El papa rememora a Juan Pablo I en los 30 años de su muerte

Benedicto XVI regresa al vaticano con una intensa agenda marcada por la inauguración del sínodo

(Antonio Pelayo– Roma) Desde el martes 30 de septiembre, las ventanas del apartamento pontificio que se asoman a la Plaza de San Pedro han vuelto a estar abiertas, después de haber permanecido cerradas durante casi tres meses (más concretamente, desde el 2 de julio). Para los romanos es el signo de que el Papa está de nuevo en Roma (“ha vuelto a casa”, dicen los vecinos del Vaticano) y, en cierto modo, la vida de la Ciudad Eterna vuelve a la normalidad, después de la pausa veraniega.

Benedicto XVI se despidió de las autoridades de Castelgandolfo (el discutido obispo de Albano, monseñor Marcello Semeraro, entre ellos) y de las numerosas personas que moviliza su presencia en la pequeña localidad del Lazio, recibiéndoles en audiencia en la Sala de los Suizos. El domingo lo había hecho de los numerosos fieles que se congregaron dentro y fuera del patio de la residencia papal. “Ha pasado el período veraniego -les dijo con tono jovial- y pasado mañana volveré al Vaticano. Doy gracias al Señor por todos los bienes que me ha concedido durante todo este tiempo; pienso en esta casa donde puedo reposar mejor y trabajar en los meses más calurosos”.

Al cumplirse exactamente ese día, el domingo 28 de septiembre, treinta años de la muerte del papa Juan Pablo I, su sucesor le dedicó unas palabras de recuerdo subrayando el lema que había escogido como obispo : “Humilitas” (‘humildad’). “La humildad -comentó el Papa- puede ser considerada su testamento espiritual. Gracias a esta virtud le bastaron treinta y tres días para que el papa Luciani entrase en el corazón de las gentes. En sus discursos siempre usaba trazos de la vida concreta, de sus recuerdos de familia y de la sabiduría popular. Su sencillez era vehículo de una enseñanza sólida y rica que, gracias al don de una memoria excepcional y de una vasta cultura, enriquecía con numerosas citas de escritores eclesiásticos y profanos. Así, ha sido un catequista incomparable, siguiendo las huellas de san Pío X, su paisano y predecesor en la cátedra de San Marcos y después en la de San Pedro. ‘Debemos sentirnos pequeños delante de Dios’, dijo en una audiencia. Y añadió: ‘No me avergüenzo de sentirme como un niño delante de su madre; se cree en la madre, yo creo en el Señor y en lo que me ha revelado’. Estas palabras muestran la profundidad de su fe”.

El 30º aniversario de la muerte de Albino Luciani -en circunstancias que impresionaron a todo el mundo- ha animado a reeditar libros y reportajes en la estela de las patrañas reunidas por el periodista inglés David Yallop en su libro En nombre de Dios y que hoy nadie serio se atreve a defender.

Visita al Quirinal

Tras la vuelta al Vaticano, al Papa le esperan meses de intensa actividad que comenzarán con una visita oficial al Palacio del Quirinal, antigua residencia de los papas que hoy lo es del presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, prevista para el sábado 4 de octubre. Al día siguiente, preside en la Basílica de San Pablo Extramuros la misa de apertura de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, cuyos trabajos se prolongarán hasta el domingo 26 (ver ‘A fondo’, pp. 8-11). Para el Pontífice se trata de una asamblea muy significativa marcada por algunas novedades. Una de ellas será la participación, por primera vez en los trabajos sinodales, de un rabino. El honor corresponderá a Shear-Yashuv Cohen, rabino jefe de Haifa, miembro de la comisión mixta Israel-Vaticano y que disertará sobre la importancia de la Escritura en la vida de los judíos. El rabino se integrará en el llamado grupo de ‘delegados fraternos’ hasta ahora reservado a los representantes de las Iglesias y confesiones cristianas. La noticia ha sido favorablemente acogida en los diversos ambientes judíos, donde no han faltado, como no podía ser menos, las críticas de algunos intransigentes que se empeñan en atribuir a la Iglesia católica “intenciones proselitistas”.

Instrucción sobre los ISCR

El jueves 25 de septiembre tuvo lugar en la Sala de Prensa de la Santa Sede la presentación de la Instrucción sobre los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas, de la que es autora la Congregación para la Educación Católica, cuyo prefecto es el cardenal polaco Zenon Grocholewski. El documento fue glosado en primer lugar por el purpurado y también por monseñor Jean-Louis Bruguès (el dominico francés hasta hace poco obispo de Angers y ahora secretario de la Congregación) y monseñor Angelo Vincenzo Zani, subsecretario del dicasterio, quien destacó las tres categorías de los ISCR existentes en la actualidad: los nacidos según la normativa de 1987 y que se encuentran sobre todo en Italia y España (nuestro país cuenta nada menos que con 29 instituciones de este tipo); los que responden a una tradición típicamente sajona o alemana (país éste con 11 facultades de Teología integradas en las universidades estatales, más otras nueve de régimen eclesiástico) y, finalmente, los centros de estudios específicamente reservados a los laicos.

El documento, que es de naturaleza eminentemente técnica, se centra en estos últimos, y, según aclararon sus autores, pretende elevar el nivel académico de los mismos. Lo formuló monseñor Bruguès, afirmando que lo que se intenta es ofrecerles “una formación adaptada y que aspire al mismo tiempo a la excelencia”. No se trata, pues, de institutos de “segunda división” en los que se puede hacer la vista gorda sobre el rigor de las enseñanzas impartidas ni sobre la exigencia que se impone a los alumnos (seglares en su mayoría, pero también los religiosos no clérigos de algunas congregaciones religiosas).

En el documento se explica que el fin de los ISCR es “promover la formación religiosa de los laicos y de las personas consagradas, para una participación más consciente y activa en las tareas de evangelización en el mundo actual, favoreciendo también la asunción de empeños profesionales en la vida eclesial y en la animación cristiana de la sociedad; preparar a los candidatos para los diferentes ministerios laicales y servicios eclesiales; cualificar a los docentes de religión en las escuelas de diferente orden y grado, exceptuando las Instituciones de nivel universitario”.

Todos los docentes, de cualquier categoría -sigue el texto-, tienen que distinguirse siempre por la idoneidad científico-pedagógica, la honestidad de vida, la integridad de doctrina, la dedicación al propio deber, de modo tal que puedan contribuir eficazmente al logro de los objetivos propios del Instituto. La enseñanza tendrá que estar orientada a la adhesión a la divina Revelación, a la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y al respeto de la verdad científica”.

Sin salirnos del marco escolástico, quisiera aludir al discurso pronunciado por el Santo Padre el 25 de septiembre ante los participantes en el congreso organizado por la Conferencia Episcopal Italiana sobre la enseñanza católica. “Para ser apreciados y escogidos -les recordó- los centros católicos de enseñanza deben ser conocidos por su intención pedagógica; es necesario que tengan no sólo una madura conciencia de su identidad eclesial y de su proyecto cultural, sino también de su significado civil, que debe ser defendido no por intereses partidistas, sino como una contribución preciosa a la edificación del bien común de toda la sociedad italiana”.

A continuación, Benedicto XVI recordó que debe garantizarse a estos centros católicos de enseñanza “una efectiva igualdad con los centros estatales” para garantizar a los padres la posibilidad de ejercer “la oportuna libertad de opción a la hora de escoger escuela para sus hijos”, que es de lo que se trata en realidad.

Por fin, destaquemos que la Conferencia Episcopal de este país tiene un nuevo secretario en la persona de monseñor Mariano Crociata, un profesor de Teología consagrado hace sólo un año obispo de Noto y que no había desempeñado hasta ahora ninguna misión en el seno del Episcopado italiano. Se ha pasado otra página del largo período marcado por la personalidad del cardenal Camillo Ruini, sustituido por el arzobispo de Génova, cardenal Angelo Bagnasco.

LA BIBLIA, POR TELEVISIÓN

El domingo 5 de octubre, a las siete de la tarde, el Papa inaugura la emisión televisiva La Biblia día y noche, que se prolongará hasta el 11 de octubre. En el curso de una conexión en directo desde el Palacio Apostólico, Benedicto XVI leerá uno de los 1.250 pasajes de la Sagrada Escritura que se han escogido  para ser leídos por una vasta selección de personas de todo tipo (se habían inscrito para hacerlo más de 180.000…), entre los que destacan el actor Roberto Benigni, el futbolista brasileño Kaká y el cantante lírico Andrea Bocelli, que, siendo ciego, cantará unos versículos del texto bíblico. De alguna manera, esta emisión de la RAI subrayará el tema central del Sínodo de la Palabra.

En el nº 2.630 de Vida Nueva.

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