Desconcierto ante el asesinato de dos jesuitas en Moscú

(M. Á. Malavia) El pasado 29 de octubre, el arzobispo de Moscú, Paolo Pezzi, presidió el funeral por Otto Messmer (kazajo de nacionalidad rusa) y Víctor Betancourt (ecuatoriano), los dos jesuitas cuyos cuerpos aparecieron sin vida el día anterior. A pesar de que está claro que ambos han sido asesinados (tenían graves heridas de arma blanca en la cabeza), ha causado extrañeza y desconcierto, pues se desconocen completamente las causas del crimen. Ni siquiera fue simultáneo, pues la policía piensa que el sábado 25 murió el ecuatoriano, y el 27, tras regresar de un viaje por Alemania, el P. Messmer; ambos estaban en la misma habitación. 

Las muestras de condolencia a los familiares de los fallecidos y a la Compañía de Jesús han sido muy numerosas. Alexis II, patriarca ortodoxo en la capital rusa, lamentó la “trágica muerte” y, dirigiéndose a todos los fieles de su Iglesia, insistió en que “nuestro deber común es rezar por su reposo”. Este gesto ha sido muy bien acogido por los católicos rusos, que ven cómo tras una etapa de enfriamiento, las relaciones con el patriarca de Moscú están retomando paulatinamente la cercanía. El arzobispo Paolo Pezzi, en la homilía del funeral, afirmó que la muerte de los dos jesuitas suponía “una grave pérdida” para la Iglesia católica en Rusia, definiendo a los fallecidos como “dos ardientes pastores muy amados por los fieles”. También pidió “por aquellos que han cometido este terrible crimen, para que el Señor les conceda la gracia del arrepentimiento”.

En el nº 2.635 de Vida Nueva.

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