Entre cumplir la ley o cerrar las puertas

Las agencias de adopción católicas se enfrentan a la Ley de Igualdad Británica

(A. Ivereigh– Reino Unido) Las agencias de adopción católicas británicas se enfrentan a una decisión salomónica estos meses, ante la introducción, en enero de 2009, de una nueva Ley de Igualdad, que prohíbe discriminar a las parejas homosexuales en la administración de los bienes y los servicios. Las 13 agencias británicas, algunas de ellas fundadas en el siglo XVIII, son responsables sólo del 4% de las adopciones anuales, pero encuentran familias para más de la mitad de los niños más problemáticos.

Ya que el Vaticano declaró en 2005 que la adopción por las parejas gays agrede a los niños, poniéndolos en un “ambiente que desfavorece su pleno desarrollo humano”, las agencias tienen solamente tres opciones: cortar lazos con sus diócesis, cerrar o desafiar la ley y arriesgarse a procesos jurídicos costosos con resultados inciertos.

La Catholic Children’s Society, en el sudeste de Inglaterra, ha anunciado que tomará la primera opción, y la agencia de Nottingham seguirá el mismo camino, al fusionarse con la agencia de la diócesis anglicana local, manteniendo un “carácter cristiano” pero ofreciendo niños a parejas gays. Al contrario, el Catholic Children’s Rescue Service, en la diócesis norteña de Salford, ha decido seguir el ejemplo de la diócesis de Leeds y cerrar sus puertas.

La posibilidad de resistir las nuevas leyes la ha abierto la ‘diócesis madre’ de Inglaterra y Gales: la Catholic Children’s Society de Westminster, cuyo presidente es el cardenal Murphy-O’Connor, seguirá dando niños únicamente a parejas casadas heterosexuales y personas solteras, incluso después de enero 2009. Esta agencia, fundada en 1764, ayuda a más de 3.000 niños al año a través de una red de centros de familia y servicios de adopción y acogida. Su director, Jim Richards, cree que es posible una defensa legal.

Al estilo español

Meses antes de la aprobación de las nuevas regulaciones anti-discriminatorias (en junio de 2007), el entonces primer ministro Tony Blair buscó persuadir a sus colegas del gabinete de que las agencias católicas deberían quedar exentas de ellas. Pero se resistieron. Muchos católicos piensan que fue éste el momento en que el Gobierno laborista británico pasó de una mentalidad incluyente de la religión en la esfera pública a un ­secularismo excluyente, al estilo español y francés.

“La Iglesia podría no ganar,” dice Neil Addison, abogado experto en la discriminación religiosa en el Derecho ­británico. “Pero si las agencias católicas han de cerrar, que se vea que es el Gobierno, y no la Iglesia, el responsable de ello”.

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