Sánchez pide “no cerrar los ojos” ante la crisis

(M. d. M.) “Como sencillo ‘observador interesado’, oigo la voz de los que sufren una seria crisis personal o familiar, en definitiva de naturaleza humana, originada por la actual situación”. En esta calidad, José Sánchez, obispo de Sigüenza-Guadalajara, se ocupa de uno de los problemas que desde hace meses protagoniza las agendas de los políticos y las preocupaciones de los españoles: la difícil situación económica que atraviesa el país, que ha llevado a que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, comparezca el 10 de septiembre en el Congreso de los Diputados.

Sin entrar a dilucidar si se trata de una crisis o no, pues reconoce que no es economista o político de obediencia que obligue a mantener el lenguaje de un líder, el prelado constata en la carta pastoral ‘Ante la crisis, solidaridad’ que muchos “se han quedado sin trabajo o no les llega el sueldo” para hacer frente a los numerosos gastos que asumieron en períodos favorables u por otras razones.

También se acuerda de “los cientos de miles de inmigrantes que en los últimos años apostaron por una larga estancia entre nosotros” y que, metidos en inversiones de vivienda o similar, “ahora ven frustrados sus planes sin otra alternativa que el retorno a sus países”.

“No tengo en mis manos ni me corresponde a mí ni a la Iglesia la solución de esta crisis o como se la quiera llamar”, afirma aludiendo a la naturaleza económica y política de un problema que, particularmente, se está cebando con los más débiles. Sin embargo, desde su posición hace una urgente llamada a sus fieles y a las instituciones y organizaciones de la diócesis “para que tomen conciencia de la gravedad de la situación que tiene rostros concretos”. Por esa razón, señala que “no sería ni cristiano, ni justo, ni humano” que quienes no experimentan estas consecuencias o sólo sufren un recorte de su bienestar, “cerraran los ojos a una realidad para otros dramática”. Así considera prioritario “dejar aflorar el sentimiento de compasión en su sentido más puro y original, afectiva y efectiva”, lo que se traducirá en obras de caridad y solidaridad, además de en actitudes de generosidad, austeridad, ayuda efectiva.

También pide a su párrocos y demás sacerdotes que refuercen los servicios de atención a las personas necesitadas ya que, según sostiene, a la Iglesia le corresponde y tiene la posibilidad de movilizar a las comunidades y otras personas de buena voluntad para que a nadie le falte lo necesario. Sánchez finaliza exigiendo que esta ayuda “jamás humille a quien la recibe”.

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