¿Se pondrán de acuerdo el Papa y Sarkozy sobre la “laicidad” ?

papa Benedicto XVI con Nicolas Sarzokozy visita Francia septiembre 2008

(Juan Rubio. Director de Vida Nueva. Enviado especial) Sarkozy ha utilizado la visita del Papa y Benedicto XVI ha aprovechado la hospitalidad del presidente de la República francesa. Se han usado mutuamente; ya hace tiempo que se ha detectado esa “complicidad”. Uno hablaba hace meses en San Juan de Letrán – hoy se ha repetido- de la “laicidad positiva” y de la importancia de lo religioso en la sociedad. El otro ya viene hace tiempo propugnando una “sana laicidad” que se instale en Europa y deje libre la oferta de la verdad del Evangelio. El punto es si están hablando de lo mismo. Al menos, se habla, que no es poco.

La Francia “toda” estaba esta tarde bordeando el Sena. Allí estaba la Iglesia que Henri Tincq define en su Les catholiques, un libro que ha hecho furor en Francia por su análisis de la realidad de la Iglesia universal y de la Iglesia en Francia. Jóvenes de los seminarios de los Legionarios de Cristo y miembros del Camino Neocatecumenal bordeaban el paso del Papa, pero no han tenido protagonismo en la preparación. Pugnan por estar presentes pero han sido los grupos de las parroquias los que han estado aquí muy presentes. Una ceremonia bien cuidada. El latín, el justo. Aquí son particularmente sensibles por la división de Lefevre. Muchos jóvenes al viejo y buen estilo francés. En la calle gritando los jóvenes de los movimientos.

Hoy, 12 de septiembre, el Papa ha sido recibido en este país que tiene a gala su laicidad, bien acuñada en la Constitución y ha sido recibido como Jefe de Estado, haciendo que se rompa el protocolo en el Elíseo y reuniendo a dos ex presidentes y una buena pléyade de intelectuales, la mayoría de ellos hijos de una cultura que ha orillado a Dios. Una jornada ésta de París hoy que, sin duda, pasará a los anales de la historia de Francia. No ha faltado el respeto a la figura del Papa, el reconocimiento de su altura espiritual y esa grandeur que todo lo disimula. Es verdad que dicen que son pocos los católicos y que París llevaba su ritmo, solo alterado en la Cité y alrededores de Boulevard St. Michel. Es verdad que era un viernes normal, pero en el corazón de París, con un silencio espectacular, los franceses escuchaban y aplaudían las palabras del Papa: Una sociedad que no es laica y un Estado laico oficial. El Papa y el presidente de la República se han puesto de acuerdo para explicar este fenómeno que en España aún está en mantillas. Tiempo habrá de hacer le lectura.

El Papa tomó la palabra al presidente Sarkozy en su visita al Vaticano y hoy en su primer día de visita, ha corrido para ofrecer una muestra de lo que él mismo espera de Europa. Lo ha hecho en el corazón cultural del continente, en esta vieja ciudad amada por el Papa, referencia para él en los años del erial en el que se sumió Alemania tras la II Guerra Mundial. El joven Ratzinger leyó a Paul Claudel y quedó enganchado a Francia. Después en muchas ocasiones vino a París como sacerdote, como obispo, como intelectual, pero hoy ha venido como sucesor de Pedro.

Y se ha reunido con la clase política proponiéndole una sana laicidad que no sea vengativa ni agresiva, recordando las raíces cristianas de Francia. Lo ha hecho reuniéndose con los musulmanes y los judíos, tan presentes en esta ciudad. No ha olvidado a los cristianos separados. Esta ciudad, por su carácter, alberga una gran cantidad de emigrantes de todas las confesiones religiosas. Se ha reunido con el mundo de la cultura. Presidiendo, delante de los agentes de la cultura, en les Bernardines, un olivo, símbolo de paz, empeño del Papa. La religión, un camino de paz. Un discurso propositivo, sobre el que volveremos.

Y después, se ha reunido con los dos grandes colectivos que en la Iglesia de Francia necesitan aliento: los sacerdotes y consagrados, cerca de 3000 en Notre Dame esperan con interés el discurso de hoy a la Conferencia Episcopal. Hay quien dice que será duro. También se ha reunido con los jóvenes en vigilia de oración. El Papa los ha llamado a la valentía.

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