El III Congreso Misionero lanza al continente a evangelizar

En Quito se urgió a fortalecer la unidad eclesial con la participación de todos, especialmente laicos y familias

(Victoria Lara) El III Congreso Americano Misionero (CAM 3-COMLA 8), celebrado en Quito (Ecuador) entre el 12 y el 17 de agosto, ha tratado de “poner al continente americano en ‘estado de misión'”, según los organizadores, para así “hacer de cada Iglesia particular el ámbito y contexto de la nueva evangelización y la misión ad gentes y, a la vez, destinataria y protagonista del anuncio de Cristo”. Bajo el lema América con Cristo: escucha, aprende y anuncia, los trabajos de esta “cumbre” misionera -que ha contado con la participación de más de 3.000 personas de 33 países- han concluido con una declaración final en la que se insiste en la necesidad de fortalecer la unidad y la pertenencia eclesial, así como en la participación de toda la Iglesia, con especial insistencia en la corresponsabilidad de los laicos y las familias en la misión.

La experiencia, calificada como “Pentecostés” por los participantes, “nos urge a dialogar con todos los pueblos con actitud profética, estar abiertos a los ­cambios, reconocer ‘las semillas del Verbo’ y compartir las tradiciones culturales y religiosas de los pueblos”, según refleja la declaración final del Congreso. También se pone de manifiesto que la Iglesia necesita “profetas y peregrinos que denuncien las situaciones de pecado y las estructuras injustas, y anuncien los valores de la vida plena realizada en Cristo”.

A la luz de ésta y otras reflexiones, el documento incluye un total de 17 puntos a los que se comprometen los participantes en el CAM 3-COMLA 8. Entre ellos, figura el compromiso de todos -laicos, religiosos, sacerdotes y obispos de América- con la misión ad gentes, “que implica una conversión personal y el cambio de estructuras pastorales para que el Evangelio llegue a todos los hombres y mujeres sedientos de Dios”. Otra declaración tiene que ver con la espiritualidad misionera: “Queremos vivir una espiritualidad de Discípulos Misioneros, una espiritualidad de la bienaventuranzas encarnada en la vida”.

Los compromisos abarcan a los distintos sectores de la Iglesia, haciendo especial hincapié en las familias y en los laicos, cuya formación se considera fundamental para hacerles corresponsables de la misión ad gentes. Los jóvenes y los religiosos y religiosas también están llamados a contribuir a esa misión, así como las mujeres, cuya presencia y participación activa en todos los ámbitos sociales y eclesiales es reconocida expresamente en la declaración.

Nuevos desafíos

Asimismo, el documento tiene en cuenta los nuevos desafíos de la sociedad latinoamericana actual, como la globalización, la migración y exclusión, la dignidad humana, el respeto a los pueblos indígenas, la conservación del medio ambiente, los medios de comunicación social, el ecumenismo, la educación, el fundamentalismo religioso, así como la ciencia y la tecnología. En todos estos desafíos del continente, la Iglesia tiene algo que decir y que hacer para contribuir al anuncio del Evangelio, tal y como se plasma en la declaración.

El objetivo de este tercer Congreso, proyectado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) tras la visita del Papa en mayo de 2007 a Aparecida (Brasil), era “promover la profundización de la fe y el fortalecimiento de la Iglesia, para contrarrestar el efecto de las sectas, que han captado a muchos católicos, y el de algunos conceptos teológicos, que han sembrado el desconcierto”. En la Eucaristía de inauguración, que reunió a cerca de 18.000 personas en el Coliseo General Rumiñahui de Quito, se leyó el mensaje del Papa a los participantes, en el que el Pontífice exhorta a “proponer a Jesucristo con claridad y humildad” al hombre de hoy en día. Durante la Misa de clausura, que congregó a cerca de 30.000 personas en el Estadio Liga Deportiva Universitaria, tuvo lugar el solemne envío a la gran misión continental, que comenzó oficialmente nada más concluir el Congreso.

En los trabajos del CAM 3-COMLA 8 participaron, según la organización, delegaciones de 33 países, entre ellos 80 obispos, 465 sacerdotes, 250 religiosos, 22 diáconos y 664 laicos. De Ecuador asitieron 21 obispos, 133 sacerdotes, 307 religiosos, 21 diáconos, 87 seminaristas y 816 laicos. El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo, participó en calidad de enviado de Benedicto XVI.

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