Marceliano Arranz: “Esta Universidad es de los obispos, y es la mejor que tienen”

Rector de la Pontificia de Salamanca

(Juan Rubio) Los obispos sólo tienen en propiedad una única Universidad en España: la Universidad Pontificia de Salamanca. Otras universidades como Cartuja en Granada, Comillas en Madrid, Deusto en Bilbao, Navarra, San Vicente Ferrer en Valencia, UCAM en Murcia, San Pablo-CEU en Madrid, aunque son universidades eclesiásticas y están igualmente al servicio de la evangelización y la formación de agentes de pastoral, pertenecen a diversas congregaciones religiosas o instituciones eclesiales.

Sus propietarios no son el conjunto de los obispos. Sin embargo, de forma total y global, la Conferencia Episcopal Española (CEE) sólo posee, como propia, la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA). Aquí sí son los obispos los propietarios y, por lo tanto, sus responsables. Mirando a Europa, pocos son los países en los que el colectivo episcopal más significativo posea una universidad con la solera e importancia de la de Salamanca. Los intereses de la UPSA son los intereses de la Iglesia, expresados a través de sus pastores en los distintos órganos de la CEE. No se puede expresar con más claridad, bien puesta de manifiesto en sus estatutos, marco reglamentario que entrará en breve en un proceso de renovación para incorporar los cambios que en materia educativa se han producido en España. Un borrador de estatutos ya se ha empezado a trabajar de cara al futuro. Será la Plenaria la que estudie el proyecto en su momento. Hoy por hoy, la UPSA está abierta a todos los requerimientos de servicio que la Conferencia Episcopal solicite, sirviendo de apoyo educativo a los planes pastorales de la propia CEE. Por eso se hace muy extraño escuchar de vez en cuando la acusación de que la Pontificia no es una universidad “católica”. No puede ser otra cosa por estructura, por estatutos y por trayectoria. Desde que fuera creada en septiembre de 1940, es la única Universidad que posee la Conferencia Episcopal, cuya Plenaria, cada cinco años, elige rector. El actual nos lo expresa con claridad el día en que nos recibe en su despacho de la emblemática Pontificia, desde donde se divisa un hermoso patio de color añejo, dorado y sereno, el color de la piedra que, como estrofa, se repite en cada rincón salmantino. Marceliano Arranz ocupa el puesto de rector desde el año 2000. En 2006 le fue renovado el cargo por cinco años. 

La Pontificia es hoy un centro destacado que cuenta con diez mil alumnos, repartidos en numerosos centros diseminados por la geografía hispana. La UPSA tiene once facultades y seis escuelas universitarias; imparte más de treinta titulaciones oficiales y casi un centenar de másters y títulos propios, tanto en el campus de  Salamanca como en el que tiene en Madrid, en la Fundación Pablo VI. También en Madrid existe otra fundación, en colaboración con MAPFRE, con tres titulaciones: Ciencias del Seguro, Ciencias Jurídicas y de la Empresa, además de la Escuela de Enfermería de Majadahonda. “No estamos ante una Universidad en declive ni agonizante, como algunos han querido vender. Es una Universidad viva, con proyección de futuro, aunque los estudios eclesiásticos se vean mermados por la escasez de vocaciones consagradas y el escaso número de laicos que realizan estos estudios por no haber en España un reconocimiento civil de los estudios teo- lógicos, como sucede en Alemania o en otros países europeos”, dice Marceliano Arranz, religioso agustino burgalés de 65 años que viene enseñando en las aulas de la UPSA desde 1974. Por eso conoce al dedillo los últimos 30 años de esta veterana Universidad de la Iglesia.

Eclesialidad

En una reunión de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades, después de las elecciones de marzo, el rector decía a los miembros de la Comisión: “Esta Universidad es de los obispos y es la mejor que tienen, porque no tienen otra. Hace falta que no se olviden de ella”. Es una verdad que el rector gusta repetir para no olvidar uno de los aspectos fundamentales de la UPSA, su eclesialidad y su sintonía con la CEE.

En este sentido, Arranz se muestra contento: “Por lo general, los obispos son muy respetuosos con la Pontificia. Muchos de los actuales obispos han estudiado aquí y le tienen gran cariño. No hay nada más que ver la escalera; pero no sólo noble del edificio para ver cuántos han estudiado en la UPSA obispos españoles, también otros muchos de diversos países de lengua hispana. Bien es verdad que recibimos un trato diferente por parte de los obispos. Tenemos muchos de cuyo cariño y apoyo tengo claras muestras. Otros, sin embargo, son más lejanos, quizás porque no han estudiado aquí y la conocen menos. No he experimentado gestos negativos abiertamente, aunque en algunos sectores del Episcopado he notado cierto desapego”, nos dice el rector, quien valora muy positivamente su relación con el actual Gran Canciller, el obispo de Salamanca, Carlos López, figura que coincide ahora con el obispo diocesano, pero que no siempre ha sido así, ni tiene por qué ser. “Entre don Carlos y yo hay una estrecha relación de colaboración, consulta y cambio de impresiones. Es un hombre con un exquisito sentido de la justicia. Se ha volcado de lleno con la UPSA y, por eso, sólo tengo palabras de agradecimiento hacia él”. En este sentido prefiere omitir nombres, pero es consciente de que hay un buen número de obispos que tienen con Salamanca una relación de cariño especial y confía que sean ellos los que den un mayor impulso global a esta su Universidad. “Muchos de ellos han sido alumnos de aquí y, como me han confesado personalmente, están dispuesto a apostar aún más por este Centro”.

Salamanca es referencia importante para la Iglesia española. En sus calles se respira el cúmulo de saber que rezuman sus piedras. Memoria histórica viva del saber teológico español en el que aún se respira el recuerdo del inmenso bien que hizo en el esplendor de la Modernidad. Vieja sede del saber, en 1940 era refundada, recién acabada la contienda civil española, cuando el Episcopado, consciente de la necesidad de trabajar por la restauración religiosa, tras una guerra en la que había salido tan diezmada en personas y recursos, pidió al Papa que restaurara en esta ciudad las facultades de Teología y Derecho Canónico que habían sido suprimidas un siglo antes, durante la Desamortización de Mendizábal. Pío XII accedió a la petición, creando  esta Universidad Pontificia. Desde entonces hasta ahora, ha llovido mucho.

En la actualidad, la merma de alumnos en los Estudios Eclesiásticos ha hecho que la Pontificia tenga que ir abriendo su campo de acción, siempre al servicio de la Iglesia española, y no sólo desde una visión empresarial de la educación. Se trata, prioritariamente, de la evangelización en el mundo de la cultura y el saber, preparando cristianos que den razón de su fe. En esto, el rector se mantiene firme: “No estamos aquí para hacer negocio haciendo de este edificio un centro para élites de cualquier tipo, sino para servir a la Iglesia”. Marceliano Arranz hace acopio de las muchas actividades que la UPSA realiza en colaboración con la Conferencia Episcopal. “Como primera colaboración, tiene la gestión directa de las Facultades de Ciencias Eclesiásticas, como son Teología y sus cuatro secciones, Derecho Canónico y Filosofía. También supervisamos cerca de cuarenta centros integrados y afiliados de diversas diócesis, en los que se imparte Teología o Ciencias Religiosas. En este ámbito de colaboración, realizamos, junto al Secretariado de la Comisión de Medios de Comunicación Social, los cursos destinados a comunicadores cristianos que, por cierto se están celebrando estos mismos días”.

Colaboración

Muchas de las preocupaciones pastorales expresadas en las distintas intervenciones de la Conferencia Episcopal tienen su eco en los proyectos que la UPSA pone en pie. A instancias de los obispos, se ponen a trabajar para apoyar las propuestas pastorales: “Tal es el caso de la Pastoral Familiar, una de las prioridades actuales. En este sentido, hemos creado la Escuela de la Familia, un Centro de Atención Familiar y diversas jornadas y congresos. Lo mismo sucede con la inmigración. Aquí ofrecemos cursos y titulaciones a los inmigrantes con el fin de facilitarles su integración en la sociedad. La problemática de la mujer también recibe una atención especial. Además de conferencias y cursos, colaboramos con las autoridades locales y regionales haciendo presente la Doctrina Social de la Iglesia en este ámbito. El mundo de la Tercera Edad lo cuidamos manteniendo y potenciando algo que tuvo aquí su nacimiento y que hoy está muy extendido, como es la Universidad de la Experiencia. No dejamos olvidado el mundo financiero y a aquéllos que pueden influir con criterios de justicia en el ámbito laboral. Organizamos cursos sobre ética empresarial y responsabilidad social corporativa”.

“Todo ello son colaboraciones con la Conferencia Episcopal directamente o porque lo piden algunas diócesis o centros afiliados, como sucede con la atención espiritual y académica a los sacerdotes que participan en el curso anual que ofrece el Secretariado del Clero de la CEE en la Residencia San Juan de Ávila, y en donde una treintena de sacerdotes pueden realizar los cursos de formación permanente. Tanto el rector como el director espiritual son puestos por los obispos. También la Pontificia tiene la responsabilidad, concedida por los obispos, de la Casa de Santiago en Jerusalén, centro dedicado a la arqueología y a los estudios bíblicos españoles, y único representante legal ante las autoridades judías. Para los próximos años se ha presentado un proyecto de servicio y misión que pretende adaptar aquella realidad a la nueva situación tanto española como de Tierra Santa. Y no olvidamos las becas para las diócesis necesitadas a través del llamado Fondo de Nueva Evangelización. Para ayuda y cuidado de los sacerdotes está el Colegio Mayor Santa María”.

Desafío inmediato

El rector nos los cuenta: “El desafío genérico consiste en la proliferación de centros católicos en los que se imparten las mismas titulaciones que en nuestra Universidad. Esto hace que todos tengamos problemas de alumnado y dificulta cierta excelencia. La preo- cupante disminución de vocaciones sacerdotales y la imparable proliferación de centros teológicos han tenido efectos negativos en el número de alumnos que se matriculan en la Facultad de Teología. Y otro tanto sucede con Derecho Canónico, sobre todo a raíz de la entrada en vigor de los nuevos planes de estudio promulgados por la Congregación de la Educación Católica. Nuestro desafío más inmediato es llevar a cabo de manera satisfactoria las reformas a las que nos obliga la actual legislación española, con el fin de tomar parte en el Espacio Europeo de Educación Superior. Aprovechando esta reforma, introduciremos en nuestros planes de estudios tres asignaturas identitarias, como son la visión cristiana del mundo, la doctrina social de la Iglesia y deontología profesional”.

Salamanca ha tenido desde siempre una gran vinculación con América Latina. “Actualmente -comenta el rector-, estamos dando cursos en Chile, gracias a diferentes convenios, y también en Guatemala. La próxima relación va a ser con Los Ángeles. Su cardenal ha solicitado erigir un Instituto de Ciencias Religiosas para Catequistas y ha pensado en nuestra Universidad por ser la referencia en el mundo hispano. Nuestra apertura a América es constante. Además, quiero incidir en esto, porque tiene importancia especial. Desde hace años se nos ha encomendado que gestionáramos las becas de las diócesis necesitadas de América Latina. En este momento existe la Residencia Santa María, que abre sus puertas a estos sacerdotes necesitados”.

Una Universidad cuyo futuro prometedor necesita del apoyo total de los propietarios, los obispos. Una lectura de los estatutos abre los ojos para ver cómo, hoy por hoy, como sucedió en los años sesenta y setenta, la Pontificia de Salamanca ofrece un inmenso servicio a la Iglesia Española.

LA UPSA Y VIDA NUEVA

Vida Nueva nace en Roma, pero se cuaja en la Pontificia de Salamanca, que es parte accionarial de la empresa editora de este semanario desde los inicios. El rector confirma esta relación: “Nuestro compromiso con la revista es total. Nuestro interés es que mejore en todos los sentidos. Hemos estado con Vida Nueva y PPC en tiempos difíciles,

y ahora nos alegramos de esta nueva etapa de crecimiento y auge. Es una revista bastante equilibrada, muy cercana en su posicionamiento editorial con nuestra Universidad, buscando siempre la centralidad y un camino positivo. Ésta es una universidad católica, como pasa con la revista. Aquí obedecemos a los obispos; otra cosa es aplaudir con mayor o menor fuerza todas las decisiones que tomen. No nos engañemos. Aquí somos abiertos. A nadie le pedimos que sea creyente; lo único que pedimos es que respeten nuestro ideario. Nuestro compromiso con la revista va en este sentido de apertura constructiva, de cara al futuro”, indica el rector, que se confiesa fiel lector de Vida Nueva desde su nacimiento, y a la que le reconoce el gran valor que ha supuesto en la historia de la Iglesia española en el último medio siglo.

“UNIDAD EN LO QUE SE PIENSA, LO QUE SE DICE Y LO QUE SE ES”

Marceliano Arranz Rodrigo lleva muchos años en Salamanca, desde 1974. Dice las cosas más duras con la sonrisa más suave. Como buen agustino, le apasiona esa “Verdad que todo lo ilumina”. Treinta y cuatro años en la Pontificia le dan solera, distancia histórica y autoridad para opinar sobre esta veterana institución que, como todas, adecua su lugar en la Iglesia y en la sociedad española. Nacido en 1943 en Roa de Duero (Burgos), Arranz profesó en la Orden de San Agustín en 1964 y se ordenó presbítero en 1967. Desde 1963 hasta 1967 estudió Teología en Roma, coincidiendo con los años del Concilio. Él mismo bromea para expresar su ilusión por aquellos años haciendo alusión a una foto en la que él, un joven estudiante agustino, servía de acólito junto al Papa en la clausura de una de las sesiones conciliares. La foto fue distribuida por agencias y llegó a ser muy conocida. Más tarde, el P. Arranz se doctoró en Filosofía en Friburgo, especializándose en Filosofía de la Naturaleza. Después aterrizó en Salamanca como profesor titular, catedrático numerario, secretario general. Densa época de trabajos publicados, conferencias impartidas, doctorados honoris causa, miembro de comités de revistas variadas de investigación, miembro de destacados organismos europeos e internacionales en representación de España, el rector de Salamanca es persona conocida en los ámbitos del saber eclesiástico, en particular, y del mundo educativo y cultural, en general. Su vocación docente y religiosa con los jóvenes le apasiona. Para él, el ejemplo de los profesores y de la comunidad educativa es lo fundamental, y ahí estriba todo el bien que se puede hacer desde las aulas. Aprovecha para dar una lección: “Tiene que haber identidad entre lo que se piensa, se dice y lo que se es. Es lo único que hoy escuchan los chavales. Lo que no podemos es ir predicando amor y repartiendo patadas. No hay cosa más bella que la verdad. Es la luz que todo lo ilumina. Nosotros, desde Salamanca, queremos repartir universalidad, un espíritu más abierto, más creyente, más católico y universal, menos traidor, más basado en la verdad y en el amor que todo lo permite y justifica”, concluye con ese toque tan agustiniano.

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