“Los jóvenes se aferran a una imagen negativa de la Iglesia”

Un estudio reafirma la pérdida de confianza de la juventud española en la institución eclesial

(Marina de Miguel) “Los jóvenes de hoy, incluso los católicos, piensan que la Iglesia no es necesaria para creer en Dios, ya que Dios y la relación del hombre con Él, la religión, en suma, están por encima de la Iglesia y de sus ritos”. Ésta es una de las conclusiones de Para comprender la juventud actual, análisis realizado por Juan González-Anleo Grande de Castilla y Juan María González-Anleo Sánchez que ha editado Verbo Divino. El trabajo, sustentado en numerosa documentación, ofrece las claves para conocer y entender el comportamiento de las nuevas generaciones con la sociedad actual y sus instituciones.

Al constatar, según revela el informe de 2005 sobre los jóvenes españoles de la Fundación Santa María, la “penosa imagen juvenil de la Iglesia católica como institución” los autores intentan explicar por qué “se aferran a una imagen triste y negativa de la Iglesia católica, jaleada con mucha frecuencia por ciertos MCM y políticos, enfatizan sus contravalores, olvidan o no justiprecian sus valores, dejan de confiar en ella y, finalmente, se alejan y le niegan adhesión y compromiso en sus obras y actividades, incluida la vocación religiosa o sacerdotal”.

La pérdida de la confianza, provocada por la progresiva descristianización que asola Europa, es una de las principales razones que arguyen para justificar esta percepción. Esta caída discurre en paralelo con “el descenso en la satisfacción con las respuestas de la Iglesia en el terreno moral y social”. En el caso de los jóvenes, el grado de dicha relación está determinado por sus vivencias con la Iglesia más próxima, como las parroquias. Las primeras experiencias, iniciadas en los años escolares, son reforzadas con el descubrimiento, “a veces difícil de digerir -sostienen- de unas normas y un magisterio eclesiástico difícil igualmente de encajar con los derechos y libertades interiorizados por la gran mayoría”.

“La mayoría de los jóvenes españoles ha tenido contactos con la Iglesia, y sólo el 10% asegura que apenas los ha tenido. Este porcentaje es ampliamente superado entre los que se confiesan ateos y, lógicamente, por una tercera parte larga de los pertenecientes a otras religiones”. Este recuerdo inicial es considerado neutro, por lo que, como añaden los autores, deja un poso de indiferencia. La sintonía con las normas del magisterio de la Iglesia -aspecto que ha ido disminuyendo de forma sostenida en los últimos años- termina de perfilar la confianza.

Identificación

Otro de los aspectos cruciales es la valoración como institución, en la que se encuentran con el siguiente hallazgo: “Más de la mitad de los jóvenes dice que incluso ‘sin la Iglesia se puede creer en Dios’, y no aceptan fácilmente la definición de la religión que les propone la Iglesia, es decir, rechazan el monopolio eclesial para definir el cosmos sagrado y a Dios, el centro del mismo”.

 “La mitad se identifican como católicos, pero de ellos no todos se consideran miembros de la Iglesia, sólo el 29%”, completan con el informe Jóvenes 2000 y religión. Esta identificación se puede expresar a través de diversas formas, como la pertenencia a grupos o asociaciones de carácter religioso y la vocación a la vida sacerdotal y consagrada. Con respecto a la primera, la representación dentro del asociacionismo en el país tiene una digna posición. En el caso de la vocación, afirman que “no se puede hablar de un agotamiento en la cantera”. No obstante, admiten que, “sería difícil recordar otro momento en nuestra historia reciente en el que hayan concurrido tantos factores negativos”, señalan en el libro.

RECUPERAR LA CREATIVIDAD

La secularización, la posmodernidad, el relativismo y el consumismo hedonista son, a juicio de los autores, las causas que han generado el declive de la religiosidad juvenil. A ellas añaden otras de índole eclesial, como la secularización interna o las polémicas entre conservadores y progresistas católicos.

Conscientes de este fenómeno, dedican un apartado a esbozar algunas claves con las que lograr una mejor socialización de los jóvenes, por lo que reproducen las pistas propuestas por Pedro José Gómez Serrano en su colaboración a la XII Semana del Instituto de Teología Pastoral, de la Universidad Pontificia de Salamanca, en las que aboga por una “atención personalizada como criterio básico de la acción pastoral” y que se cuiden los elementos que crean un ambiente fraterno.

Del mismo modo, propone que se recupere la fecundidad y la creatividad de otras épocas; se reevangelice la vida cotidiana o que “la ética del Evangelio sea entendida como nacida del amor de Dios, como oportunidad y estímulo para crecer y vivir mejor, no como ley”.

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