Danneels defiende en Barcelona el éxito de la reforma litúrgica

El cardenal dice que el ‘Motu Proprio’ para acercar a los lefebvristas ‘no ha tenido ningún resultado’

(Jordi Llisterri– Barcelona) Las palabras rito y ritual suscitan en nuestros contemporáneos asociaciones desagradables: ‘siempre es lo mismo'”. Éste es el panorama que describía el cardenal Godfried Danneels a los participantes en el Congreso del Centro de Pastoral Litúrgica, celebrado la pasada semana en Barcelona. Una intervención con una oratoria clara, que ya conocían quienes le recuerdan como relator del Sínodo extraordinario de Obispos de 1985, dos años después de ser creado cardenal por Juan Pablo II. Pero el arzobispo de Bruselas afirma que el ritual es irreemplazable: “Todos los momentos de la vida del hombre están ritualizados: vida, muerte, matrimonio… Y el rito es siempre repetido y estereotipado. Es una emoción que se reproduce”.

Por eso, hablando con Vida Nueva, al preguntarle sobre la imitación civil de muchas ceremonias religiosas, Danneels se muestra partidario de que los que no tienen fe utilicen ritos no cristianos. No los teme: “Si comparamos las exequias en una iglesia con las de un tanatorio civil, enseguida veremos la diferencia. Una es muy seca y fría, y la otra no. Las nuestras son mucho más fuertes porque las ­civiles, en el fondo, no son más que una copia”.

Ante la competencia, tiene clara la solución: “Ser cuidadosos con nuestra liturgia. Hemos de tener confianza en nuestro propio producto y saber venderlo. Es excelente. Hemos de estar convencidos de esto”.

Rezar juntos

El cardenal belga reconoce la participación activa de los laicos como “un regalo del Concilio a la Iglesia”, con el riesgo de que “pueda nacer una especie de apropiación de la liturgia por la comunidad local o por el celebrante”. Pero también recuerda que “los abusos son de todos los tiempos y, a menudo, pasan deprisa”.

Por eso responde sobre algunos empeños en destacar más los abusos que los logros de la reforma litúrgica. “Los éxitos han sido mucho más importantes que los abusos, pero lo que pasa es que siempre relucen las cosas que no van bien, como pasa con lo que recogen los periódicos. Ahora, en tres años leemos toda la Escritura y antes sólo una pequeña parte. La gente rezaba el rosario mientras el sacerdote decía el Dominus vobiscum y sólo el monaguillo respondía. Ahora rezamos juntos. Y es un gran éxito. Y la recepción de la comunión es mucho más frecuente”.

El problema, según Danneels, es que ya no nos acordamos. Varias generaciones no han visto otra cosa y les cuesta más valorarlo: “Ya son cosas que hemos visto siempre y, por lo tanto, parece que no haya cambiado nada”.

Ante este panorama se muestra poco entusiasmado con la recuperación del rito preconciliar. Un año después del Motu Proprio sobre liturgia cuenta que en Bélgica prácticamente ningún grupo ha solicitado celebrar según el rito tridentino y duda de su efectividad. “Se hizo para acercar a los lefebvristas, pero esto no ha tenido ningún resultado. Quizá algunos que se habrían acercado a los lefebvristas no lo han hecho, pero los seguidores de Lefebvre no han vuelto. No ha ido bien. Además, es un problema que se reduce a Francia”.

El cardenal reconoce que hoy existen problemas para que sean comprensibles los símbolos litúrgicos, que “nacieron en una cultura rural mediterránea y, en cambio, la cultura actual es urbana y americana”. Pero no es partidario de grandes cambios de una “obra que no es nuestra”, una posición que mantiene ante el desafío de la cultura de la imagen: “No podemos aplicar una cultura visual a la liturgia. Dios es mucho más grande que las imágenes. Es cierto que estamos rodeados por lo audiovisual y que hemos perdido la cultura auditiva, pero esto nos empobrece”.

También hay palabras que no pueden traducirse a un lenguaje más actual. Resurrección no es lo mismo que levantarse de la tumba o no es sólo volver a vivir; o pecado no es lo mismo que un error o una falta. O hoy ya no hay pastores ni rebaños en las ciudades. Pero el cardenal llega a la conclusión de que “tales aserciones deben ser puestas seriamente en duda: toda poesía utiliza palabras e imágenes que no existen en la vida cotidiana. Todo el mundo habla de ángeles, y están en los grandes almacenes por Navidad, pero nadie los ha visto”.

En tiempos en los que el reloj gobierna nuestra vida, Danneels dice que “la liturgia es necesario que sea larga, que dure en el tiempo. Tres cuartos de hora es demasiado corto, porque la liturgia no pertenece al ámbito de la información, sino de la contemplación. El reloj es incompatible con la vida litúrgica”. Y tampoco cree el purpurado belga que nos tenga que preocupar el corto plazo, la comprensión inmediata, porque “en la liturgia se penetra lentamente y su núcleo, en parte, es siempre incomprensible”.

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