‘El Evangelio es el libro de estilo del comunicador cristiano’

Acto de inauguración de los cursos de verano de la Universidad Pontificia de Salamanca

(Marina de Miguel) Como institución que siente la “necesidad de formar a los comunicadores de nuestros días”, el rector de la Universidad Pontificia de Salamanca, Marceliano Arranz, inauguró el pasado 30 de junio los Cursos de Verano en Comunicación Social, que organiza la Facultad de Comunicación, en colaboración con la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) y la Comisión Episcopal de Medios de la CEE.

La oferta del programa, que incluye los ciclos Comunicar con tecnología digital. Edición y producción de imagen, audio y vídeo, El animador pastoral para la cultura y la comunicación, La construcción de sitios web, weblogs y recursos en la web 2.0 y Taller de radio, son, a juicio de la vicepresidenta de CONFER, Cecilia Barreda, una apuesta formativa “al servicio de los grandes desafíos evangelizadores, de nuestra Iglesia española y universal”, por lo que se han concedido 20 becas para religiosos y religiosas.

Esta trascendencia que ha adquirido la comunicación en la misión evangelizadora de la Iglesia se percibe en la gran acogida que ha tenido la convocatoria, pues, como apuntó la decana de la Facultad, Ana Lucía Echeverri, “la demanda ha superado a la oferta, recalcando el éxito particular que han obtenido los seminarios de nuevas tecnologías”. Los cursos se desarrollan en dos bloques, del 30 de junio al 5 de julio, y del 7 al 12 de julio.

Como explica a Vida Nueva José María Gil Tamayo, director del Secretariado de Medios de Comunicación de la CEE, esta iniciativa es “una prueba de que los obispos de la Comisión de Medios han entendido siempre que la tarea de la Iglesia en el mundo de la comunicación no está sólo o principalmente en la creación de medios católicos o en la realización de políticas informativas que hagan llegar, de manera eficaz y adecuada, la vida de la Iglesia a la opinión pública, sino en la formación de las personas en comunicación social, de acuerdo con los principios que nacen del Evangelio”.

Gran participación

Esta labor tiene como destinatarios a los futuros comunicadores que se están formando en la decena de facultades de Comunicación que la Iglesia tiene en España, y al público, en especial los ­agentes de pastoral, con objeto de que sean unos usuarios críticos y responsables de los medios y conozcan todas las posibilidades que otorgan las nuevas tecnologías.

“Estos cursos de verano, así como la titulación de ‘Experto en comunicación’, que comenzamos este verano para seminaristas y sacerdotes jóvenes, no hubiera sido posible sin la puesta en marcha hace 20 años de la Facultad de Comunicación de la UPSA, universidad de la CEE, que se encarga de ofrecer una cualificada asistencia académica a estos cursos”, agradece el sacerdote recordando que por ellos han pasado un millar de participantes desde hace más de tres lustros.

Junto a sacerdotes y laicos, la destacada participación de religiosos a través de CONFER responde, en su opinión, a que “las congregaciones e institutos religiosos son los estamentos eclesiales más concienciados en la importancia pastoral de la comunicación”. Prueba de ello es su “excelente” departamento de Comunicación, sin el cual, asegura Gil Tamayo, tampoco hubiera sido posible realizar esta tarea formativa.

Preguntado por las principales diferencias que guarda el comunicador cristiano con el resto, se apresura a recalcar que este calificativo “nunca puede significar indulgencia con la falta de competencia profesional”. “El comunicador cristiano trata de ser un buen comunicador que tiene como ‘libro de estilo’ el Evangelio y no deja su ideario para un cumplimiento escatológico, sino en vida”.

LA COPE Y LA COHERENCIA

Situada desde hace tiempo en el candelero mediático, para Gil Tamayo la COPE, “al ser una obra de Iglesia por su propiedad y por sus fines estatutarios y su confesionalidad, es juzgada no sólo como una empresa mediática más, sino por su adecuación o no a su ideario”. “En esto creo sinceramente que en algunos programas no se ha sido lo coherente que cabría esperar, sin que esto signifique generalizar y no reconocer la fidelidad y buen hacer de la inmensa mayoría de sus profesionales”, apostilla.

Sin especificar cómo están afectando las críticas que cosecha la Cadena a la imagen pública de la Iglesia, sí que señala que “en las obras de Iglesia lo que hacemos bien redunda en beneficio y prestigio de la entera comunidad cristiana y, lo que hacemos mal, de una manera u otra la daña”.

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