El periódico del Papa se hace eco del aniversario de ‘Vida Nueva’

‘L’ Osservatore Romano’ dedica una amplia información a hablar de la historia de la revista

Vida Nueva’, medio siglo en la historia de la Iglesia española es el titular de la información que ha publicado en su edición del pasado domingo, 8 de junio, el periódico L’ Osservatore Romano, diario oficioso del Vaticano, con motivo del aniversario de la revista de información religiosa. El texto está firmado por el sacerdote y periodista Antonio Pelayo, quien además es el corresponsal de Vida Nueva en Roma.

Pelayo habla de los cincuenta años de vida de la publicación y del papel que ésta ha jugado en los acontecimientos que la Iglesia española ha vivido en ese periodo histórico.

(Antonio Pelayo) Cincuenta años de existencia es para una publicación periódica una meta digna de ser celebrada. Lo está haciendo a lo largo de 2008 el semanario español de información religiosa Vida Nueva, que se autodefine como “Una palabra comprometida en la Iglesia”.

Con este motivo, la revista organizó en Madrid, el pasado 14 de febrero, un seminario sobre “La Iglesia en la España de hoy”, en el que intervinieron el arzobispo emérito de Pamplona, monseñor Fernando Sebastián, el ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, el catedrático de la Universidad Ramon Lull de Barcelona, Francesc Torralba, así como algunos destacados especialistas de la información religiosa y política.

Más recientemente, en el prestigioso marco de la Embajada de España cerca de la Santa Sede, tuvo lugar otro acto conmemorativo del 50° aniversario, en el que participaron el arzobispo de Sevilla, cardenal Carlos Amigo, el Embajador de España, Francisco Vázquez, el director de L’ Osservatore Romano, profesor Gian Maria Vian y Joaquín Luis Ortega, ex vicesecretario y portavoz de la Conferencia Episcopal Española.

Aparte de la obvia razón para cualquier publicación católica de dirigir siempre su mirada a Roma, que es su centro de comunión, en el caso de Vida Nueva, la vuelta a la Ciudad Eterna tenía también una clave histórica, porque en sus orígenes y en los de la editorial PPC (Propaganda Popular Católica), que es quien la lanza como semanal en 1958, está un grupo de sacerdotes que convivieron en el Pontificio Colegio Español de Roma, en su vieja y gloriosa sede del Palacio Altemps: Antonio Montero, hoy arzobispo emérito de Mérida-Badajoz; el escritor y periodista José Luis Martín Descalzo, fallecido en 1991 después de haber dirigido el semanario desde 1968 a 1976; el historiador, biógrafo y publicista José María Javierre, el prolífico autor de libros José María Cabodevilla y algunos otros que no podemos citar aquí.

Orígenes

Vida Nueva -en la que habían confluído algunas publicaciones de origen y público diverso- nace el 15 de enero de 1958, casi exactamente un año antes de que Juan XXIII anunciara, el 25 de enero de 1959, la convocatoria del Concilio Vaticano II, noticia que el semanario recogió con gran relieve en la primera página de su número 146, que lleva la fecha del 31 de enero de ese año. A partir de entonces, su director, el seglar José María Pérez Lozano, que como todo el equipo de la revista ha sintonizado con el nuevo talante y estilo del papa Roncalli, incrementa de modo considerable la información más específicamente religiosa, que acabará dominando en sus páginas, aunque sigue siendo una revista generalista, dirigida sobre todo a las familias y a los seglares españoles, donde se informa y se comenta con enfoque cristiano un poco de todo: literatura, toros, problemas sociales, cine, deportes, moda, cocina y poca política, porque las libertades en este campo eran más bien restringidas en la España del general Franco, que ejercía sobre la prensa una férrea censura.

Ya es sabido que el Vaticano II sorprendió a la Iglesia española, y de modo muy específico a su jerarquía, sin la adecuada preparación ni psicológica ni teológica, y de ello dan buena cuenta las actas de las cuatro sesiones conciliares. Son conocidas las reticencias de la mayoría de los obispos espanoles para aceptar la declaración Dignitatis Humanae, sobre la libertad religiosa, o el decreto Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo. Entre las muchas causas de este fenómeno no hay que olvidar que los nombramientos episcopales en España estaban sometidos al “derecho de presentación” del régimen político y que, como afirmó el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, “entonces muchos de los obispos españoles confundían al régimen con España y les parecía que defender al régimen era defender a España y criticarle era criticar a España” (Tarancón,el cardenal del cambio, pg.108).

Finalizado el Concilio y puesta en marcha su “actuación” en el seno de la Iglesia española, Vida Nueva va a asumir un papel más relevante, que se concretará en una segunda etapa de su vida, al convertirse en 1967 en una revista de información religiosa y al ser nombrado director en 1968 José Luis Martín Descalzo, que va a convertirla en el órgano de expresión de todo un sector del catolicismo español que quiere ser fiel al Vaticano II porque quiere serlo a la Iglesia y al Evangelio. El papa Pablo VI -que amaba mucho a España a pesar de que se le presentase tantas veces como anti-español- está convencido de que las reformas conciliares pasan en España por una renovación a fondo de su episcopado. Es la tarea que encomienda al Nuncio en Madrid, monseñor Luigi Dadaglio (que ocupa dicho puesto entre 1968 y 1980), que este fino diplomático piamontés va a realizar en estrecha colaboración con el cardenal Tarancón, que además de ser arzobispo de Madrid preside la Conferencia Episcopal por tres trienios sucesivos,  entre 1971 y 1981.

Acontecimientos destacados

Durante todos estos años, Vida Nueva informa con rigor, no exento de una sana pasión, sobre los mayores acontecimientos de la vida de la Iglesia -la asamblea conjunta de obispos y sacerdotes celebrada en Madrid el mes de septiembre de 1971; el abortado proyecto de Concordato preparado por el entonces embajador en el Vaticano, Antonio Garrigues, y el entonces aún monseñor, Agostino Casaroli; las sucesivas Asambleas Sinodales; la muerte de Pablo VI y las elecciones de Juan Pablo I y de, mes y medio después, la de Juan Pablo II,etc.- siendo la plataforma donde se expresan muchas de las voces más creativas del catolicismo español. Son estos también los años de la transición política, a la que contribuye con generosidad y apertura la Iglesia, y durante los cuales la revista mantiene una postura coherente con su trayectoria de servicio a la verdad y a la libertad. Vida Nueva se mantuvo independiente de toda presión política partidista y abrió sus páginas sin restricciones cicateras a voces y plumas que representaban a sectores diferentes de la sociedad española, manteniendo siempre su criterio de respeto a la independencia mutua entre la Iglesia y el Estado.

Después de Martín Descalzo, se suceden al frente del semanario una serie de directores –Bernardino M. Hernando, el jesuita Pedro M.Lamet, el seglar Alejandro Vicente Guillamón, Rosario Marín de la Institución Teresiana y Ninfa Watt de la Teresianas de Enrique Ossó- hasta que, en el 2007, asume las riendas de la publicación el sacerdote de la diócesis de Jaén Juan Rubio, que define en estos términos el estado de ánimo del equipo directivo :”Cumplimos cincuenta años en Vida Nueva  y miramos agradecidos al pasado mientras nos lanzamos al futuro con lo mejor que tenemos: nuestra voz evangélica, conciliar y eclesial, comprometida. La revista es de todos. Tiene vocación universal y mirada a lo particular. Boga mar adentro ofreciendo una palabra oportuna, veraz, profesional y conciliadora”.

Desde hace pocos años, la editorial PPC (que ya se había transformado en Promoción Popular Cristiana) ha sido absorbida por el grupo editorial SM, que, a través de una fundación, pertenece a la Sociedad de Santa María (marianistas), que actualiza de esta forma un aspecto de su carisma fundacional. La revista se ha asegurado de este modo una continuidad que le va a permitir afrontar con éxito nuevos objetivos. Uno de ellos es consolidar su presencia en América Latina, a donde llegan una cuarta parte de sus ejemplares que, aunque cuantitativamente no sean tantos, son leídos por segmentos influyentes de esas iglesias. “Cada número de Vida Nueva -me dijo un cardenal de ese continente- hace en nuestros países un recorrido que no tiene desperdicio; todas y cada una de sus páginas, de sus informaciones y comentarios son leídas con provecho y para bien de la Iglesia”.

Consciente de esa realidad -entre otras razones-, como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, el cardenal Giovanni Battista Re pudo desear, al final de un almuerzo organizado por el Embajador de España, Francisco Vázquez, para celebrar el primer medio siglo de historia de la revista (al que asistieron tambien los cardenales Claudio Hummes, Julián Herranz y Urbano Navarrete), que se cumplan en el horizonte de Vida Nueva los augurios sintetizados con los tres verbos del latín clásico: “!Vivat, crescat, floreat!”.

Traducción de la información en italiano publicada en L’ Osservatore Romano (8 junio 2008).

 

 

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