamiento de Chipre insiste en que las diferentes tradiciones religiosas rechazan la violencia, el terrorismo y el “enfrentamiento inevitable entre religiones y civilizaciones”. Por eso, y porque ningún hombre es una isla, “o vivimos juntos en paz o juntos moriremos”. En el documento hay una apuesta por la oración y por el “amor paciente” que se transforma en diálogo, que “no debilita, sino que refuerza” y que es “la verdadera alternativa a la violencia”. ¿Utopía?, se pregunta en el documento, y se responde: “Es el deber de construir un mundo más humano”.

La elección de Chipre como sede de la reunión, a invitación de la Iglesia ortodoxa del país, es también significativa, sobre todo por la delicada situación política de esta isla mediterránea -dividida en dos, el norte turco-chipriota y el sur greco-chipriota, tras la intervención militar turca en 1974-. El domingo 16, cuarenta líderes de diferentes religiones cruzaron la llamada “línea verde”, el último muro en Europa, a la Nicosia turca. En la ceremonia de apertura del encuentro, el presidente de la República de Chipre, Demetris Christofias, anunció su voluntad de seguir dialogando con la parte turco-chipriota.

En el nº 2.637 de Vida Nueva.

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