“Debemos transmitir la Palabra con el lenguaje de hoy”

(M. Á. Malavia) Desde el 17 de octubre, un grupo de docentes dominicos están impartiendo, en el madrileño convento de San Pedro Mártir, un curso sobre ‘Comunicación y Predicación’. El mismo está dirigido, preferentemente, a sacerdotes, religiosos, catequistas, agentes de pastoral y personas de toda condición interesadas en la difusión del Evangelio. En declaraciones a Vida Nueva, el dominico y director del ciclo, César Valero, afirmó que la clave de una buena comunicación de la fe es “seguir el modelo de Jesús“, pues “Él dio un mensaje de esperanza” muy claro. 

Del mismo modo, el organizador del curso cree esencial “llegar al hombre de hoy conociendo su propia realidad personal, sus inquietudes concretas”. Consciente de la “dificultad” de todo proceso de comunicación, incide en la especial importancia de las predicaciones de los sacerdotes en la homilía dominical, “pues se trata de la Eucaristía”. A su juicio, “por supuesto que se debe buscar un cierto sentido estético”, pero es “un grave error” considerar que con esa condición es suficiente. Al contrario, “la preferencia ha de estar en la eficacia, en tratar de mover realmente los corazones de los fieles”. Para ello, su fórmula idónea de una buena prédica constaría de tres factores: “La formación del comunicante, que ha de conocer el tipo de personas concretas a las que se dirige; la fidelidad al espíritu y al mensaje de Jesús; y la originalidad, tratando de llamar de un modo eficaz la atención del que nos escucha con fórmulas novedosas, sin caer en los tópicos de siempre, que sólo llevan al aburrimiento”.  

Esta revista también contactó con el periodista y locutor César Cid, quien imparte una ponencia sobre la importancia de la expresión oral en el curso. En su opinión, la predicación, la comunicación de la Palabra “es una ciencia que ha ido desapareciendo”. Aun así, Cid se muestra esperanzado puesto que, según asegura, “ahora contamos con más recursos a nuestra disposición que nunca, pues podemos llegar a todo el mundo. Al fin y al cabo, la Palabra siempre es la misma. Sólo hace falta actualizarse, dirigirnos a la gente con el lenguaje de hoy, que es el que ellos entienden”.

En el nº 2.632 de Vida Nueva.

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