“Con la fuerza del pueblo es posible generar cambios”

Fernando Lugo toma posesión como presidente de paraguay

(Washington Uranga– Asunción) El recién nombrado nuevo presidente de Paraguay, Fernando Lugo, está convencido de que en un país con tanta riqueza potencial se puede conseguir el cambio que la población pide, “con la fuerza de la ciudadanía es posible generar cambios”. Así lo asegura el ex obispo en una entrevista, que en su próximo número publicará Vida Nueva. Lugo tomó posesión de su cargo el 15 de agosto con camisa blanca, sin corbata y con sandalias.

Dirigió su discurso a los sectores populares, reafirmando su decisión de generar cambios profundos, mostrando vocación latinoamericanista y de integración regional, pero sin desconocer las dificultades que debe afrontar para conducir un país que atraviesa una grave situación económica y social. Leonardo Boff, teólogo y filósofo brasileño que asesora a Lugo, dijo que el principal ­problema del nuevo mandatario es la corrupción, y adelantó que los cambios tendrán que apoyarse en la “base popular”, dada la debilidad de la representación parlamentaria del nuevo presidente. Con la asunción de Lugo -que en abril recibió el 42% de los votos- quedan atrás 61 años de gobierno del Partido Colorado, al que perteneció el ex dictador Alfredo Stroessner.

En la plaza de la Independencia de Asunción, Lugo habló durante media hora en español y en guaraní y aseguró que terminará con la corrupción, que combatirá la pobreza y que hará todo lo que esté a su alcance para que los casi tres millones de paraguayos que viven en otros países -la mayoría, emigrados por razones económicas- puedan regresar.

Lugo estuvo rodeado por casi una decena de mandatarios de la región, entre ellos, la argentina Cristina Fernández, la chilena Michelle Bachelet, el uruguayo Tabaré Vázquez, el boliviano Evo Morales, el venezolano Hugo Chávez, el brasileño Inácio ‘Lula’ da Silva y el ecuatoriano Rafael Correa.

Lugo reconoció que tendrá dificultades: “Es tiempo de mirar hacia delante y trabajar denodadamente la ingeniería colectiva del futuro del Paraguay. No será tarea fácil. El sendero estará empedrado de obstáculos que permanentemente pretenderán cegarnos con los espejismos del reciente pasado dictatorial”. Pero agregó que “el cambio no es una cuestión electoral. Es una apuesta cultural, quizás la más importante en su historia”.

Habló de mejorar los niveles de institucionalidad, recuperar el manejo de los recursos naturales, atender a las preocupaciones de los empresarios, de la importancia de las poblaciones indígenas y de realizar todo con austeridad, palabras que avaló renunciando a su remuneración como presidente.

Lugo ha reorganizado la estructura de Gobierno y renovado la cúpula de la Policía y de las Fuerzas Armadas, y anunció que en septiembre se despedirán tres mil empleados públicos incorporados en los últimos meses por el anterior Gobierno. El dinero que se ahorre, dijo el jefe de Gabinete, Miguel López, será destinado al sector social. La Mesa Coordinadora de Organizaciones Campesinas (MCNOC) le reclamó al presidente que antes de cien días avance en una reforma agraria y entregue tierras cultivables a los campesinos más pobres.

Buscando alianzas

En el Congreso, Lugo tendrá que realizar muchas alianzas para aprobar leyes que permitirán las reformas, pues carece de mayoría propia a nivel legislativo. Entre los retos se cuenta su anunciada “batalla contra la pobreza”, para la que diseñará una nueva política de impuestos que reemplace la actual, débil e ineficiente. “Solo así se podrá saldar la deuda social acumulada por décadas de indiferencia y corrupción”.

Cerca de 1.100.000 de los 6.000.000 de habitantes del país están en pobreza extrema (menos de un dólar diario), y otro millón vive en pobreza no extrema. Las insuficientes estructuras educativas y asistenciales están concentradas en Asunción y son exiguas en el interior.

 “SOY UN LAICO AGRADECIDO”

No faltaron palabras para la Iglesia Católica, apenas pocas semanas después que el Vaticano le concediera a Fernando Lugo su solicitud, elevada en 2006, de regresar al estado laical. “Soy un laico eternamente agradecido con la Iglesia”, dijo, y recordó que cuando eligió el camino del sacerdocio optó “por aquéllos que la historia había arrojado en los marginales escenarios de la exclusión y la miseria”. En uno de sus primeros actos oficiales, Lugo fue hasta el hogar donde reside el anciano ex arzobispo de Asunción, Ismael Rolón, reconocido por sus luchas a favor de los pobres y de los derechos humanos durante la dictadura de Stroessner, y le rindió homenaje entregándole una réplica de la banda presidencial.

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