Argentina debe construirse como nación apostando por el diálogo

Llamamiento del obispo de Salta ante la presidenta Cristina Fernández con ocasión de las fiestas patrias

(Washington Uranga– Buenos Aires) En medio de un clima de tensión que se vive en todo el país, a raíz de la resistencia y las medidas de fuerza planteadas por los productores agropecuarios frente a las cargas impositivas impuestas por el Gobierno de Cristina Fernández a las exportaciones de granos, el arzobispo de Salta, Mario Cargnello, fue el responsable de presidir el acto de acción de gracias (Te Deum) en el 198º aniversario de la independencia argentina, celebrado en aquella ciudad del norte del país, con la asistencia de la primera mandataria y las máximas autoridades.

Cargnello pidió a todos los argentinos que “trabajemos para continuar ­construyendo la Nación que queremos”, renovando esfuerzos para “cancelar cada día la ­deuda social que grava sobre nosotros y nos impele a hacernos cargo de los más pobres”. El prelado solicitó también que “renovemos nuestro esfuerzo por consolidar el sistema democrático” y, ante la presidenta, reclamó que “apostemos con audacia creativa y confianza renovada por la amistad social y el diálogo como cami­no para construir la comunidad nacional”.

Las palabras de Cargnello deben ser leídas en el contexto de una enorme crispación política por el enfrentamiento entre el Gobierno y los productores agropecuarios, con paros, lockout patronal y cortes de ruta, que lleva más de 60 días. Todas las miradas estuvieron centradas en Salta también porque, durante la semana, Gobierno y jerarquía eclesiástica  discreparon en público, a raíz de unas declaraciones del obispo de San Isidro y presidente de la Comisión de Pastoral Social, Jorge Casaretto, quién afirmó que “la percepción nuestra es que en estos momentos está aumentando la pobreza”. La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, se apresuró a desmentirle, asegurando que “disiento con las apreciaciones formuladas por monseñor Casaretto, porque una percepción es una visión sesgada” y “lo objetivo y evidente es que la pobreza bajó en números absolutos y la calidad de vida mejoró”.

Relación con Bergoglio

El Gobierno había decidido trasladar los actos centrales de la conmemoración de un nuevo aniversario de la independencia a la ciudad de Salta, entre otros motivos para no solicitar el oficio religioso al cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, dada su tensa relación con el ex presidente Néstor Kirchner y con su esposa, la actual mandataria. Desde el Gobierno se considera que, cada vez que Bergoglio ha tenido oportunidad de usar el púlpito ante las autoridades, lo ha hecho para criticar la acción del Gobierno.

Sin embargo, el 24 de mayo, con ocasión de la procesión del Corpus, el cardenal pidió a los cristianos que no estén “ni quietos, ni atropelladores, ni ‘dormidos sobre los laureles’ ni crispados”. Y los invitó a caminar “con sentido del tiempo cristiano, tiempo de amor, tiempo que vincula, tiempo que no levanta muros, sino que tiende puentes entre las generaciones y entre los corazones, tiempo en el que se privilegia la unidad al conflicto”.

Si bien las manifestaciones públicas se restringieron a una declaración de la Comisión Ejecutiva del Episcopado, los obispos no ocultan su preocupación por el prolongado enfrentamiento entre los dirigentes agropecuarios y el Gobierno, que está generando perjuicios a la economía y a la vida política de ­Argentina.

El martes 20, un día antes de finalizar el último lockout agropecuario, la Comisión Ejecutiva que preside Bergoglio emitió un comunicado en el que recordó que “en democracia los problemas se solucionan en el ámbito de las instituciones, privilegiando el diálogo sobre toda muestra de violencia verbal o física, buscando más las coincidencias que la acentuación de las diferencias y teniendo como horizonte siempre el bien común”. Y subrayó que “esta búsqueda debe darse en un clima de honestidad y respeto”. 

Mientras, en Argentina sobran las especulaciones sobre el verdadero sentido del viaje que Bergoglio realizará al Vaticano junto a los arzobispos Luis Villalba y Agustín Radrizzani (vicepresidentes primero y segundo del Episcopado) y el obispo Sergio Fenoy, secretario general. Oficialmente, se trata de una visita de rutina y por razones institucionales. Pero nadie puede ignorar que en la agenda con la cúpula romana estarán presentes temas como la negativa vaticana a darle el plácet como embajador argentino a Alberto Iribarne y la falta de acuerdo del Gobierno de Cristina Fernández para designar al obispo castrense que remplace al renunciado Antonio Baseotto.

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