¿Dónde están los profetas?

(Nicolás Castellanos Franco– Obispo emérito de Palencia)

“Martini es un profeta de hoy, porque “se atreve a pensar”, habla con libertad, es una voz crítica en la Iglesia, “ama la adversidad, por amor a la verdad”, remueve las aguas estancadas de la Iglesia”

Profeta es el que sabe leer e interpretar, a la luz de la Palabra, los signos de los tiempos, los movimientos de la historia, el Kairós. Esos requisitos se cumplen en el cardenal Martini. ¿Dónde están los profetas? En Los coloquios nocturnos en Jerusalén con el jesuita Georg Sporschill.

Por una parte, anuncia la audacia de la fe, el coraje y parresía, que nace de la cercanía de la Biblia y el contagio de la amistad con Jesús, la presencia fecunda del Espíritu Santo en el acompañamiento espiritual; la gran propuesta de la Iglesia a los jóvenes. “En donde todavía hay conflictos está ardiendo el fuego, está actuando el Espíritu Santo”. Cambiar el mundo “significa liberar a los hombres de sus miedos, contener agresiones, eliminar las injusticias entre ricos y pobres”.

Desde ahí brotará algo nuevo, saltará la audacia, la creatividad, la fuerza mística del Espíritu, y se descubre “la fuente más profunda de sentido” y de alegría de vivir.

Con poder profético denuncia la ausencia de jóvenes en la Iglesia, que no se empeña con pasión por la justicia, el pecado del mundo, su ocultamiento o, peor, la amabilidad con que se presenta ese pecado, “el mal que le deja sin aliento”, y ante el que sugiere y conoce dinamismos de entrega a fondo perdido para acabar con la ignominia de la humanidad, la pobreza.

No duda en denunciar que los responsables de la Iglesia “no deben estar encerrados sobre sí mismos, sino mirar más allá de la propia institución”.

Martini es un profeta de hoy, porque “se atreve a pensar”, habla con libertad, es una voz crítica en la Iglesia, “ama la adversidad, por amor a la verdad”, remueve las aguas estancadas de la Iglesia. Su fidelidad creativa a ella no le impide hacer preguntas.

Suena bien la voz profética de Martini en esta sociedad convulsa y en esta Iglesia nostálgica.

En el nº 2.633 de Vida Nueva.

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