Cuarenta años no son suficientes

Un Congreso en Medellín rememora la II Conferencia del CELAM

(Gustavo Vélez– Bogotá)Aunque sin mucha resonancia, del 3 al 5 de agosto se realizó en Medellín el Congreso Internacional que conmemoró la II Conferencia General del CELAM, que tuvo lugar en dicha ciudad en 1968. Bajo el lema La misión permanente de la Iglesia: Avivar la esperanza del hombre, participaron 300 personas, incluidos Alberto Giraldo, arzobispo de Medellín; el cardenal Óscar A. Rodríguez Maradiaga, y Luis A. Castro, arzobispo de Tunja.

El Congreso rememoró el documento emitido por aquella asamblea de hace 40 años, donde los obispos se reunían para centrar “su atención en el hombre de este continente, que vive un momento decisivo de su proceso histórico. La Iglesia ha buscado comprender este momento histórico del mundo latinoamericano a la luz de la Palabra, que es Cristo, en quien se manifiesta el misterio del hombre”.

Se recordó con cariño a Tulio Botero Salazar, arzobispo de Medellín en aquellos años, y a los entonces dignatarios del CELAM: Dom Avelar Brandao Vilela y Eduardo Pironio, presidente y secretario, respectivamente.

Bajo el liderazgo de clarividentes pastores, como el obispo chileno Manuel Larraín, las Iglesias de América Latina habían emprendido, desde 1955, cuando nació el CELAM, un proceso de colaboración y de comunión, y en Medellín empezaron a proyectarlo de un modo más concreto, tratando de aplicar la doctrina conciliar a la pastoral, especialmente la Gaudium et Spes. Allí se miró el continente como un conjunto de pueblos azotados por la violencia y situados bajo una pobreza institucional. Se dio entonces un viraje notorio en el quehacer de la Iglesia para conocer mejor al pueblo y ­despertar desde el Evangelio eficaces iniciativas.

Temas muy oportunos

Este Congreso ha procurado revisar aquel compromiso, concluyendo que se ha hecho mucho sobre el particular, aunque se reconoce que un programa tan amplio y complejo necesita más de 40 años para ser realizado. 

A raíz de la Teología de la Liberación, en la Conferencia de Medellín se produjeron notables enfrentamientos, más porque los participantes no tenían práctica en este tipo de asambleas. Hoy vemos que su documento final se orientó a puntos concretos, valiosos y muy oportunos: integrar el tema de la promoción humana en la tarea de la evangelización, iluminar una búsqueda certera y constructiva de los signos de los tiempos, o tratar de acercar dos realidades que siguen teniendo indispensable influencia en la actual pastoral de la Iglesia, como son evangelización e inculturación.

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