Una ‘lumbre’ que desprende calor de acogida

El crecimiento personal es uno de los retos del nuevo centro para inmigrantes

(Victoria Lara– Fotos: Luis Medina) Es la población más vulnerable de la sociedad y, sin embargo, hasta ahora no había nada específico para ellos”. Son las palabras de Miguel Ángel García, delegado de Pastoral de los salesianos en Madrid y miembro de la junta directiva del recién inaugurado Centro de Formación y Atención Socioeducativa ‘Lumbre’, dedicado a la atención de menores y jóvenes con dificultades sociales de 12 a 25 años, y ubicado en pleno corazón de Madrid.

La congregación a la que él pertenece, junto con la Orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, se unieron a finales del año 2006 para poder hacer realidad este proyecto intercongregacional, cuyo objetivo ­central es conseguir una mayor autonomía y reinserción de este sector de la población, fundamentalmente inmigrantes, a través de la formación, el empleo y el acompañamiento socioeducativo especializado.

La constitución de una asociación sin ánimo de lucro fue el primer paso, y en seguida se comenzó a trabajar en la remodelación de un edificio propiedad de las Hijas de la Caridad, situado muy cerca de la Puerta del Sol. El fruto de casi dos años de trabajo es un centro moderno, que abría sus puertas el pasado 5 de junio y que tiene todo lo necesario para la “integración social y laboral de los jóvenes, para ayudarles en su crecimiento personal y para enseñarles a afrontar los problemas”, explica la coordinadora del centro, Cristina Pérez. A pesar de que son los salesianos y las Hijas de la Caridad quienes avalan y financian la iniciativa e integran su junta directiva, el equipo de personas que trabajan en el centro son, casi en su totalidad, laicos.

Las actividades que se llevan a cabo en ‘Lumbre’ se dividen en dos proyectos claramente diferenciados: el proyecto Pasa, de atención socioeducativa y acogida para menores de 12 a 17 años; y el proyecto Yesca, de inserción sociolaboral para jóvenes de 18 a 25 años. De momento, dentro del proyecto Pasa sólo se está llevando a cabo un curso de informática, pues aún están en el proceso de captación de menores. La idea, según la coordinadora, es “que combinen el aula de estudio con una formación ocupacional muy básica”, que podrán perfeccionar con el tiempo también en el centro. Asimismo, se pretende realizar con ellos otras actividades de tiempo libre, que se busca que sean atractivas, como por ejemplo un taller de radio.

Formación ocupacional

El que sí está funcionando casi plenamente es el proyecto Yesca, con turnos de mañana y tarde, y con una participación, más o menos asidua, de una decena de jóvenes de distintas nacionalidades: marroquíes, subsaharianos, del Este de Europa… Por las mañanas, las actividades son formación ocupacional, orientación laboral (que incluye elaboración de currículum o búsqueda de ofertas de trabajo en prensa e Internet) y atención personalizada, así como clases de castellano.

Yesca también incluye un programa de formación ocupacional que, de momento, tiene previstos tres talleres: electricidad, que ha tenido mucha demanda y que comenzará en el mes de julio; peluquería, para el que ya hay personas inscritas y que comenzará tras el verano; y hostelería, previsto para el año 2009. En un futuro no muy lejano, existe la posibilidad de poner en marcha también un taller de comercio, aunque de momento se ofrecerá una formación básica en esta materia a los participantes en cada uno de los otros cursos. El problema es que muchas de las personas que acuden al centro no tienen permiso de residencia, por lo que no pueden buscar trabajo. Para ellos, y para cualquiera que tenga alguna consulta jurídica, existe un servicio de atención que se complementa con la visita, una vez por semana, de una abogada que resuelve todas las dudas de los usuarios.

Para acercar a los jóvenes al uso de las nuevas tecnologías se imparte un curso de informática, pero el ocio y el tiempo libre también son muy importantes para la integración social y el desarrollo personal, por lo que la mayoría de las tardes hay alguna alternativa programada, bien dentro o bien fuera del centro, como meriendas, juegos de mesa, proyección de películas, excursiones, salidas al cine y actividades deportivas, entre otras.

El edificio consta de: sótano, donde se han habilitado varias salas para talleres; la planta baja, que tiene sala de informática, despachos y salas de reunión; la primera planta, que cuenta con salas para reuniones y actividades; y las dos plantas restantes, que no pertenecen al centro pero que están acomodadas para viviendas de familias inmigrantes.

Cristina Pérez explica que la mayoría de las personas que se acercan al centro ‘Lumbre’ vienen con la intención de legalizar su situación en España y encontrar un empleo, además de aprender mejor el idioma. Sin embargo, “poco a poco descubres que están solos y que no tienen amigos, y que, además de todo lo anterior, necesitan que les acompañen”. De hecho, el proyecto estuvo precedido de un estudio en el que se observó que muchos de estos jóvenes necesitaban un lugar de referencia y un sitio donde encontrar un apoyo para su formación.

La droga también es un mundo en el que pueden caer. Por eso en ‘Lumbre’ se realiza una labor de información y prevención, así como ayuda en el caso de que la necesiten. La coordinadora cuenta con satisfacción cómo un joven que era consumidor habitual ha conseguido dejar las drogas gracias al personal del centro y ahora quiere retomar su vida, por lo que ha comenzado a buscar trabajo.

Responsabilidad

Aunque el centro lleva poco tiempo en funcionamiento, Cristina tiene la impresión de que los chicos y chicas se sienten a gusto, acogidos; aunque reconoce que muchos tienen problemas para adaptarse a los horarios impuestos para cada una de las actividades: “Les cuesta, pero eso les viene bien para responsabilizarse con su vida”. También tiene la impresión de que la Asociación Lumbre ha sido bien acogida entre los vecinos y establecimientos de la zona, un área bastante repleta de bares y restaurantes, y muy transitada por encontrarse en pleno centro madrileño.

Actualmente, el personal de ‘Lumbre’ lo integran unas siete personas, entre la coordinadora del centro, un administrativo contable, la coordinadora del proyecto Yesca, un ­trabajador social, un educador y mediador intercultural, una abogada y la coordinadora del programa Pasa. En un futuro, no descartan la contratación de más profesionales, aunque también les gustaría contar con un grupo de voluntarios que colaboraran en las distintas actividades.

El centro ‘Lumbre’ aún se está dando a conocer entre la población inmigrante. Cristina Pérez explica que esa difusión se está haciendo a través de distintos órganos a los que pertenece la asociación, como la Mesa de Infancia y Juventud del Distrito Centro y la Mesa de Menores No Acompañados. También a través del mailing a distintas entidades que trabajan con inmigrantes, como los Centro de Atención Social al Inmigrante del Ayuntamiento de Madrid (CASI); pero fundamentalmente, a través del boca a boca.

La apuesta de dos valientes congregaciones

Miguel Ángel García, delegado de Pastoral de los salesianos en Madrid, subraya que las dos congregaciones “responsables” del centro ‘Lumbre’ realizan una intensa actividad apostólica: “Hoy se habla más de la fuerza de los movimientos, sobre todo en Madrid, pero esto demuestra que la vida religiosa hace acciones de campo muy concretas”. El salesiano destaca la “valiente apuesta” que supone este proyecto, no sólo por la inversión económica que se ha realizado, sino por la inversión en recursos humanos, ya que el personal del centro es “muy vocacionado, está muy formado, además de tener todos experiencia en el ámbito de la intervención social”.

Durante el acto de inauguración del Centro, el 5 de junio, Mª Cruz Gutiérrez, visitadora de la Hijas de la Caridad, hizo una reflexión sobre las coincidencias carismáticas entre ambas congregaciones, recordando cómo san Vicente de Paúl y san Juan Bosco estuvieron atentos a los necesitados de su época. Por su parte, Luis Manuel Moral, provincial de los salesianos, agradeció que las Hijas de la Caridad hubieran pensado en ellos para llevar adelante este proyecto conjunto, y destacó la necesidad de dar respuesta a los jóvenes más necesitados, que ahora, en el Madrid de principios del siglo XXI, son los inmigrantes.

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