Los jóvenes franceses asumen que son la Iglesia de hoy

Un congreso en Lourdes analiza por qué ahora se les confían menos responsabilidades que antes

(María Gómez) ¿La Iglesia confía en los jóvenes? La pregunta la ha planteado la Iglesia francesa en un simposio celebrado en Lourdes los días 2 y 3 de noviembre, en el que han participado jóvenes católicos de todas las diócesis del país, movimientos, comunidades, etc., convocados por una preocupación común entre ellos y sus pastores: la transmisión de las responsabilidades.

“Los jóvenes, ellos mismos, lo aseguran: no son la Iglesia del mañana, sino la de hoy”, subraya Jacques Perrier, obispo de Tarbes y Lourdes, quien, unos días antes del congreso, confiaba en que éste se convirtiera en “un signo” y un “acto de confianza”.

En opinión de este obispo, a la juventud “se le confía muchas menos responsabilidades que antes. Muchos motivos lo explican: principio de precaución, prolongación del período de la adolescencia, falta de confianza, ultra protección de la familia y la sociedad, dificultad de transmisión de una generación a otra…”. La cuestión generacional es clave: “Hay una desconfianza mutua entre los de la generación JMJ y las generaciones de más edad -apunta Perrier-. Los primeros tienen la impresión de que los segundos no les hacen un hueco, que lo bloquean todo, ocupando todos los puestos; mientras que los otros tienen la impresión de que no pueden contar con ellos. Esta desconfianza mutua es ruinosa. Si no hay transmisión de responsabilidades de una generación a otra, en una parroquia, en un coro, en los movimientos, en las comunidades, vamos hacia la extinción”.

Por su parte, el director del Servicio nacional para la evangelización de los jóvenes, escolares y estudiantes, Patrick Jacquin, asegura de los muchachos: “Están preparados, disponibles y generosos para responder al llamamiento”. 

Este simposio se celebraba justo antes de la Asamblea Plenaria de otoño de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF), que del 4 al 9 de noviembre, también en Lourdes, abordaba de manera principal tres temas: “La indiferencia religiosa y la visibilidad de la Iglesia”, bioética y cómo “Hacer vivir nuestras iglesias”.

En el discurso de apertura, el cardenal André Vingt-Trois, presidente de la CEF, se refirió a varios temas de actualidad, como su reciente visita a Moscú invitado por el patriarca ortodoxo Alexis II, el Sínodo sobre la Palabra, o la visita pastoral de Benedicto XVI a Francia el pasado septiembre, “un gran momento en la vida de nuestra Iglesia”, señaló Vingt-Trois.

Medidas para la crisis

El también arzobispo de París no dejó de referirse a cuestiones de actualidad de su país, como el proyecto de ley del presidente Sarkozy para permitir que se trabaje los domingos, algo a lo que los obispos se oponen, no sólo porque para los católicos sea el Día del Señor, sino porque es el “día de la familia” y porque el trabajo dominical contribuirá a “la desestructuración de la vida colectiva”.

En este punto, el cardenal tuvo palabras para la situación de crisis económica que azota al planeta en estos momentos, pues la crisis económica actual revela que es indispensable repensar la organización de la vida económica y social. “¿Ganar más debe ser el objetivo de la existencia?”, se pregunta.

En el nº 2.635 de Vida Nueva.

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