(J. Llisterri) La reforma litúrgica del Vaticano II no es un invento ni responde a las exigencias de los años 60. Sus raíces están en la tradición eclesial y en la Palabra de Dios. Éste es uno de los mensajes del Congreso “El siglo de la liturgia”, celebrado en la Facultad de Teología de Cataluña para conmemorar los 50 años de la creación del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona (CPL).
El congreso reunió el 4 y 5 de septiembre a 300 expertos en liturgia para escuchar, entre otros, al arzobispo Piero Marini -quien fuera maestro de ceremonias pontificias de Juan Pablo II durante casi dos décadas-, al cardenal arzobispo de Malinas-Bruselas, Godfried Danneels, y al rector del Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo de Roma, Juan Javier Flores.
La intervención de Marini, ahora presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales, fue una clara defensa de la reforma litúrgica conciliar. La presentó como el “fundamento de las otras reformas”, con la idea de que al cambiar la liturgia, cambia la Iglesia: “La reforma de la Iglesia, el ecumenismo, la misión, el diálogo con el mundo, depende de la reforma de la liturgia”. Por eso el Concilio hizo “la liturgia más auténtica, más esencial y bella, para que su esplendor pudiera iluminar toda la vida y la actividad de la Iglesia”.
Destacó también Marini cómo “sin condicionamientos ni lazos temporales” se produjo “el consenso entre casi todos los padres conciliares”, uno de cuyos resultados fue la participación de los fieles, superando “una de la plagas de la Iglesia que enunciaba Rosmini: el haber separado al pueblo de la liturgia”.
El congreso contaba con la adhesión de la Asociación Española de Profesores de Liturgia y la colaboración de la Facultad de Teología y del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona. Por eso, fue la ocasión de reconocer la trayectoria de los 50 años del CPL.
En la inauguración del congreso, el cardenal Lluís Martínez Sistach, reconoció el “excelente trabajo al servicio de la pastoral litúrgica, ayudando de manera muy eficaz a la recepción de la reforma litúrgica”. También se presentó al CPL como una de las aportaciones más específicas de la Iglesia en Cataluña con proyección internacional.
El obispo auxiliar emérito de Barcelona, Pere Tena, fundador del CPL y antiguo subsecretario de la Congregación para el Culto Divino, pronunció la lección inaugural del congreso. Tena describió la dificultades que encontraron los pioneros del movimiento litúrgico en la primera mitad del siglo XX para que las celebraciones no fueran planteadas como un mero ritual de culto público.