Chile revive su fe junto a Teresa de los Andes

La peregrinación al santuario recordó el Encuentro Juvenil Continental de 1998

(Daniel Salsamendi– Chile) En Auco, una bifurcación de caminos en la Rinconada de Los Andes (al norte de Santiago y al este de Valparaíso), un lugar lleno de espiritualidad carmelitana, se encuentra la cripta donde descansan los restos de la primera santa chilena, Teresa de Los Andes. Cada año, el santuario recibe miles de jóvenes católicos de todas las diócesis, que se reúnen para vivir una de las mayores peregrinaciones del continente.

Esta vez la cita reunió el 18 de octubre a más de 75.000 participantes, convocados también para celebrar el décimo aniversario del Encuentro Continental de Jóvenes que tuvo lugar en tierras chilenas. La peregrinación arrancó hacia las siete de la mañana en la hacienda de Chacabuco y finalizó en el santuario tras un recorrido de 27 kilómetros. En el trayecto se habían establecido 12 estaciones, en las que, con signos, cantos y lemas, se invitó a celebrar y renovar la fe en Jesús, valorando el camino de discipulado fiel y alegre que recorrió Teresa de Los Andes.

Ya en el santuario, y tras la entrega de la memoria impresa del citado Encuentro Continental, el cardenal Francisco Javier Errázuriz recordó a los jóvenes en la Eucaristía que “hoy el Señor los envía a anunciar la buena nueva a los pobres, a los que no tienen esperanzas y, con la fuerza del Espíritu Santo, a convertirse en buena noticia para otros”.

Las palabras que san Pablo dirigió a la comunidad de Corinto: “Ay de mí si no evangelizara” (1 Cor 9, 16), sirvieron como lema que acompañó a los miles de jóvenes que acudieron hasta Santa Teresa de Los Andes. Allí, al término de la peregrinación, la comunidad del santuario rememoró la jornada: “Un paisaje privilegiado, los cálidos rayos de sol que desde temprano se dejaron notar, acompañaron a estos jóvenes peregrinos, que, a pesar de la fatiga y el calor, demostraron una vez más que ‘cuando se ama todo es alegría'”.

Camino compartido

La Pastoral Juvenil chilena ha querido hacer de esta cita anual en forma de peregrinación un tiempo y un espacio compartidos, en los que, “caminando”, los jóvenes chilenos expresan su seguimiento de Jesús y cuál es su proceso de crecimiento en la fe.

La Iglesia chilena ve en este encuentro, además, un momento donde los jóvenes pueden llegar a despertar una vocación permanente y un ardor misionero a la luz del testimonio de la santa de los Andes, de tal manera que se sientan enviados a anunciar la Buena Nueva en el seno de sus familias, de sus comunidades, y sobre todo, a los que están más alejados de la Iglesia.

En el nº 2.633 de Vida Nueva.

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