Otras formas de educar en una Cuba sin colegios

El centro de los hermanos de La Salle combina los conocimientos y los valores

(Texto y fotos: Araceli Cantero Guibert) En 1961 la Iglesia en Cuba perdió todos sus colegios e instituciones docentes, y desde entonces no las ha vuelto a recuperar. El Estado cubano no le permite tener colegios o universidades propias. Pero la Iglesia no ha dejado de empeñarse en la formación de los niños y jóvenes cubanos. Simplemente, lo está haciendo de otra manera. Véase un ejemplo.

Se trata del Centro de Promoción y Cultura de los Hermanos de la Salle, localizado en Santiago de Cuba, en donde 600 personas reciben clases de inglés, informática básica, gestión de pequeños negocios y secretariado bilingüe, así como formación humana. Además, 180 niños y adolescentes acuden a la catequesis y aprenden sobre juegos de mesa, informática y valores.

Alejandro Gómez es padre de familia y el secretario del Centro, y dice que se siente bien trabajando para la Iglesia en este lugar, que está abierto a todos. También acuden estudiantes internacionales de la Escuela de Medicina, como Madu Diakite, un musulmán de Mali que ya se expresa en perfecto español y que supo de La Salle por otros compatriotas. En Santiago de Cuba hay unos cien estudiantes de Mali preparándose para ser médicos.

“Decidimos ofrecer formación a través de los cursos que veíamos que podían tener más atractivo”, explica el hermano de La Salle Agustín Tentor, de origen argentino y que lleva en Cuba desde el año 2002. Y añade que “las Iglesias protestantes mandan aquí a su gente para formarse, y los judíos también, y muchos vienen porque se va corriendo la voz”.

Como requisito para acceder al programa, todo el alumnado debe asistir a un curso de formación humana, y “aunque es obligatorio, lo reciben muy bien. Algunos incluso sólo vienen por ese curso”, explica Tentor.

La profesora es Isabel Guillén, una religiosa claretiana española que lleva 15 años en Cuba. Ella tiene alumnos de todas la edades, jóvenes desde los 17 años hasta mayores de 70; también hay amas de casa y profesionales. Isabel explica que ha conocido estudiantes universitarios “que se dedican a vaguear, que no tienen aliciente y que no quieren un trabajo que les pueda retener a la hora de marcharse del país”. Hay chicas, en cambio, que para mantenerse, explica la religiosa, “tienen que trabajar como jineteras, en la prostitución”.

Quienes reciben el curso de formación humana “aprenden a escucharse, en los coloquios, aunque piensen de manera distinta”. Isabel emplea varias técnicas para enseñarles a conocerse a sí mismos, como hablarles de las distintas imágenes de Dios, o usando instrumentos como el eneagrama (un test de identificación de la propia personalidad a partir de la auto-observación).

La hermana Ángela Martínez, de la misma comunidad que Isabel y también española, afirma que la labor de las religiosas en Cuba ha ido cambiando a lo largo de los años: “Antes el trabajo estaba muy centrado en la Iglesia. No nos dejaban otra cosa, y además nos daba miedo. Ahora hacemos pastoral social en los barrios y en las casas y también trabajamos en la pastoral penitenciaria”. Ella misma trabaja en lo que se conoce como ‘el segundo frente’, la zona de guerrilla donde peleó el hoy presidente, Raúl Castro.

Ahora hay bautizados

Ángela colaboró en la preparación de la visita del papa Juan Pablo II a la Isla hace 10 años, formando pequeñas comunidades. Ya antes habían empezado la labor los claretianos, creando comunidades en cinco pueblos. Ahora realizan catequesis con una periodicidad semanal y celebran la Eucaristía cada cinco semanas. Antes no había bautizados, pero ahora sí los hay. Comenta Ángela que hoy en día en Cuba hay religiosas estudiando en la universidad y trabajando en hospitales, que pertenecen todos al Estado. Además, explica, también hay religiosas cubanas que son trabajadoras sociales, así como una religiosa que ejerce como médico.

Alfonso Galindo es otro de los hermanos de La Salle que está en el centro. Mexicano de nacimiento, no para de contar anécdotas de algunos alumnos que son maestros estatales y que “luego llevan a su aula lo que aprenden aquí sobre desarrollo humano”. El tercer religioso del grupo es el cubano Osvaldo Morales. Él era el superior cuando los religiosos fueron expulsados de Cuba y el Colegio de La Salle fue intervenido, en 1961. Osvaldo regresó a la Isla en 1989.

Los Hermanos de la Salle celebran en 2008 un siglo de presencia en Santiago de Cuba. Actualmente, el edificio de la congregación, en el número 257 de la calle Trinidad, tiene una doble vida. Por las noches, las mismas aulas las utiliza la diócesis para cursos sobre liderazgo, familia, Biblia, derechos humanos, doctrina social… Es lo que se conoce como el Instituto Enrique Pérez Serantes. Lo dirige Macucha Campistrous, quien a su vez imparte un curso sobre Derechos Humanos que ofrece una gama de asuntos relacionados con la persona humana y sus derechos a través de los siglos. Incluso trata las aportaciones de Cuba en las Naciones Unidas, dado que, como la propia Campistrous subraya, “la Constitución cubana de los años 40 fue una de las más adelantadas de América Latina en este aspecto”. Este estudio histórico, dice, “da pie para compararla con la Constitución de 1976, modificada en 1992, en la que Cuba se define como un estado laico”. Macucha está convencida de que la gente más joven debería saber “que la historia cubana no empezó en 1959”.

Por otra parte, a través de este Instituto, la diócesis ofrece apoyo para los docentes estatales y organiza talleres sobre los temas que “ellos piden porque no los encuentran en otro lugar”, explica Campistrous. Recientemente el tema que se ha trabajado ha sido el ‘constructivismo’, un método docente basado en lo que el estudiante puede construir. “La respuesta fue algo que no esperábamos”, se alegra, y eso que “la mayoría de los asistentes no son católicos ni tan siquiera cristianos”.

Campistrous piensa que en Cuba, actualmente, no se puede hablar de calidad en la educación primaria o secundaria o incluso en la Universidad, y esto explica que se llenen la ofertas de los centros de la Iglesia, los cuales “ofrecen un enfoque distinto y en donde se habla más abiertamente y se aprenden otras cosas que ayudan a la gente a crecer”.

Ella fue profesora de Física hasta que se jubiló, en 1998, a los 55 años. Además de dedicarse, posteriormente al Instituto Enrique Pérez Serantes, ha dado clases en el Seminario de Santiago, que ahora no tiene estudiantes. En la enseñanza, ella ha vivido “los cambios, la presión por las promociones. Me gustaba dar clase. Si no fuera porque no me gustaba lo demás, no me hubiera jubilado”.

Aunque ya es abuela, se mantiene llena de actividades y reconoce que las cosas han cambiado. En los años 80 los creyentes tenían muchas limitaciones: “La gente de mi generación somos todos de Ciencias, porque sabíamos que estudiar Letras era imposible para los creyentes”. Ahora es distinto: “No hay limitaciones para los católicos y pueden estudiar carretas humanistas, como Derecho, Psicología, Periodismo o Medicina”.

Un país con problemas de profesorado

A mediados del pasado mes de agosto, la ministra de Educación de Cuba, Ana Elsa Velázquez, anunció un nuevo planteamiento para los conocidos como “profesores generales integrales” (PGI), un proyecto iniciado hace ocho años por Fidel Castro para salir al paso de la falta de maestros, permitiendo la docencia a graduados de enseñanza media después de un curso de preparación de ocho meses.

Las autoridades cubanas han admitido que la educación, una de las banderas de la revolución, tiene problemas de capacitación, éxodo de profesionales y bajas remuneraciones. Es lo que movió a Raúl Castro a convocar, en el mes de julio, a profesores de secundaria básica jubilados o a quienes dejaron la profesión, para que regresen a las aulas, reduzcan el déficit de docentes y ayuden a enfrentar el deterioro general de la educación. El Consejo de Estado autorizó a pagarles un salario además de su jubilación.

De esta manera, 4.000 maestros jubilados volverán a las aulas de Cuba en el nuevo curso escolar y en cada escuela habrá dos docentes veteranos dedicados a preparar a esos profesores ‘PGI’, que aparecieron en el año 2000 y que suponen un 40% de la fuerza laboral docente en la enseñanza primaria y secundaria.

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